Mark Shock pateó una hoja de papel arrugada que había en el suelo. Por culpa de ese viejo, había perdido tres días preciosos en los que podía haber ingresado en la mafia. Bueno, por lo menos le había traído al castillo. Pero que castillo. Era enorme. Ya había dado más de cuatro vueltas al mismo piso sin encontrar unas malditas escaleras. Cualquiera hubiera dicho que no podía ir solo sin perderse, pero él no encontraba razón alguna para pensarlo. Lo que pasaba era que la gente no sabía poner las escaleras donde debían. Desde que salió de casa, no había podido encontrar ni una miserable dirección que estuviera en su sitio. De todas formas ya lo había conseguido, solo tenía que hablar con un Pantera y explicarle la situación. Aunque no dejaba de preocuparle Tom. Lo único que le había dicho era que la mafia corría peligro y que buscaba un objeto, nada más. Ni siquiera le dijo qué peligro era ni para qué necesitaban nada. Caminando sin prisa, Mark llegó sin darse cuenta a los ascensores del primer piso que habían estado buscando, desde allí sin duda podría encontrar algún Pantera. Vio que el indicador de uno de los ascensores marcaba que éste estaba bajando y se puso muy contento. El ascensor estaba a punto de alcanzar la primera planta. Dentro, un Pantera maldecía rojo de rabia al idiota que había apretado todos los botones antes de salir y le había obligado a pararse en todas las plantas. Cuando llegó al primer piso y se abrió la puerta vio al otro lado de la habitación a uno de los intrusos que habían descrito. Rápidamente intentó salir antes de que las puertas del ascensor se cerraran pero llegó tarde y el golpe que se dio en la cara fue enorme. Bajó a la planta baja todavía más lleno de ira y gritando a viva voz que había localizado a uno de los intrusos. Mark oyó sonar el metal fuertemente e hizo una mueca de dolor al mismo tiempo que suspiró. Bajaría y hablaría con él, eso es lo que haría. Se dirigió a uno de los ascensores y bajó con él mientras todos los Pantera de la planta baja subieron por las escaleras a darle caza, pero éstos se encontraron que Mark ya no estaba allí. Al abrirse las puertas del ascensor Mark se rascó la cabeza. ¿Dónde se habría metido aquél tipo? De todas formas seguro que en esa planta había un mostrador de recepción o algo parecido. Al rato de caminar pasó por delante de lo que parecía un santuario y llegó a una gran mesa semicircular. Como allí tampoco había nadie se dedicó a llamar al timbre ruidosamente y a gritar.
-¡Salid de una vez quiero unirme a vosotros! ¿Por qué la gente será tan corta?-se extrañó.
-Ahí está. Es él, rápido- Mark se giró y vio un grupo de trajeados capitaneados por un hombre con la cara hinchada y roja.
-Que bien, oíd el servicio de recepción es pésimo no os pare…-Mark fue bajando la voz poco a poco, y esto fue debido a que el grupo de Pantera había crecido y no parecía muy contento. Todos empezaron a correr hacia él gritando y Mark salió huyendo como una exhalación en dirección contraria gritando que se habían equivocado.
-Que soy de los buenos, idiotas. Solo quiero unirme. Unirme. ¿Por qué es tan difícil de entender? Oh, espera- frenó en seco y las suelas de sus sandalias echaron humo. Giró la cadera y extendió la mano al grito:
-¡¡¡COSQUILLAAAAAAAAAAAAS!!!- de la yema de sus dedos salieron rayos azules dirigidos a los Pantera que cayeron electrocutados después de sufrir una gran descarga que les hizo enseñar hasta los huesos. Solo el de la cara hinchada quedó en pie con el rostro furioso. –Llévame ante tu jefe- sentenció Mark. Aquel hombre después de un segundo desafiante echó a correr como nunca con los brazos en alto gritando que los intrusos querían matar al jefe. –Mierda- pensó Mark.
