jueves, 6 de mayo de 2010
Aviso
Siento mucho comunicaros que debo pausar la historia debido a los exámenes universitarios. Retomaré la historia en verano. Gracias.
viernes, 30 de abril de 2010
El jinete plateado
Queridos lectores.
Os comunico que me han otorgado el segundo premio de un pequeño certamen de la universidad popular de Gandia, de lo cual estoy muy contento.
Por ello he preferido poner algo que escribí cuando realizaba esos cursos, aunque NO sea el relato ganador.
Prometo que el capítulo de la semana que viene será más largo como compensación.
Una batalla inexistente se cernía sobre la mente extraordinaria del jovenzuelo que estaba tumbado boca arriba sobre la cama. Los ojos como platos, deslumbraban el techo oscuro de la habitación en penumbra, y los brazos en pos del cansancio tiritaban de la emoción. Se difuminaban muros y ventanas para observar, como un ave en pleno vuelo, el combate del jinete plateado contra la manada de leones hambrientos. Nada tenían que hacer allí los súbditos del jinete, en retaguardia, ya que éste podía con todos los animales de una vez. Montado sobre su caballo negro, ataviado con mantos amarillos y rojos, que le hacían mucho más temeroso. Los rugidos no dejaban oír los gemidos de la gente que corría a su alrededor, y el salpicar de la sangre, cegadora y caliente a la luz del sol, no molestaba al valiente que blandía la espada para proteger a los aldeanos.
Bajó del caballo. Un único rival quedaba ahora en pie. Los contrincantes empezaron un baile fugaz, mirándose fijamente a los ojos, moviéndose con sutileza y lentitud, arrastrando los pies. Cambio brusco, un paso adelante, un rugido inmenso al otro lado de la pared, un insulto rápido antes de producirse el sonido de la carne contra el filo, y el golpe que por poco hecha la puerta abajo. Silencio. El niño sentado en la cama, y el pomo ladeado abriendo paso al jinete plateado, sonriente y con la espada vencedora. Al fondo, la sombra de un león que ya no asustaría a nadie nunca más.
Os comunico que me han otorgado el segundo premio de un pequeño certamen de la universidad popular de Gandia, de lo cual estoy muy contento.
Por ello he preferido poner algo que escribí cuando realizaba esos cursos, aunque NO sea el relato ganador.
Prometo que el capítulo de la semana que viene será más largo como compensación.
Una batalla inexistente se cernía sobre la mente extraordinaria del jovenzuelo que estaba tumbado boca arriba sobre la cama. Los ojos como platos, deslumbraban el techo oscuro de la habitación en penumbra, y los brazos en pos del cansancio tiritaban de la emoción. Se difuminaban muros y ventanas para observar, como un ave en pleno vuelo, el combate del jinete plateado contra la manada de leones hambrientos. Nada tenían que hacer allí los súbditos del jinete, en retaguardia, ya que éste podía con todos los animales de una vez. Montado sobre su caballo negro, ataviado con mantos amarillos y rojos, que le hacían mucho más temeroso. Los rugidos no dejaban oír los gemidos de la gente que corría a su alrededor, y el salpicar de la sangre, cegadora y caliente a la luz del sol, no molestaba al valiente que blandía la espada para proteger a los aldeanos.
Bajó del caballo. Un único rival quedaba ahora en pie. Los contrincantes empezaron un baile fugaz, mirándose fijamente a los ojos, moviéndose con sutileza y lentitud, arrastrando los pies. Cambio brusco, un paso adelante, un rugido inmenso al otro lado de la pared, un insulto rápido antes de producirse el sonido de la carne contra el filo, y el golpe que por poco hecha la puerta abajo. Silencio. El niño sentado en la cama, y el pomo ladeado abriendo paso al jinete plateado, sonriente y con la espada vencedora. Al fondo, la sombra de un león que ya no asustaría a nadie nunca más.
viernes, 23 de abril de 2010
Mafia. Capítulo 15. Código PEE 19.

Después de ser testigos del asesinato del Doctor Oloront, ni Mark ni Tom pudieron reaccionar hasta pasados unos minutos. Si el traidor era el Jefe, no podían recurrir a él para que les ayudara, así que no tenían más opción que intentar convencer a algún Purasangre, ya que un enfrentamiento directo con Fred seguiría mostrándolos a ellos como los malos. La única forma era mostrarles la agenda que Mark había encontrado en el despacho así que éste se la guardó y decidieron empezar a buscar. De momento solo se habían topado con El Hombre, pero ellos no sabían que la mayoría de sus compañeros le consideraba justamente a él el cabecilla de todo este caos, por lo que no sería tarea fácil. Empezaron otra vez a correr en un frenesí de nervios, agotados de tanta carrera. Cruzaron más pasillos y entraron en salas y más salas, pero no encontraron a nadie. Habían oído perfectamente como el Jefe formaba grupos de búsqueda por el altavoz, pero parecía como si todos hubiesen huido.
