
Después de ser testigos del asesinato del Doctor Oloront, ni Mark ni Tom pudieron reaccionar hasta pasados unos minutos. Si el traidor era el Jefe, no podían recurrir a él para que les ayudara, así que no tenían más opción que intentar convencer a algún Purasangre, ya que un enfrentamiento directo con Fred seguiría mostrándolos a ellos como los malos. La única forma era mostrarles la agenda que Mark había encontrado en el despacho así que éste se la guardó y decidieron empezar a buscar. De momento solo se habían topado con El Hombre, pero ellos no sabían que la mayoría de sus compañeros le consideraba justamente a él el cabecilla de todo este caos, por lo que no sería tarea fácil. Empezaron otra vez a correr en un frenesí de nervios, agotados de tanta carrera. Cruzaron más pasillos y entraron en salas y más salas, pero no encontraron a nadie. Habían oído perfectamente como el Jefe formaba grupos de búsqueda por el altavoz, pero parecía como si todos hubiesen huido.
Siguieron corriendo por un estrecho pasillo, todavía con las paredes de piedra, y de pronto Mark notó algo en el aire que le hizo alertarse. Guslinger apareció a su lado empuñando un cuchillo dispuesto a rebanarle el cuello. Éste se sorprendió tanto que apenas pudo echar el cuerpo hacia atrás para esquivar la puñalada, por lo que el arma le pasó rozando, pero entonces, el enemigo comenzó a moverse y a atacar a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder de teletransportación. Primero apareció detrás de ellos en medio de un salto e intentó cortarlos en vertical a ambos con un par de cuchillos, Mark se lanzó contra la pared eludiendo el ataque y Tom se metió en una de sus sombras, luego volvió a atentar contra Mark pero al ver que éste iba a hacer algo se desvaneció, previniéndose así de la descarga eléctrica, pero el enemigo no dio un segundo de respiro y apareció a lo lejos del pasillo lanzando varios proyectiles hacia él. A Mark no le dio tiempo de reaccionar y a punto estuvieron de dar en el blanco los cuchillos si no hubiese sido porque Tom salió de las sombras en el último segundo y los cogió todos en el aire de una forma magistral, evitando así que dañaran a su amigo. Giró el cuerpo, y con toda su fuerza, lanzó las armas en la dirección opuesta, estaba seguro de que aquél tipo aparecería justo allí, rodeado de humo, y no se equivocó. El que ese viejo predijera su movimiento confundió a Gus y le hizo replegarse, fastidiándole así el ataque sorpresa, pero no tardó en volver a la carga, esta vez desde arriba. Cayó en picado como un ave rapaz, pero Tom le sorprendió girando sobre su talón y cogiéndole de la muñeca. En ese momento intentó desvanecerse como hacía siempre, lleno de confianza, pero Tom le asió bien fuerte el hombro con la otra mano, y con toda su fuerza dio con él en el suelo, provocando un temblor.
-Mark, huye ahora, ya sabes lo que tienes que hacer-
-Pero tú… –balbuceó.
– ¡Solo corre!- le contestó el vejete.
Acto seguido intentó estamparlo contra la pared pero Guslinger rodó en el aire e inmovilizó el brazo de Tom, obligándole a arrodillarse. -¿Qué me has hecho?- quiso saber el Purasangre, pero por respuesta solo obtuvo un taconazo en el pie que le distrajo lo suficiente como que el viejo se escapara y se metiera en otra de sus sombras.
Guslinger se irguió y empezó a buscar a Tom con la mirada, empuñando un cuchillo, alerta a cualquier movimiento sospechoso. Sin que se diera cuenta, había aparecido poco a poco un gancho de metal rondando su cuello. El gancho estaba sujeto a una cadena de metal que bailaba al compás de los pasos de su presa, a la izquierda, luego a la derecha, una vuelta por arriba y cuando se dispuso a atraparle éste se desvaneció, apareciendo unos metros más allá. Aquél viejo no era como los dos impacientes que se había encontrado antes, era precavido. Sintió una ráfaga y apenas pudo esquivar la flecha que había salido de una de las paredes de piedra, siempre desapareciendo y volviendo a aparecer un poco más lejos. Luego un intento de disparo en la entrepierna desde abajo, y después una piedra de gran tamaño que lanzó desde el techo. ¿Es que no iba a mostrarse otra vez? Pero ante tal pensamiento notó una pequeña presión en el cuello que le hizo desaparecer de nuevo instintivamente. Tom había asomado medio cuerpo a su espalda y a punto estuvo de cortarle la cabeza con unas tijeras gigantes, pero ahora que se había mostrado Gus reaccionó de la misma manera que lo hizo la primera vez intentando un corte vertical por retaguardia, pero el viejo rodó sobre sí mismo, entró en una sombra, y un segundo después volvió a aparecer enfurecido empuñando en su diestra una sierra de divertidas proporciones. Gus rápidamente sacó un cuchillo e interceptó el golpe.
