Hora de escapar

Unete a la Mafia

Los Pantera evacuan el castillo por orden del Jefe. Ahora los Purasangre persiguen a los enemigos. Se acerca el fin.

miércoles, 13 de enero de 2010

Mafia. La búsqueda de Mark Shock.

Capítulo 1. Llegada

Entró en el local lentamente mientras observaba con atención a la muchedumbre. Un grupo de unas veinte personas se habían juntado, rodeando el centro de la estancia cuadrada. Todos estaban sentados en círculo mirando hacia abajo, y la multitud que se encontraba de pie, mantenía una firme atención en coger algún asiento vacío, para poder jugar también a los dados. Era un local clandestino de juego; pequeño, pero rentable, donde habían ido a jugar los más atrevidos. El Hombre se acercó al círculo y se mantuvo de pie tras un espectador.
- No puede ser cierto…- dijo. Y se fue a otro lado del círculo.
-¿Quién los ha llamado?...- El Hombre intentaba poner nerviosos a los presentes.
-Dicen que ya están llegando…- Estas frases se escurrieron entre todos los oídos, distorsionadas debido a la creciente preocupación, e hicieron que la gente que estaba allí empezara a salir por la puerta lentamente, hasta que empezó a escucharse un poco más de estruendo. El Hombre se sentó en una silla de las que quedaban vacías mientras observaba por encima de su hombro como se iba vaciando el local, cada vez más rápido, y el ruido de fuera crecía. Allí sentados quedaban siete hombres mirándolo, y de pie a la izquierda, fuera del círculo, un señor bajito con bigote.
-¿Quién eres?- preguntó uno de los siete.
-Solo una cosa...-dijo cabizbajo.
-Solo se os pidió que hicierais una cosa este mes…-
El Hombre miró las caras de los presentes, preocupadas. Giró el cuello para observar al bigotudo.
-Tu debes ser el jefe. No muy listo, la verdad. Creíste que si eras el único que abría ganarías más dinero…no, no, no…-susurró meneando la cabeza de lado a lado. Los siete sentados no se movían.
-¿Qué quieres?-se atrevió a decir uno de ellos al fin.
El Hombre señaló con el pulgar hacia su espalda, risueño.
-Que estos tres hombres dejen de apuntarme- Era increíble que se hubiera percatado de su presencia. El jefe, sudoroso, hizo un movimiento con la cabeza. Pero este movimiento no señalaba que obedecieran, sino que dispararan. Al instante los tres cayeron muertos al suelo con una bala cada uno en la sien. El Hombre seguía señalando con el pulgar, y miró al jefe.
-¿Porqué desobedeces? Nosotros le damos a tu organización el apoyo necesario siempre que nos lo pide, como un favor para con el prójimo. Somos los “Pantera” y controlamos los negocios de este país desde la división territorial del año cero, todo aquel que nos desobedece dentro de nuestra frontera tiene problemas, al igual que todo aquel sumiso recibe ventajas. ¿Por qué habéis escogido ser de los primeros?
-Déjanos en paz- dijo un inconsciente, levantándose de su silla.
El Hombre zarandeó su brazo derecho hacia delante y sacó un pequeño tubo de hierro de su manga.
-Con este tubo de hierro, podría mataros a todos.-susurró tranquilamente.
-¡No me fastidies!-gritó otro secuaz. El Hombre apuntó con el tubo a la rodilla de éste, donde segundos más tarde apareció una bala incrustada.
-Este será el trato; vosotros prometéis que no volveréis a desobedecer a los “Pantera” y yo no os mataré, ¿de acuerdo?- y dicho esto se levantó. Los otros hombres junto con el jefe cayeron de rodillas al intentar seguirle, todos con una bala en la rodilla, mientras El Hombre sujetaba el tubo de hierro, y después de despedirse cordialmente de ellos, salió a la calle, donde le esperaba un joven trajeado apoyado en un lujoso BMW.
-Es increíble que nos hayan mandado esta bazofia de trabajo a nosotros-dijo el joven.
-Cállate Craig, y no te quejes tanto. Anda sube al coche.-
Pero cuando la pareja estaba a punto de sentarse en el vehículo, El Hombre se quedó quieto mirando a Craig, con cara de pensativo.
-Venga, suéltalos- dijo arrastrando las palabras.
-¿Qué? ¿Que suelte a quién?- contestó el joven evitando el tema.
-Ya- dijo tajante su compañero.
-Oh, vamos Hombre, nunca me dejas…-
-Craaaaig…- empezaba a impacientarse.
-Vaaaaale, vale-
Entonces, del bolsillo interior de la chaqueta, Craig sacó un pequeño frasco de colonia rosa y apretó el purificador, dejando salir un denso humo rosado del recipiente. Cuando el humo se disipó, aparecieron una docena de hombres que estaban en el local antes, y empezaron a correr despavoridos.