Siguieron corriendo por un estrecho pasillo, todavía con las paredes de piedra, y de pronto Mark notó algo en el aire que le hizo alertarse. Guslinger apareció a su lado empuñando un cuchillo dispuesto a rebanarle el cuello. Éste se sorprendió tanto que apenas pudo echar el cuerpo hacia atrás para esquivar la puñalada, por lo que el arma le pasó rozando, pero entonces, el enemigo comenzó a moverse y a atacar a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder de teletransportación. Primero apareció detrás de ellos en medio de un salto e intentó cortarlos en vertical a ambos con un par de cuchillos, Mark se lanzó contra la pared eludiendo el ataque y Tom se metió en una de sus sombras, luego volvió a atentar contra Mark pero al ver que éste iba a hacer algo se desvaneció, previniéndose así de la descarga eléctrica, pero el enemigo no dio un segundo de respiro y apareció a lo lejos del pasillo lanzando varios proyectiles hacia él. A Mark no le dio tiempo de reaccionar y a punto estuvieron de dar en el blanco los cuchillos si no hubiese sido porque Tom salió de las sombras en el último segundo y los cogió todos en el aire de una forma magistral, evitando así que dañaran a su amigo. Giró el cuerpo, y con toda su fuerza, lanzó las armas en la dirección opuesta, estaba seguro de que aquél tipo aparecería justo allí, rodeado de humo, y no se equivocó. El que ese viejo predijera su movimiento confundió a Gus y le hizo replegarse, fastidiándole así el ataque sorpresa, pero no tardó en volver a la carga, esta vez desde arriba. Cayó en picado como un ave rapaz, pero Tom le sorprendió girando sobre su talón y cogiéndole de la muñeca. En ese momento intentó desvanecerse como hacía siempre, lleno de confianza, pero Tom le asió bien fuerte el hombro con la otra mano, y con toda su fuerza dio con él en el suelo, provocando un temblor.
-Mark, huye ahora, ya sabes lo que tienes que hacer-
-Pero tú… –balbuceó.
– ¡Solo corre!- le contestó el vejete.
Acto seguido intentó estamparlo contra la pared pero Guslinger rodó en el aire e inmovilizó el brazo de Tom, obligándole a arrodillarse. -¿Qué me has hecho?- quiso saber el Purasangre, pero por respuesta solo obtuvo un taconazo en el pie que le distrajo lo suficiente como que el viejo se escapara y se metiera en otra de sus sombras.
Guslinger se irguió y empezó a buscar a Tom con la mirada, empuñando un cuchillo, alerta a cualquier movimiento sospechoso. Sin que se diera cuenta, había aparecido poco a poco un gancho de metal rondando su cuello. El gancho estaba sujeto a una cadena de metal que bailaba al compás de los pasos de su presa, a la izquierda, luego a la derecha, una vuelta por arriba y cuando se dispuso a atraparle éste se desvaneció, apareciendo unos metros más allá. Aquél viejo no era como los dos impacientes que se había encontrado antes, era precavido. Sintió una ráfaga y apenas pudo esquivar la flecha que había salido de una de las paredes de piedra, siempre desapareciendo y volviendo a aparecer un poco más lejos. Luego un intento de disparo en la entrepierna desde abajo, y después una piedra de gran tamaño que lanzó desde el techo. ¿Es que no iba a mostrarse otra vez? Pero ante tal pensamiento notó una pequeña presión en el cuello que le hizo desaparecer de nuevo instintivamente. Tom había asomado medio cuerpo a su espalda y a punto estuvo de cortarle la cabeza con unas tijeras gigantes, pero ahora que se había mostrado Gus reaccionó de la misma manera que lo hizo la primera vez intentando un corte vertical por retaguardia, pero el viejo rodó sobre sí mismo, entró en una sombra, y un segundo después volvió a aparecer enfurecido empuñando en su diestra una sierra de divertidas proporciones. Gus rápidamente sacó un cuchillo e interceptó el golpe.
-No dejaré que mates a ningún Pantera, intruso –dijo decidido. –Todo lo contrario, amigo, nosotros estamos aquí por bien- le contestó Tom.
-¡Maldito cuarteto de mentirosos!- gritó dispuesto a apuñalarlo con la mano que le había quedado libre, pero Tom la desvió con un golpe seco y Gus respondió empujando la sierra hacia un lado y creando una obertura por donde atacar al viejo.
-Tu sí que no te escaparás- Craig había dicho que el Jefe los quería muertos, así que no había discusión posible, aunque Craig fuera un completo capullo.
Tom, ajeno a los pensamientos de su enemigo, rodó hacia atrás y volvió a desaparecer.
Ha intentado matarme, pensó.
No había duda de que Fred estaba moviendo ficha ya que el asesinato no era un protocolo que se tomara a la ligera.
Mark ya debe haberse alejado lo suficiente, así que debo volverme a encontrar con él y seguir buscando a algún Purasangre.
-¿Cómo has anulado antes mi poder? ¡Responde! -parecía enfadado- ¡Responde!- volvió a gritar.
Y en ese preciso momento sonaron de nuevo los altavoces, amplificando una voz carismática y dulce, que anunciaba nuevas órdenes debido a los últimos acontecimientos.
-Queridos miembros de los Pantera -era Fred, aquél vil traidor- después de meditarlo bastante he decidido, como vuestro Jefe y por tanto vuestro protector, que abandonéis el castillo inmediatamente. Código PEE 19. Repito, evacuad el castillo ahora mismo-
Desde que Terry se había marchado su grado de preocupación había ido en aumento. Si alguien viera esa agenda todo se descubriría y nada de lo que había hecho hubiera valido la pena, pero no podía dejar el castillo sin protección, rindiéndose, por eso había convocado el código por el cual todos debían evacuar, excepto los Purasangre. Así, con el castillo vacío, no habría restricciones en las luchas y podrían cazar a los intrusos y a los fugitivos mucho más rápidamente, a la vez que los propios Purasangre discutían entre ellos por ver quién era el verdadero traidor.