***
Los escalones de madera crujieron al albergar el peso del Hombre, que se dirigía hacía el calabozo oculto, escondido detrás de un muro al fondo de los calabozos comunes. Pretendía mantener una pequeña conversación con los asesinos de sus compañeros sin que nadie se enterara por precaución, pero lo que se encontró hizo que sus pupilas se contrajeran al máximo y su rostro mostrara un asombro desmesurado, ya que el agujero del techo no era lo único visible. Sino que el cadáver del gordo yacía en el suelo de la celda. El Hombre se acercó a examinarlo. El color de su cuello daba a entender que había muerto estrangulado. ¿Sus portadores le habían matado? Y si ese era el caso, ¿Por qué lo habían hecho? El Hombre empezó a sentir como las olas le bañaban en un inmenso mar de dudas.
***
-¡Salid de una vez quiero unirme a vosotros! ¿Por qué la gente será tan corta?-se extrañó.
-Ahí está. Es él, rápido- Mark se giró y vio un grupo de trajeados capitaneados por un hombre con la cara hinchada y roja.
-Que bien, oíd el servicio de recepción es pésimo no os pare…-Mark fue bajando la voz poco a poco, y esto fue debido a que el grupo de Pantera había crecido y no parecía muy contento. Todos empezaron a correr hacia él gritando y Mark salió huyendo como una exhalación en dirección contraria gritando que se habían equivocado.
-Que soy de los buenos, idiotas. Solo quiero unirme. Unirme. ¿Por qué es tan difícil de entender? Oh, espera- frenó en seco y las suelas de sus sandalias echaron humo. Giró la cadera y extendió la mano al grito:
-¡¡¡COSQUILLAAAAAAAAAAAAS!!!- de la yema de sus dedos salieron rayos azules dirigidos a los Pantera que cayeron electrocutados después de sufrir una gran descarga que les hizo enseñar hasta los huesos. Solo el de la cara hinchada quedó en pie con el rostro furioso. –Llévame ante tu jefe- sentenció Mark. Aquel hombre después de un segundo desafiante echó a correr como nunca con los brazos en alto gritando que los intrusos querían matar al jefe. –Mierda- pensó Mark.
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Los escalones de madera crujieron al albergar el peso del Hombre, que se dirigía hacía el calabozo oculto, escondido detrás de un muro al fondo de los calabozos comunes. Pretendía mantener una pequeña conversación con los asesinos de sus compañeros sin que nadie se enterara por precaución, pero lo que se encontró hizo que sus pupilas se contrajeran al máximo y su rostro mostrara un asombro desmesurado, ya que el agujero del techo no era lo único visible. Sino que el cadáver del gordo yacía en el suelo de la celda. El Hombre se acercó a examinarlo. El color de su cuello daba a entender que había muerto estrangulado. ¿Sus portadores le habían matado? Y si ese era el caso, ¿Por qué lo habían hecho? El Hombre empezó a sentir como las olas le bañaban en un inmenso mar de dudas.
***
Las respiraciones entrecortadas que se oían entre los arbustos daban a entender que alguien se estaba escondiendo, las hojas de un verde abrumador brillaban cómplices mudas, y las raíces de unos árboles grandes servían de asiento a Nethuns y Yappi, dentro del bosque que había en el jardín. No habían parado de correr desde que escaparon de la celda, y el sol ya empezaba a alzarse abrasador en el linde del mediodía.
-Repasemos el plan- apuntó Neth- Volvemos, cogemos nuestras armas, escapamos, y por lo menos yo, cambio de profesión, esto de ser mercenario no me sale rentable. La mayoría de veces el pagar no entra dentro del trato, los clientes creen que pueden cambiar esa parte y matarte para que no abras la boca en cualquier momento.-
-¿Entonces porque elegiste este trabajo?- Neth le miró frío- Yo llevaba sirviendo a ese hombre junto con los hermanos Pindell desde la división, y ahora están muertos, todos.