***

En una estrecha calle peatonal que desembocaba en una gran plaza rodeada de edificios importantes, se encontraba un chico caminando con paso decidido, pero despreocupado. Sus vaqueros negros rozaban entre ellos dando al ambiente un tono musical continuo, y su camisa blanca daba paso al chaleco hawaiano azul. Iba silbando.
Desde los callejones, como suspiros inesperados, empezaron a surgir sombras que poco a poco rodearon al chico, que siguió caminando hasta que se le plantó delante uno de los tíos más altos que había visto nunca. Entonces se paró y levantó el cuello para verle la cara.
-Ostras, pues si que eres tu alto- le dijo sorprendido.
Todos los maleantes que le rodeaban acariciaban una sonrisa de satisfacción.
-¿Es que no sabes que no puedes cruzar este barrio sin nuestra autorización?-dijo cruzando los brazos.- ¿Buscas problemas?-
-Solo quería pasar por aquí para llegar antes a mi destino, no sabía que tuviera que pagar... ¡OSTRAS! ¡COMO MOLA TÚ PENDIENTE! ¿Es un trozo de marfil?-dijo apuntándole con el dedo.
Al cabecilla se le estaba empezando a acabar la paciencia.
-Ingenuo. Es un hueso humano. Nosotros, la banda del tornillo no nos andamos con minucias. O pagas o mueres, no nos importa que quieras, no nos importa de dónde vengas ni quien seas. El gran jefe nos ha encomendado esta misión con confianza, y así lo haremos.- El chico no se había movido del sitio, y su cara tampoco sufrió cambio alguno. – ¡Chicos a por él!-
Cuando se le abalanzaron todos de golpe armados con bates y palos, el chico levanto las manos.
-¡COSQUILLAAAAAAAAAAAS!- Empezaron a salir rayos azules de su cuerpo que electrocutaron a toda la banda del tornillo, dejándolos fritos.
El jefe se había quedado de piedra con la boca abierta, y cuando el chico le miró, éste se cayó de culo y retrocedió unos metros a gatas con los ojos llorosos.
-No eres más que un gallina-dijo acercándose. -¿Puedo pasar gratis por esta vez, por favor?-
-AAAaaaahhhh, claro, claro, tranquilamente.-le temblaba todo.
El chico le cogió de la camisa y se lo acercó a la cara. Se quedaron mirando fríamente.
-La verdad es que me he perdido. Me llamo Mark Shock, y estoy buscando a los “Pantera”. ¿ Podrías decirme dónde encontrarles?
El jefe de la banda se quedó perplejo y contestó lo mejor que pudo.
-L-L-L-Los “Pantera” son los miembros de la mafia que controla este país, son muy respetados en esta su ciudad. Hace nada pillaron a un local clandestino que les había desobedecido y mataron a tres personas mínimo. Algunos dicen que sin armas, otros afirman haber sido encerrados por el genio de la lámpara, son bestias. ¿Porque quieres encontrarles?-
-Jejejeje. Porque quiero unirme a ellos.-
-En ese caso significa que quieres morir pronto. Tu truquito del calambre no funcionará. Pero si es lo que quieres te diré que tienen un campo de entrenamiento público en las afueras, como espectáculo más que nada, para intimidar. Puede que allí encuentres algo.- dijo.
Mark lo dejó en el suelo y se fue hacia delante para buscar a los “Pantera”, cuando, sin darse la vuelta, levantó la mano y gritó: ¡Gracias viejo!
Al fondo se oyó: ¡No soy ningún viejoooo!
Jejejejejejeje rió Mark.

2 comentarios:

Vicente dijo...

Esta interesante, lo de la botellita de perfume es muy graciso jejeje.

Martita dijo...

Me ha gustado mucho y me parece muy interesante y como me quedado con la intriga estoy deseando ver como sigue esta historia asi que espero que subas algo nuevo muy pronto jejeje

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