Era un plan perfecto. Así él también podría robar la gema sin que nadie se diera cuenta…
Siguieron corriendo por un estrecho pasillo, todavía con las paredes de piedra, y de pronto Mark notó algo en el aire que le hizo alertarse. Guslinger apareció a su lado empuñando un cuchillo dispuesto a rebanarle el cuello. Éste se sorprendió tanto que apenas pudo echar el cuerpo hacia atrás para esquivar la puñalada, por lo que el arma le pasó rozando, pero entonces, el enemigo comenzó a moverse y a atacar a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder de teletransportación. Primero apareció detrás de ellos en medio de un salto e intentó cortarlos en vertical a ambos con un par de cuchillos, Mark se lanzó contra la pared eludiendo el ataque y Tom se metió en una de sus sombras, luego volvió a atentar contra Mark pero al ver que éste iba a hacer algo se desvaneció, previniéndose así de la descarga eléctrica, pero el enemigo no dio un segundo de respiro y apareció a lo lejos del pasillo lanzando varios proyectiles hacia él. A Mark no le dio tiempo de reaccionar y a punto estuvieron de dar en el blanco los cuchillos si no hubiese sido porque Tom salió de las sombras en el último segundo y los cogió todos en el aire de una forma magistral, evitando así que dañaran a su amigo. Giró el cuerpo, y con toda su fuerza, lanzó las armas en la dirección opuesta, estaba seguro de que aquél tipo aparecería justo allí, rodeado de humo, y no se equivocó. El que ese viejo predijera su movimiento confundió a Gus y le hizo replegarse, fastidiándole así el ataque sorpresa, pero no tardó en volver a la carga, esta vez desde arriba. Cayó en picado como un ave rapaz, pero Tom le sorprendió girando sobre su talón y cogiéndole de la muñeca. En ese momento intentó desvanecerse como hacía siempre, lleno de confianza, pero Tom le asió bien fuerte el hombro con la otra mano, y con toda su fuerza dio con él en el suelo, provocando un temblor.
-Mark, huye ahora, ya sabes lo que tienes que hacer-
-Pero tú… –balbuceó.
– ¡Solo corre!- le contestó el vejete.
Acto seguido intentó estamparlo contra la pared pero Guslinger rodó en el aire e inmovilizó el brazo de Tom, obligándole a arrodillarse. -¿Qué me has hecho?- quiso saber el Purasangre, pero por respuesta solo obtuvo un taconazo en el pie que le distrajo lo suficiente como que el viejo se escapara y se metiera en otra de sus sombras.
Guslinger se irguió y empezó a buscar a Tom con la mirada, empuñando un cuchillo, alerta a cualquier movimiento sospechoso. Sin que se diera cuenta, había aparecido poco a poco un gancho de metal rondando su cuello. El gancho estaba sujeto a una cadena de metal que bailaba al compás de los pasos de su presa, a la izquierda, luego a la derecha, una vuelta por arriba y cuando se dispuso a atraparle éste se desvaneció, apareciendo unos metros más allá. Aquél viejo no era como los dos impacientes que se había encontrado antes, era precavido. Sintió una ráfaga y apenas pudo esquivar la flecha que había salido de una de las paredes de piedra, siempre desapareciendo y volviendo a aparecer un poco más lejos. Luego un intento de disparo en la entrepierna desde abajo, y después una piedra de gran tamaño que lanzó desde el techo. ¿Es que no iba a mostrarse otra vez? Pero ante tal pensamiento notó una pequeña presión en el cuello que le hizo desaparecer de nuevo instintivamente. Tom había asomado medio cuerpo a su espalda y a punto estuvo de cortarle la cabeza con unas tijeras gigantes, pero ahora que se había mostrado Gus reaccionó de la misma manera que lo hizo la primera vez intentando un corte vertical por retaguardia, pero el viejo rodó sobre sí mismo, entró en una sombra, y un segundo después volvió a aparecer enfurecido empuñando en su diestra una sierra de divertidas proporciones. Gus rápidamente sacó un cuchillo e interceptó el golpe.
-No dejaré que mates a ningún Pantera, intruso –dijo decidido. –Todo lo contrario, amigo, nosotros estamos aquí por bien- le contestó Tom.
-¡Maldito cuarteto de mentirosos!- gritó dispuesto a apuñalarlo con la mano que le había quedado libre, pero Tom la desvió con un golpe seco y Gus respondió empujando la sierra hacia un lado y creando una obertura por donde atacar al viejo.
-Tu sí que no te escaparás- Craig había dicho que el Jefe los quería muertos, así que no había discusión posible, aunque Craig fuera un completo capullo.
Tom, ajeno a los pensamientos de su enemigo, rodó hacia atrás y volvió a desaparecer.
Ha intentado matarme, pensó.
No había duda de que Fred estaba moviendo ficha ya que el asesinato no era un protocolo que se tomara a la ligera.
Mark ya debe haberse alejado lo suficiente, así que debo volverme a encontrar con él y seguir buscando a algún Purasangre.
-¿Cómo has anulado antes mi poder? ¡Responde! -parecía enfadado- ¡Responde!- volvió a gritar.
Y en ese preciso momento sonaron de nuevo los altavoces, amplificando una voz carismática y dulce, que anunciaba nuevas órdenes debido a los últimos acontecimientos.
-Queridos miembros de los Pantera -era Fred, aquél vil traidor- después de meditarlo bastante he decidido, como vuestro Jefe y por tanto vuestro protector, que abandonéis el castillo inmediatamente. Código PEE 19. Repito, evacuad el castillo ahora mismo-
Desde que Terry se había marchado su grado de preocupación había ido en aumento. Si alguien viera esa agenda todo se descubriría y nada de lo que había hecho hubiera valido la pena, pero no podía dejar el castillo sin protección, rindiéndose, por eso había convocado el código por el cual todos debían evacuar, excepto los Purasangre. Así, con el castillo vacío, no habría restricciones en las luchas y podrían cazar a los intrusos y a los fugitivos mucho más rápidamente, a la vez que los propios Purasangre discutían entre ellos por ver quién era el verdadero traidor.