-Llegué hasta vosotros hace poco, pero eso no importa ahora- dicho esto, bebió un trago de agua y se levantó. –Si quieres podemos patearle el culo a alguien para consolarte- Yappi agradeció la idea y los dos salieron del bosque a toda prisa, en dirección a la ventana más cercana del primer piso. Los dos habían despertado en la celda después de que les tumbara ese desgraciado Purasangre, les dijeron que disimularan y que pronto les sacarían de allí. Mentira tras mentira. Agazapados en el alféizar más alejado, medio escondido a simple vista, los dos compañeros revisaron la estancia con los ojos, Neth había abierto la ventana y Yappi entró primero. Para darles confianza el mensajero de su cliente les había dicho que sus armas estarían a buen recaudo en el almacén, y aunque no sabían dónde se encontraba ya que nunca habían entrado en el castillo de los Pantera, allí era donde se dirigían, avanzando lentamente de esquina en esquina, arrastrándose por la pared y evitando a todo el mundo. De repente apareció gritando un individuo con la cara roja y malherida diciendo que alguien quería matar a su jefe. Al pasar por su lado Neth levantó el brazo golpeando su cuello provocando que éste diera una vuelta en el aire y cayera al suelo, luego se agachó a su lado. –Ey amigo, ¿donde tenéis el almacén?- preguntó.-¿Quiénes sois?¿Amigos del rubio? Soltadme, por favor no me hagáis daño, no diré nada-
Le dejaron en el suelo con el pelo chamuscado. Yappi estaba guardando el mechero.
-¿Donde ha dicho?- dijo. –Izquierda y recto hasta los ascensores- contestó Neth.
Poco a poco todo el castillo fue enterándose de que El Hombre y Guslinger habían visto a unos intrusos y que luego alguien había electrocutado a un grupo de Panteras y abierto un agujero en el suelo, así que poco a poco se fueron organizando grupos armados y todos empezaron a buscar. Un numeroso grupo se dirigía veloz al punto donde se había visto por última vez a un intruso, los ascensores del primer piso. Nethuns y Yappi no sospechaban nada pero andaban muy cautelosamente, hasta que encontraron el almacén y entraron en él sin demora. Allí estaban sus armas a la vista. Pese a ser un lugar enorme lleno de desperdicios y objetos por todas partes, habían varias estanterías de hierro, y allí, en la primera de todas ellas estaban los sais de Yappi y los puños americanos de Nethuns. El lugar olía fatal y los cartones se apilaban por todos lados. Yappi metió su mano en el bolsillo y la mantuvo ahí un segundo, meditando. Poco a poco fue sacando un par de mecheros. Su mirada no decía nada, pero su mente pensaba que era una buena manera de hacer pagar a su cliente. Pero el brazo de Nethuns le detuvo, y el pelirrojo entró en razón al decirle que no todos tenían culpa, solo el que les había contratado. Se armaron y salieron de allí listos para no volver, pero fuera les esperaba el grupo de búsqueda que había ido allí primero. Las dos partes se sorprendieron. La danza comenzó, Yappi empuñó sus sais y se abalanzó sin perder un segundo contra los Pantera moviendo sus brazos, lanzando por el aire uno tras otro, sin derramar una sola gota de sangre al cauterizar las heridas instantáneamente, no quiso matarlos. Había exactamente catorce miembros y solo cinco se encontraban entre ellos y la pared más cercana. Neth propinó una tremenda patada en la cara al primero lanzándole contra otro Pantera, luego se agachó ante el puño de un tercero y le conectó un gancho desde abajo en toda la mandíbula. Con los puños americanos se sentía mejor. Los besó y vio que los otros dos iban a por él pistola en mano. Levantó el puño. Yappi enfundó sus sais al mismo tiempo que los restantes Pantera caían al suelo. Los había vencido con un giro. –¡¡Neth!!- gritó. Éste solo respondió: -¡Voy!- Y la pared explotó hacia fuera. Saltaron entre el polvo y empezaron a correr.