-No dejaré que mates a ningún Pantera, intruso –dijo decidido. –Todo lo contrario, amigo, nosotros estamos aquí por bien- le contestó Tom.
-¡Maldito cuarteto de mentirosos!- gritó dispuesto a apuñalarlo con la mano que le había quedado libre, pero Tom la desvió con un golpe seco y Gus respondió empujando la sierra hacia un lado y creando una obertura por donde atacar al viejo.
-Tu sí que no te escaparás- Craig había dicho que el Jefe los quería muertos, así que no había discusión posible, aunque Craig fuera un completo capullo.
Tom, ajeno a los pensamientos de su enemigo, rodó hacia atrás y volvió a desaparecer.
Ha intentado matarme, pensó.
No había duda de que Fred estaba moviendo ficha ya que el asesinato no era un protocolo que se tomara a la ligera.
Mark ya debe haberse alejado lo suficiente, así que debo volverme a encontrar con él y seguir buscando a algún Purasangre.
-¿Cómo has anulado antes mi poder? ¡Responde! -parecía enfadado- ¡Responde!- volvió a gritar.
Y en ese preciso momento sonaron de nuevo los altavoces, amplificando una voz carismática y dulce, que anunciaba nuevas órdenes debido a los últimos acontecimientos.
-Queridos miembros de los Pantera -era Fred, aquél vil traidor- después de meditarlo bastante he decidido, como vuestro Jefe y por tanto vuestro protector, que abandonéis el castillo inmediatamente. Código PEE 19. Repito, evacuad el castillo ahora mismo-
Desde que Terry se había marchado su grado de preocupación había ido en aumento. Si alguien viera esa agenda todo se descubriría y nada de lo que había hecho hubiera valido la pena, pero no podía dejar el castillo sin protección, rindiéndose, por eso había convocado el código por el cual todos debían evacuar, excepto los Purasangre. Así, con el castillo vacío, no habría restricciones en las luchas y podrían cazar a los intrusos y a los fugitivos mucho más rápidamente, a la vez que los propios Purasangre discutían entre ellos por ver quién era el verdadero traidor.
Era un plan perfecto. Así él también podría robar la gema sin que nadie se diera cuenta…
Siguieron corriendo por un estrecho pasillo, todavía con las paredes de piedra, y de pronto Mark notó algo en el aire que le hizo alertarse. Guslinger apareció a su lado empuñando un cuchillo dispuesto a rebanarle el cuello. Éste se sorprendió tanto que apenas pudo echar el cuerpo hacia atrás para esquivar la puñalada, por lo que el arma le pasó rozando, pero entonces, el enemigo comenzó a moverse y a atacar a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder de teletransportación. Primero apareció detrás de ellos en medio de un salto e intentó cortarlos en vertical a ambos con un par de cuchillos, Mark se lanzó contra la pared eludiendo el ataque y Tom se metió en una de sus sombras, luego volvió a atentar contra Mark pero al ver que éste iba a hacer algo se desvaneció, previniéndose así de la descarga eléctrica, pero el enemigo no dio un segundo de respiro y apareció a lo lejos del pasillo lanzando varios proyectiles hacia él. A Mark no le dio tiempo de reaccionar y a punto estuvieron de dar en el blanco los cuchillos si no hubiese sido porque Tom salió de las sombras en el último segundo y los cogió todos en el aire de una forma magistral, evitando así que dañaran a su amigo. Giró el cuerpo, y con toda su fuerza, lanzó las armas en la dirección opuesta, estaba seguro de que aquél tipo aparecería justo allí, rodeado de humo, y no se equivocó. El que ese viejo predijera su movimiento confundió a Gus y le hizo replegarse, fastidiándole así el ataque sorpresa, pero no tardó en volver a la carga, esta vez desde arriba. Cayó en picado como un ave rapaz, pero Tom le sorprendió girando sobre su talón y cogiéndole de la muñeca. En ese momento intentó desvanecerse como hacía siempre, lleno de confianza, pero Tom le asió bien fuerte el hombro con la otra mano, y con toda su fuerza dio con él en el suelo, provocando un temblor.