Era un plan perfecto. Así él también podría robar la gema sin que nadie se diera cuenta…
El código PEE 19 implicaba una evacuación completa exceptuando a los Purasangres, y eso lo sabía muy bien Tom. Pero lo que realmente le sorprendió fue que aquél Pantera no se moviera de su sitio.
-¡Viejo sal ahora mismo! ¡Tienes algo que explicarme!-
El vejete abrió los ojos, aquello solo podía significar que tenía delante de él a alguien que les podría ayudar, si sabía cómo convencerle.
-¡Viejo sal ahora mismo! ¡Tienes algo que explicarme!-
El vejete abrió los ojos, aquello solo podía significar que tenía delante de él a alguien que les podría ayudar, si sabía cómo convencerle.
***
-¿Por qué nos has traicionado a todos Hombre?- dijo Belladonna llorando. Sus lágrimas caían arañando la ternura como rocío deshilachado, pero una expresión de pavor se había asentado en el rostro de su compañero, que se acariciaba el pelo nervioso.
-¡Tú has empezado y ni siquiera sé el porqué!- gritó señalándola.
-¿Qué no sabes el porqué? ¿Tú que contrataste a los asesinos de tu propio aprendiz el otro día?- los llantos escapaban y dolía la garganta.
El Hombre se quedó petrificado ante tales palabras.
-Que…como…no…- balbuceaba sin sentido.
-Todos lo sabemos Hombre. Tú eres el traidor. Quisiste la fama de la victoria pero Gin te la arrebató. Por eso ahora tus amigos están causando tantos problemas. ¡Por qué quieres matar al Jefe y quedarte con su puesto!-
Cada palabra de Donna se clavaba lentamente en el corazón del Purasangre como diminutos puñales envenenados. Los sentidos nublados le estaban engañando.
En ese momento se sintió completamente impotente, si todo el mundo creía lo mismo, ¿cómo iba él a demostrar lo contrario?
Se miraron fijamente un largo tiempo. Llevaban un rato discutiendo, pero no habría podido imaginarse que esa fuera la verdadera razón de que le atacara.
-Te mataré- dijo Donna agarrándose el brazo en señal de tristeza, llorando sin parar.
-¡¡TE MATARÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉÉÉÉ!!-
-¡Tú has empezado y ni siquiera sé el porqué!- gritó señalándola.
-¿Qué no sabes el porqué? ¿Tú que contrataste a los asesinos de tu propio aprendiz el otro día?- los llantos escapaban y dolía la garganta.
El Hombre se quedó petrificado ante tales palabras.
-Que…como…no…- balbuceaba sin sentido.
-Todos lo sabemos Hombre. Tú eres el traidor. Quisiste la fama de la victoria pero Gin te la arrebató. Por eso ahora tus amigos están causando tantos problemas. ¡Por qué quieres matar al Jefe y quedarte con su puesto!-
Cada palabra de Donna se clavaba lentamente en el corazón del Purasangre como diminutos puñales envenenados. Los sentidos nublados le estaban engañando.
En ese momento se sintió completamente impotente, si todo el mundo creía lo mismo, ¿cómo iba él a demostrar lo contrario?
Se miraron fijamente un largo tiempo. Llevaban un rato discutiendo, pero no habría podido imaginarse que esa fuera la verdadera razón de que le atacara.
-Te mataré- dijo Donna agarrándose el brazo en señal de tristeza, llorando sin parar.
-¡¡TE MATARÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉÉÉÉ!!-
viernes, 16 de abril de 2010
viernes, 9 de abril de 2010
Mafia. Capítulo 13. La maraña del diablo.

Por lo visto lo último que podrían haber deseado era lo único que se mostraba real frente a ellos, una muralla de músculos negros cerraba el paso a la oportunidad de escapar impunes del castillo. Thorn miraba a la pareja enojado por todos los destrozos que habían ocasionado, y su deber como Purasangre era capturarlos junto con los demás intrusos.
-Déjanos ir amigo, solo queremos salir de aquí. No hemos hecho nada- dijo Neth. Pero la respuesta vino en forma de ataque. Thorn jamás iba a dejarles ir. Una rasta se abalanzó contra ellos y los dos la evadieron.
-La situación es simple. Ustedes son intrusos y yo un miembro cualificado para detenerlos, por lo tanto la razón le será dada a aquel que salga victorioso de la batalla, nada más- la voz del enemigo sonaba grave y profunda.
-Si es lo que quieres, adelante- El pelirrojo blandió sus sais frente a la mirada atónita de Neth, por lo visto tendrían que vencerle de verdad si querían escapar.