***
Era inevitable. Irremediablemente necesario que pasara. Nada más puso un pie fuera de las sombras, un grupo enorme de Panteras que se encontraba en el jardín inspeccionando vio a Tom Nikolieboom, y empezó a perseguirle. Tom empezó a correr apresuradamente olvidándose de que, efectivamente, podía huir de ellos con su poder. Su mente y sus reflejos ya no eran los de antes. Su alocada carrera seguida de los gritos salvajes de los Pantera llegó casi hasta la puerta principal. Desde allí se acercaban apresuradamente Neth y Yappi después de haber escapado por la pared, y se pararon al ver a Tom y sus perseguidores correr hacia ellos, dieron la vuelta para empezar a correr junto con el viejo en dirección contraria al ver que por ahí no podían seguir huyendo, y le maldijeron en voz alta sin que Tom supiera quienes eran. De repente, al intentar doblar una esquina vieron que salía Mark hacia ellos y Tom se alegró, pero su cara cambió completamente al ver que él también estaba siendo perseguido por un grupo enorme de Panteras armados. Los cuatro se habían reunido sin querer en una espiral del destino, acorralados por un gran número de mafiosos. Sus miradas se cruzaron perdidas llenas de incertidumbre y duda ante la situación. Todo estaba perdido, les habían cazado. Pero una voz sonó a lo lejos. En unos arcos situados arriba de una especie de porche se divisaba la silueta del Hombre. Por fin había encontrado a esos cabrones, transformó un tubo en una pistola y apuntó al grupo. Tom al ver al Purasangre quedó paralizado como la última vez pero despertó enseguida y cogió a Mark por el cuello, metiéndolo en la sombra de la capa que había proyectado el sol de mediodía. Pareció que unas lágrimas bañaran el suelo justo al desaparecer. Los Pantera se sorprendieron y los dos mercenarios juntaron las espaldas. El Hombre gritó: -¡¡Capturadles!! ¡¡Son prisioneros fugados!!- Muchas cosas dependían de su captura, y el Purasangre era muy consciente de ello. Finalmente Neth gritó desde lo más hondo de su garganta: -¡¡¡HUYEEE!!!- Y saltaron sin pensarlo.
-Repasemos el plan- apuntó Neth- Volvemos, cogemos nuestras armas, escapamos, y por lo menos yo, cambio de profesión, esto de ser mercenario no me sale rentable. La mayoría de veces el pagar no entra dentro del trato, los clientes creen que pueden cambiar esa parte y matarte para que no abras la boca en cualquier momento.-
-¿Entonces porque elegiste este trabajo?- Neth le miró frío- Yo llevaba sirviendo a ese hombre junto con los hermanos Pindell desde la división, y ahora están muertos, todos.
-Llegué hasta vosotros hace poco, pero eso no importa ahora- dicho esto, bebió un trago de agua y se levantó. –Si quieres podemos patearle el culo a alguien para consolarte- Yappi agradeció la idea y los dos salieron del bosque a toda prisa, en dirección a la ventana más cercana del primer piso. Los dos habían despertado en la celda después de que les tumbara ese desgraciado Purasangre, les dijeron que disimularan y que pronto les sacarían de allí. Mentira tras mentira. Agazapados en el alféizar más alejado, medio escondido a simple vista, los dos compañeros revisaron la estancia con los ojos, Neth había abierto la ventana y Yappi entró primero. Para darles confianza el mensajero de su cliente les había dicho que sus armas estarían a buen recaudo en el almacén, y aunque no sabían dónde se encontraba ya que nunca habían entrado en el castillo de los Pantera, allí era donde se dirigían, avanzando lentamente de esquina en esquina, arrastrándose por la pared y evitando a todo el mundo. De repente apareció gritando un individuo con la cara roja y malherida diciendo que alguien quería matar a su jefe. Al pasar por su lado Neth levantó el brazo golpeando su cuello provocando que éste diera una vuelta en el aire y cayera al suelo, luego se agachó a su lado. –Ey amigo, ¿donde tenéis el almacén?- preguntó.-¿Quiénes sois?¿Amigos del rubio? Soltadme, por favor no me hagáis daño, no diré nada-
Le dejaron en el suelo con el pelo chamuscado. Yappi estaba guardando el mechero.
-¿Donde ha dicho?- dijo. –Izquierda y recto hasta los ascensores- contestó Neth.