-Mark, huye ahora, ya sabes lo que tienes que hacer-
-Pero tú… –balbuceó.
– ¡Solo corre!- le contestó el vejete.
Acto seguido intentó estamparlo contra la pared pero Guslinger rodó en el aire e inmovilizó el brazo de Tom, obligándole a arrodillarse. -¿Qué me has hecho?- quiso saber el Purasangre, pero por respuesta solo obtuvo un taconazo en el pie que le distrajo lo suficiente como que el viejo se escapara y se metiera en otra de sus sombras.
Guslinger se irguió y empezó a buscar a Tom con la mirada, empuñando un cuchillo, alerta a cualquier movimiento sospechoso. Sin que se diera cuenta, había aparecido poco a poco un gancho de metal rondando su cuello. El gancho estaba sujeto a una cadena de metal que bailaba al compás de los pasos de su presa, a la izquierda, luego a la derecha, una vuelta por arriba y cuando se dispuso a atraparle éste se desvaneció, apareciendo unos metros más allá. Aquél viejo no era como los dos impacientes que se había encontrado antes, era precavido. Sintió una ráfaga y apenas pudo esquivar la flecha que había salido de una de las paredes de piedra, siempre desapareciendo y volviendo a aparecer un poco más lejos. Luego un intento de disparo en la entrepierna desde abajo, y después una piedra de gran tamaño que lanzó desde el techo. ¿Es que no iba a mostrarse otra vez? Pero ante tal pensamiento notó una pequeña presión en el cuello que le hizo desaparecer de nuevo instintivamente. Tom había asomado medio cuerpo a su espalda y a punto estuvo de cortarle la cabeza con unas tijeras gigantes, pero ahora que se había mostrado Gus reaccionó de la misma manera que lo hizo la primera vez intentando un corte vertical por retaguardia, pero el viejo rodó sobre sí mismo, entró en una sombra, y un segundo después volvió a aparecer enfurecido empuñando en su diestra una sierra de divertidas proporciones. Gus rápidamente sacó un cuchillo e interceptó el golpe.
-No dejaré que mates a ningún Pantera, intruso –dijo decidido. –Todo lo contrario, amigo, nosotros estamos aquí por bien- le contestó Tom.
-¡Maldito cuarteto de mentirosos!- gritó dispuesto a apuñalarlo con la mano que le había quedado libre, pero Tom la desvió con un golpe seco y Gus respondió empujando la sierra hacia un lado y creando una obertura por donde atacar al viejo.
-Tu sí que no te escaparás- Craig había dicho que el Jefe los quería muertos, así que no había discusión posible, aunque Craig fuera un completo capullo.
Tom, ajeno a los pensamientos de su enemigo, rodó hacia atrás y volvió a desaparecer.
Ha intentado matarme, pensó.
No había duda de que Fred estaba moviendo ficha ya que el asesinato no era un protocolo que se tomara a la ligera.
Mark ya debe haberse alejado lo suficiente, así que debo volverme a encontrar con él y seguir buscando a algún Purasangre.
-¿Cómo has anulado antes mi poder? ¡Responde! -parecía enfadado- ¡Responde!- volvió a gritar.
Y en ese preciso momento sonaron de nuevo los altavoces, amplificando una voz carismática y dulce, que anunciaba nuevas órdenes debido a los últimos acontecimientos.