El lago estaba calmado detrás suyo, se encontraban justo en el único lateral del castillo, por donde habían entrado antes a buscar las armas, y más allá el mar, el vacío y el rompiente de las olas, que dejaban entrever lo salvaje del azul. El Purasangre se quitó la camiseta poco a poco, dando tiempo a los mercenarios de contar uno por uno los músculos de éste, y empezó a estirar luego de dejarla caer a un lado. Nethuns y Yappi habían podido apreciar que las rastas del oponente podían estirarse y contraerse a voluntad, lo que les dejaba en la incógnita del verdadero alcance de las mismas, y que si su estilo de combate era el de larga distancia como bien parecía, no tendría la necesidad de cultivar una masa muscular tan pronunciada. Esperaban un ataque directo como el de antes que poder esquivar, y eso fue lo que recibieron, pero esta vez de una magnitud muy superior, ya que no fue una rasta, sino dos serpientes hechas con su pelo, de unos tres metros de diámetro, las que se dirigieron veloces en dirección a los mercenarios. Debido al peso que tenían que soportar debajo del anda, los portadores necesitaban unas extremidades fuertes y una velocidad única que, al descargar el peso, se multiplicaba de manera exponencial, así que saltaron los dos hacia el cielo antes de que ninguna de las dos serpientes les tocara, pero esto no hizo que se detuvieran, ya que se enroscaron y siguieron creciendo hacia arriba rápidamente. Los dos mercenarios, que estaban suspendidos en el aire a muchos metros, juntaron sus pies para impulsarse cada uno en una dirección y así esquivar de nuevo el ataque que sin descanso les perseguía. Las serpientes pasaron de largo ante tal artimaña, pero enseguida giraron y siguieron tras Nethuns y Yappi. Éste último llegó con el salto a posarse sobre la fachada del castillo, y volvió a coger impulso para apartarse del camino del cabello de Thorn, que chocó contra el muro haciendo un pequeño agujero, y luego se dividió en multitud de tentáculos que empezaron a dar caza al pelirrojo en su vuelo.
Nethuns por otro lado aterrizó de pie en la hierba a la espera del enemigo. Preparó el puño y su arma brilló desafiando los rayos del sol, pero cuando conectó el golpe de frente solo provocó que la serpiente frenara un poco, y como consecuencia del contacto físico, el pelo comenzó a enredársele por todo el brazo, amenazándole. No había sido buena idea. Yappi lo vio y rápidamente se dirigió allí corriendo por el suelo, pero casi fue tragado por una serpiente que Thorn había lanzado al combate, y al abalanzarse sobre Neth cortó con sus sais el cabello que le estaba oprimiendo. Lo cogió y evadió todo el cabello que les perseguía retrocediendo en dirección al lago. Allí se recompusieron en un segundo y volvieron a subir la guardia frente a los ataques de Thorn.
Nethuns se quitó los cabellos del brazo.
-Parece que cuando le cortamos el pelo, ese tío pierde el control sobre el mismo-
-Si pero no creo que debamos basar nuestro ataque en eso, recuerda que puede alargarlo todo lo que quiera-
Un nuevo ataque hizo que se separaran otra vez, pero ahora corrieron hacia Thorn en ofensiva, que se mantenía cruzado de brazos desde el inicio de la batalla. Neth esquivaba la melena de éste como podía pero no podía avanzar mucho sin ser rodeado por ella, y Yappi aún con sus sais tampoco pudo acercarse demasiado.
-¡No puedo acercarme más!-gritó.
Entonces una ola de pelambre les inundó y los agarró fuertemente, una ola que se extendió por casi todo el lugar y llegó hasta casi el primer piso del castillo, como una tormenta desatada llena de columnas que se alzaban y se derrumbaban intermitentemente. La pareja quedó atrapada y empezó a moverse sin control por dentro de la maraña de pelo, sintiendo la presión por todo el cuerpo y perdiendo la noción del espacio, pero el joven mercenario pudo reaccionar a tiempo y accionó el último de sus mecheros, creando un hilo que viajó raudo por la tormenta, incinerando todos los pelos que les oprimían y así pudieron liberarse, con el fuego como protector. Thorn al ver el ataque de su oponente retiró el cabello, que quedó flotando en el aire a una distancia prudencial de sus enemigos. Nethuns y Yappi consiguieron respirar de nuevo, asqueados y mareados de tanto pelo, y el pelirrojo llamó al fuego para que permaneciera a su lado, ya que no debía malgastar ni una pizca de gas.
-Veo que tu poder podría causarme unos cuantos problemas, así que por esta vez os probaré también de otra manera- dijo Thorn, y acto seguido empezó a correr lentamente hacia ellos. Los mercenarios se sorprendieron un poco pero vieron que el Purasangre incrementaba la velocidad poco a poco. Si dejaban que les diera semejante golpe, sin duda morirían.
Los dos pudieron esquivarlo fácilmente pero él siguió corriendo hacia delante sin parar hasta que finalmente frenó.
-Parece que es bastante lento y pesado, y que por eso su poder se basa en su melena-
-¿Entonces su musculatura no es su poder, sino su desventaja?-
-Ahora veréis- dijo él, y golpeando con sus rastas al suelo se impulsó hacia Nethuns con el puño en alto, provocando que éste también quisiera contraatacar de la misma manera, pero en el último segundo se dio cuenta de que era una locura comparar su fuerza y esquivó el puñetazo hacia atrás de milagro. Sin embargo, sin darle tiempo a reaccionar, Thorn enroscó un pie de Neth con una de sus rastas y lo lanzó contra Yappi intentando desconcentrarlo para poder conectar un golpe demoledor después de volver a impulsarse, pero Yappi no hizo caso y esquivó a Neth con una voltereta de lado empuñando su sai y parando el puño de Thorn con un corte del mismo, a la vez que rodaba en el suelo y aparecía en su espalda junto con una bola de fuego que lanzó contra él. Thorn se giró para protegerse el pelo pero al hacerlo le dio a Nethuns la oportunidad perfecta de acercársele por la espalda y utilizar su gran fuerza en arrancar dos grandes mechones de la cabeza de su enemigo, ya que aunque pudiera alargarlo a voluntad, no había mostrado el poder de hacerlo crecer de nuevo. Inmediatamente después y olvidándose de las quemaduras de su pecho, el Purasangre volvió a girarse, esta vez gritando de rabia a causa del tirón de pelo y lanzó a Nethuns por el aire con un manotazo espectacular, dejando a Yappi boquiabierto y preocupado hasta que Thorn intentó hacer lo mismo con él y tuvo que saltar hacia atrás para esquivarlo.