Poco a poco todo el castillo fue enterándose de que El Hombre y Guslinger habían visto a unos intrusos y que luego alguien había electrocutado a un grupo de Panteras y abierto un agujero en el suelo, así que poco a poco se fueron organizando grupos armados y todos empezaron a buscar. Un numeroso grupo se dirigía veloz al punto donde se había visto por última vez a un intruso, los ascensores del primer piso. Nethuns y Yappi no sospechaban nada pero andaban muy cautelosamente, hasta que encontraron el almacén y entraron en él sin demora. Allí estaban sus armas a la vista. Pese a ser un lugar enorme lleno de desperdicios y objetos por todas partes, habían varias estanterías de hierro, y allí, en la primera de todas ellas estaban los sais de Yappi y los puños americanos de Nethuns. El lugar olía fatal y los cartones se apilaban por todos lados. Yappi metió su mano en el bolsillo y la mantuvo ahí un segundo, meditando. Poco a poco fue sacando un par de mecheros. Su mirada no decía nada, pero su mente pensaba que era una buena manera de hacer pagar a su cliente. Pero el brazo de Nethuns le detuvo, y el pelirrojo entró en razón al decirle que no todos tenían culpa, solo el que les había contratado. Se armaron y salieron de allí listos para no volver, pero fuera les esperaba el grupo de búsqueda que había ido allí primero. Las dos partes se sorprendieron. La danza comenzó, Yappi empuñó sus sais y se abalanzó sin perder un segundo contra los Pantera moviendo sus brazos, lanzando por el aire uno tras otro, sin derramar una sola gota de sangre al cauterizar las heridas instantáneamente, no quiso matarlos. Había exactamente catorce miembros y solo cinco se encontraban entre ellos y la pared más cercana. Neth propinó una tremenda patada en la cara al primero lanzándole contra otro Pantera, luego se agachó ante el puño de un tercero y le conectó un gancho desde abajo en toda la mandíbula. Con los puños americanos se sentía mejor. Los besó y vio que los otros dos iban a por él pistola en mano. Levantó el puño. Yappi enfundó sus sais al mismo tiempo que los restantes Pantera caían al suelo. Los había vencido con un giro. –¡¡Neth!!- gritó. Éste solo respondió: -¡Voy!- Y la pared explotó hacia fuera. Saltaron entre el polvo y empezaron a correr.
***
Era inevitable. Irremediablemente necesario que pasara. Nada más puso un pie fuera de las sombras, un grupo enorme de Panteras que se encontraba en el jardín inspeccionando vio a Tom Nikolieboom, y empezó a perseguirle. Tom empezó a correr apresuradamente olvidándose de que, efectivamente, podía huir de ellos con su poder. Su mente y sus reflejos ya no eran los de antes. Su alocada carrera seguida de los gritos salvajes de los Pantera llegó casi hasta la puerta principal. Desde allí se acercaban apresuradamente Neth y Yappi después de haber escapado por la pared, y se pararon al ver a Tom y sus perseguidores correr hacia ellos, dieron la vuelta para empezar a correr junto con el viejo en dirección contraria al ver que por ahí no podían seguir huyendo, y le maldijeron en voz alta sin que Tom supiera quienes eran. De repente, al intentar doblar una esquina vieron que salía Mark hacia ellos y Tom se alegró, pero su cara cambió completamente al ver que él también estaba siendo perseguido por un grupo enorme de Panteras armados. Los cuatro se habían reunido sin querer en una espiral del destino, acorralados por un gran número de mafiosos. Sus miradas se cruzaron perdidas llenas de incertidumbre y duda ante la situación. Todo estaba perdido, les habían cazado. Pero una voz sonó a lo lejos. En unos arcos situados arriba de una especie de porche se divisaba la silueta del Hombre. Por fin había encontrado a esos cabrones, transformó un tubo en una pistola y apuntó al grupo. Tom al ver al Purasangre quedó paralizado como la última vez pero despertó enseguida y cogió a Mark por el cuello, metiéndolo en la sombra de la capa que había proyectado el sol de mediodía. Pareció que unas lágrimas bañaran el suelo justo al desaparecer. Los Pantera se sorprendieron y los dos mercenarios juntaron las espaldas. El Hombre gritó: -¡¡Capturadles!! ¡¡Son prisioneros fugados!!- Muchas cosas dependían de su captura, y el Purasangre era muy consciente de ello. Finalmente Neth gritó desde lo más hondo de su garganta: -¡¡¡HUYEEE!!!- Y saltaron sin pensarlo.
2 comentarios:
muy comico el capitulo!
y mas contigo interpretandolo a mi lado mientras lo leia! XD
ahora la gran espera hasta el viernes que viene! =)
weno ya lo he leido... voy a por el siguiente :P
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