-Queridos miembros de los Pantera -era Fred, aquél vil traidor- después de meditarlo bastante he decidido, como vuestro Jefe y por tanto vuestro protector, que abandonéis el castillo inmediatamente. Código PEE 19. Repito, evacuad el castillo ahora mismo-
Desde que Terry se había marchado su grado de preocupación había ido en aumento. Si alguien viera esa agenda todo se descubriría y nada de lo que había hecho hubiera valido la pena, pero no podía dejar el castillo sin protección, rindiéndose, por eso había convocado el código por el cual todos debían evacuar, excepto los Purasangre. Así, con el castillo vacío, no habría restricciones en las luchas y podrían cazar a los intrusos y a los fugitivos mucho más rápidamente, a la vez que los propios Purasangre discutían entre ellos por ver quién era el verdadero traidor.
Era un plan perfecto. Así él también podría robar la gema sin que nadie se diera cuenta…
El código PEE 19 implicaba una evacuación completa exceptuando a los Purasangres, y eso lo sabía muy bien Tom. Pero lo que realmente le sorprendió fue que aquél Pantera no se moviera de su sitio.
-¡Viejo sal ahora mismo! ¡Tienes algo que explicarme!-
El vejete abrió los ojos, aquello solo podía significar que tenía delante de él a alguien que les podría ayudar, si sabía cómo convencerle.
-¡Viejo sal ahora mismo! ¡Tienes algo que explicarme!-
El vejete abrió los ojos, aquello solo podía significar que tenía delante de él a alguien que les podría ayudar, si sabía cómo convencerle.
***
-¿Por qué nos has traicionado a todos Hombre?- dijo Belladonna llorando. Sus lágrimas caían arañando la ternura como rocío deshilachado, pero una expresión de pavor se había asentado en el rostro de su compañero, que se acariciaba el pelo nervioso.
-¡Tú has empezado y ni siquiera sé el porqué!- gritó señalándola.
-¿Qué no sabes el porqué? ¿Tú que contrataste a los asesinos de tu propio aprendiz el otro día?- los llantos escapaban y dolía la garganta.
El Hombre se quedó petrificado ante tales palabras.
-Que…como…no…- balbuceaba sin sentido.
-Todos lo sabemos Hombre. Tú eres el traidor. Quisiste la fama de la victoria pero Gin te la arrebató. Por eso ahora tus amigos están causando tantos problemas. ¡Por qué quieres matar al Jefe y quedarte con su puesto!-
Cada palabra de Donna se clavaba lentamente en el corazón del Purasangre como diminutos puñales envenenados. Los sentidos nublados le estaban engañando.
En ese momento se sintió completamente impotente, si todo el mundo creía lo mismo, ¿cómo iba él a demostrar lo contrario?
Se miraron fijamente un largo tiempo. Llevaban un rato discutiendo, pero no habría podido imaginarse que esa fuera la verdadera razón de que le atacara.
-Te mataré- dijo Donna agarrándose el brazo en señal de tristeza, llorando sin parar.
-¡¡TE MATARÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉÉÉÉ!!-
-¡Tú has empezado y ni siquiera sé el porqué!- gritó señalándola.
-¿Qué no sabes el porqué? ¿Tú que contrataste a los asesinos de tu propio aprendiz el otro día?- los llantos escapaban y dolía la garganta.
El Hombre se quedó petrificado ante tales palabras.
-Que…como…no…- balbuceaba sin sentido.
-Todos lo sabemos Hombre. Tú eres el traidor. Quisiste la fama de la victoria pero Gin te la arrebató. Por eso ahora tus amigos están causando tantos problemas. ¡Por qué quieres matar al Jefe y quedarte con su puesto!-
Cada palabra de Donna se clavaba lentamente en el corazón del Purasangre como diminutos puñales envenenados. Los sentidos nublados le estaban engañando.
En ese momento se sintió completamente impotente, si todo el mundo creía lo mismo, ¿cómo iba él a demostrar lo contrario?
Se miraron fijamente un largo tiempo. Llevaban un rato discutiendo, pero no habría podido imaginarse que esa fuera la verdadera razón de que le atacara.
-Te mataré- dijo Donna agarrándose el brazo en señal de tristeza, llorando sin parar.
-¡¡TE MATARÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉÉÉÉ!!-
1 comentario:
y tu eres el que te preocupes por si transmites o dejas de transmitir, pues ijo mio o soi yo o tu eres un experto en transmitir eee? xD
en fin como digo siempre esta muy emocionante y ademas ya te lo dixo que transmites todo bien para que lo entendamos! =)
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