-¡No saldréis nunca de aquí!- gritó con todas sus fuerzas a la vez que lanzaba todo su potencial contra el pelirrojo. Yappi no tuvo más remedio que gastar la mitad de su último mechero en crear llamaradas capaces de enfrentarse a su enemigo. Cada cabello que intentaba acercarse era convertido en ceniza y sustituido por otro cabello todavía más rápido. El fuego bailaba entre la oscuridad de la maraña y cortaba los hilos que alcanzaban a su amo a la vez que éste los cortaba con sus sais, hasta que en un momento determinado se vio tan acorralado que creó un escudo con las flamas naranjas que hizo retroceder un poco a Thorn, pero la inmensidad de la melena hizo que tuviera que gastar todo el gas que le quedaba en crear un remolino de fuego que le rodeara impidiendo la entrada de cualquier hebra. Pero el orgullo de Thorn no iba a ser detenido ahora por nada del mundo, así que después de un instante de reflexión y de una mirada de desafío, ordenó a su cabello que cruzara el remolino y atrapara a Yappi aunque le costara caro. Entonces, una gran muralla de pelo cubrió el sol y embistió el remolino con toda su furia, pero al ver que esto no funcionaba, cambió de táctica, y creó su propio remolino alrededor del de Yappi, succionando todo el oxígeno que necesitaba para mantener viva la llama que le guardaba, y así, rodeado de muerte y de tentáculos que no paraban de girar, Yappi vio en un pequeño punto del cielo una nube que le sonreía. Un azul inquietante distorsionando la luz y reflejando la claridad del día.
Desde dentro no lo pudo distinguir, pero desde fuera Thorn tembló ante tal espejismo.
Una ballena, más grande que cualquier torre, se cernía sobre su cabeza con la intención de dejarse caer sobre él.
Una gigantesca ballena.
Una ballena de agua.
viernes, 2 de abril de 2010
Mafia. Capítulo 12. La garra reveladora.
Los dos habían escuchado un par de explosiones que habían hecho temblar todo el castillo, y al asomarse a una ventana, vieron la muralla medio derruida.
-Tom, ¿qué ha pasado?- preguntó asombrado- No tengo ni idea, pero esto demuestra que cada vez tenemos menos tiempo para encontrar la gema, así que aprisa- le contestó el vejete.
Siguieron corriendo por el castillo, encontrándose de vez en cuando con algún Pantera perdido, al que derrotaban fácilmente y sin inmutarse.
-Vejete, metámonos en una sombra y vayamos directos al almacén- dijo Mark.
-No amigo, de ninguna manera puede estar algo tan importante en un sitio como ese, y el encontrar una salida precisa desde las sombras no es tan fácil, requiere tiempo, y como he dicho, no lo tenemos- explicó Tom- ¿Pero porqué no puede estar ahí? Quiero decir, nadie esperaría encontrarla ahí, por eso es un buen escondite, ¿no?, aunque…solo por eso yo no la escondería ahí…puede que quien la hubiera escondido pensara eso y…- Por fin Tom le dio un golpe en la cabeza para que se callara, y dijo que para salir de dudas, irían al lugar más evidente; el despacho del Jefe.
Según lo que había averiguado Nikolieboom antes de conocer a Mark, el despacho se encontraba en la parte más alejada del castillo, en el quinto piso. Pero allí solo había una torre, que ya había visitado, por lo que aún no había dado exactamente con el lugar.
Siguieron corriendo sin parar en esa dirección, pero antes de llegar a la torre un grupo más numeroso de Pantera les cortó el paso. El castillo mostraba su verdadero aspecto cuando más se adentraba uno en él, y las piedras ahora cubrían las paredes del pasillo donde habían quedado acorralados. Al girar la cabeza vieron que también habían quedado atrapados por retaguardia, y sus posibilidades de avanzar menguaron. Entonces Tom levantó su capa con la intención de huir de nuevo, pero esta vez Mark le cogió del brazo impidiéndoselo y le dijo que no se preocupara.
-Si nos metemos en las sombras puede que nos alejemos un poco del despacho, ¿no es así?- Tom asintió- Pues déjamelo a mí-
Los Pantera desenfundaron sus armas y las levantaron raudas contra la pareja de intrusos, conscientes de sus poderes, pero seguros de su posición.
Fue solo un segundo.
A la orden de disparar le siguió el ruido del metal y de la pólvora estallando en un concierto de humo y muecas que no cesó hasta que todos los presentes vaciaron el cargador. Los casquillos resonaban en el suelo como un tintineo de placer harmonioso y la rabia les cegó. Algunos nunca habían tenido que utilizar sus armas hasta ese momento, y les empezó a temblar el brazo. Hubo uno que ante tal visión, comenzó a recargar su arma para seguir disparando, pero el compañero de su lado le cogió la mano y negó con la cabeza. Entonces soltó la pistola, que cayó al suelo junto con las demás. El joven había detenido todas las balas en el aire. Sus brazos se alzaban en ambas direcciones y un halo de electricidad le recorría todo el cuerpo, sus ojos se habían tornado azules y miraban a Tom.
Cuando Mark cesó de producir electricidad todas las balas empezaron a caer en una lluvia de acero, y los dos la atravesaron con la intención de seguir su camino, cruzando entre los Pantera que empezaban a arrodillarse uno a uno. No estaban alabando al enemigo para nada, sino dándole las gracias. Se habían dado cuenta de que si Mark no hubiera parado las balas, todos ellos habrían muerto por culpa del fuego cruzado.
Minutos después llegaron a la torre y se dieron cuenta de que efectivamente, allí no estaba el despacho. Entonces Mark se giró hacia Tom y le dijo que si de verdad estaba convencido de que allí era donde tenían que ir, sus sombras les llevarían. Al principio éste rehusó por miedo a retrasarlos, pero ante la insistencia del chico, no tuvo más remedio que intentarlo. La nada era espesa y los movimientos se ralentizaban allí dentro cuando no estabas acostumbrado. Tom creó una salida, pero resultó no ser la que necesitaban, así que volvieron al mundo de sombras.
-Piensa en porque estás aquí Tom, en por qué quieres ayudar. Recuerda lo que me dijiste-
Entonces fue cuando el viejo levantó la mano y empezaron a flotar hacia arriba a gran velocidad.
El sol se estaba empezando a inclinar, y esto provocaba que la estancia estuviera repleta de una luz intensa, que entraba desde el ventanal y lo cubría todo. Los intrusos salieron de su escondite perplejos y contentos, allí no había nadie.
-Sin duda éste es el despacho, Mark. Rápido, empieza a buscar la gema-
-Voy- contestó el joven con una sonrisa.
Empezaron a rebuscar por el despacho sin descanso, pero a medida que pasaba el tiempo, sus esperanzas de encontrar la gema fueron decayendo.
-¡Ey, vejete! Encontré esto- Mark mostró a Tom, que estaba rebuscando en una estantería, una agenda que había encontrado en la mesa del despacho. –Eso es perfecto- respondió el abuelo. De pronto, una fina línea de color verde empezó a serpentear por la pared, dibujando poco a poco la silueta de una puerta, y al mismo tiempo que un grupo de gente empezó a salir por ella, los intrusos entraron a su vez en la sombra que quedaba detrás de la estantería. Por poco no los descubrieron allí dentro removiendo entre sus pertenencias.
Cuando decidieron asomar la cabeza cautelosamente, pudieron ver que habían sido tres hombres los que habían aparecido en la habitación.
-¿Lo has visto Mark? Sin duda esa puerta proviene de la gema. Estamos cerca- En el despacho se encontraban ahora el Jefe de la mafia y su ayudante, acompañados de otro Pantera que parecía tener la misma edad que su superior.
-Usted ha sido el último Purasangre que ha venido a reunirse conmigo, doctor-
¿Doctor? Pensó Tom.
-Tú me llamaste, Fred- respondió. El Purasangre vestía una bata de médico y lucía un abultado bigote oscuro que le tapaba la boca. Su cabello era una confusión de mechones y unos anteojos resbalaban continuamente por su diminuta nariz. Su cuerpo tenía un gracioso parecido con un lápiz, recordó Mark.
-Claro, es lo que he estado haciendo hasta ahora con todos nuestros miembros selectos, y tenía miedo de que no respondiera a mi llamada, ya que últimamente no se le ha visto mucho el pelo-
-Tenía cosas que hacer amigo mío-
A Tom se le iban aclarando cada vez más las ideas. Él era el doctor que había estado en el bosque, él era el verdadero traidor. Y con el Jefe y su ayudante aquí, no podían esperar una oportunidad mejor para atraparle.
-Esas cosas de las que hablas son las que verdaderamente me preocupan, doctor- los dos estaban uno en frente del otro.
-¿Desconfianza, viejo amigo?- preguntó.
-Más bien excusa, querido ex compañero, no quiero que te lleves tu el mérito de la traición-
La sangre salpicó al Jefe de los Pantera, y una sonrisa inundó su rostro.
La mano de su ayudante se había transformado en una garra de roca y había atravesado el estómago del viejo, que miró con sorpresa a su amigo hasta el último aliento. Terry Grimm retiró el brazo y devolvió la mano a su forma natural, con una mueca de placer. Una gota de sangre resbalaba por su mejilla, y él no dudó en lamérsela sabrosamente.
Mark y Tom no daban crédito a lo que habían visto.
El Jefe rodeó la mesa y se sentó tranquilamente en su butaca. Abrió el cajón, y descubrió la desaparición de su agenda.
-Terry, ¿Dónde diablos está la agenda?-
Con la sorpresa y las prisas, Mark no se acordaba de que se la había llevado.
-No, no lo sé señor- su voz sonó melancólica. Nadie la había oído porque solo hablaba con el Jefe.
-Allí está todo el plan- gritó Fred.
-Solo los cuatro que formamos parte de él sabemos la importancia de esa agenda, mi señor-
-Encuentra a nuestro subordinado ahora mismo, Terry. Tráelo con vida-
Los dos intrusos, Mark Shock y Tom Nikolieboom, no podían creer nada de lo que habían visto ni nada de lo que habían oído. Si el verdadero traidor no era el doctor, sino el Jefe, las cosas se complicaban exponencialmente.
¿Cómo demonios se supone que debían actuar ahora?
viernes, 26 de marzo de 2010
Mafia. Capítulo 11. Bella y el traidor.
Al ver la dirección que tomaban Nethuns y Yappi, Craig y Guslinger decidieron adentrarse de nuevo en el castillo en busca del Hombre, sin saber que éste se encontraba allí en los jardines. Thorn por otra parte, dio la última orden para extinguir el fuego y al girarse vio que efectivamente los dos intrusos iban hacia él. Ninguno de los dos se había percatado de su presencia, y cuando los mercenarios se dieron cuenta de que estaba allí frenaron para evitar el combate, pero no pensaron que clase de poder tendría su enemigo. Pronto descubrieron unas columnas que se alzaban detrás de él, amenazadoras, y los dos intentaron retroceder, pero sus rastas se habían extendido de manera sobrenatural y habían crecido formando tres tentáculos enormes de pelo que el Purasangre proyectó sin contención, destrozando parte del tejado del castillo. Los esquivaron como pudieron pero su desequilibrio fue tal que cuando Thorn junto los tres en uno solo y barrió el lugar con él, no pudieron apartarse, y fueron lanzados como pelotas en dirección contraria a la puerta de salida, al lago.
Aterrizaron cerca de él, en el césped, sin poder levantarse.
El Purasangre, Thorn el Generoso, utilizó sus rastas para elevarse en el aire y empezar a avanzar con ellas, dando la impresión de que lo que se movía era una especie de araña terrorífica, acercándose cada vez más a sus víctimas, y bajando del tejado del castillo poco a poco, hasta alcanzar el nivel del suelo, donde se postró erguido a la espera de que sus contrincantes se levantaran, no sin esfuerzo.
-No escaparéis-
***
El Hombre se levantó del suelo apretándose el estómago, sin poder creer que su compañera le estuviera atacando.
-¡¡Donna!! ¿Qué estás haciendo?- gritó desesperado. Había estado a punto de coger a los fugitivos y de averiguar quién les había ordenado el ataque, pero descubrir las razones de Donna para atacarle le importaba mucho más.
Sin embargo la Purasangre lanzó otra vez su brazo hacia El Hombre, que saltó para esquivarlo. El brazo cambió de rumbo e intentó golpear por la espalda, pero El Hombre se cubrió con los brazos en cruz, amortiguando un poco el ataque, que lo lanzó varios metros en el aire. Cayó cerca de su amiga y pudo ver que sus ojos se habían secado de tanto llorar, y ahora mostraban ira y decepción. No comprendía nada, y empezó a correr huyendo de su compañera, no quería luchar contra ella sin saber porque le estaba atacando, pero conociendo su nivel, sabía que no iba a ser fácil sin hierro, así que utilizó sus últimas reservas para crear dos escudos medianos. Belladonna gritó que no huyera y estiró sus brazos a una velocidad que no había mostrado nunca, éstos empezaron a perseguir al Hombre y no tuvo más remedio que ir evitándolos en su carrera, le rodeaban como serpientes y él saltaba de un lado a otro, utilizándolos algunas veces como plataformas y parando los puños con sus escudos de vez en cuando. Le estaba costando seguir el ritmo de aquellos brazos, que cada vez iban cerrándose a su alrededor más y más. Finalmente consiguió alejarse un poco pero esto solo provocó que Donna estirara los dedos de sus manos, dando la impresión de que un sinfín de cuerdas iban a por él, y no tuvo más remedio que moldear sus escudos y transformarlos en espadas curvas para amenazar a su amiga de que parara si no quería que le cortara las extremidades, pero al ver que la Purasangre no se amedrentaba, el farol quedó al descubierto y empezó a correr de nuevo, intentando pensar. Viendo esto Belladonna empezó a correr tras él sin intención de perderlo, y utilizó sus brazos ya estirados para impulsarse y transformar su cuerpo en una rueda de plastilina que pronto alcanzó al traidor, golpeándole en la espalda, pero allí se había colocado un escudo de hierro sin que ella se percatara, así que llena de rabia deshizo la rueda y le dio una fortísima patada que lo lanzó de lleno contra el puente que llevaba del castillo a la muralla. El choque hizo sus destrozos y al disiparse rápidamente el polvo allí estaba El Hombre con un cilindro de hierro enorme. Ahora podía luchar.
-¿Qué demonios estás haciendo Belladonna? ¿Por qué me estás atacando a mí?-
-¡Me has estado engañando todo este tiempo! Confié en ti, me convertí en tu mejor amiga, ¿y así es como me lo pagas? ¿Traicionando a tu propia familia?- los gritos sonaban agudos, llenos de tristeza, y el corazón del Hombre se encogió. ¿Él era un traidor?
-¡No sé de qué me estás hablando, Donna!- empezó a desesperarse y a perder la compostura. Sus ojos se tornaron cristalinos con la intención de llorar. Pero Donna gritó:-¡Cállate!- Y lanzó los puños nuevamente. ¿Quién le habría dicho que él era un traidor? ¿Y por qué ella se lo había creído tan rápido? ¿Es que la amistad no se basaba en la confianza? ¿Tan poca tenía en mi? Se cogió del puente e impulsó su cuerpo para golpear al Hombre, precipitándolo al vacio, pero éste transformó el enorme cilindro en una cadena y se balanceó de lado a lado por debajo del puente apareciendo a la espalda de su compañera, y transformando nuevamente el metal, lanzó la cadena hacia ella, ahora con una bola en el extremo. El ataque golpeó el suelo fuertemente, dañando a su amiga y haciéndola retroceder, por lo que a continuación, y aprovechando que ella empezó a toser y a parpadear a causa del polvo, él conectó otro golpe, esta vez en su estómago con el metal ahora en forma de bate, lanzándola hacia la derecha, en dirección al castillo.
Belladonna se levantó limpiándose un hilillo de sangre que le resbalaba por el labio.
Seguía sin comprender absolutamente nada, pero si quería descubrir lo que estaba pasando sin perder la vida, primero tendría que inmovilizar a Donna, y luego preguntarle directamente, así que cuando ella volvió a lanzarle los brazos, ataque que, al parecer, no dejaba de repetir por su pronta necesidad de golpear a un traidor con las manos desnudas, él golpeó primero una mano, y luego la otra con el bate, en dirección al suelo. El plan fue transformar el extremo del bate en un grillete con cada bloqueo, y aprisionar sus manos en el puente. Acto seguido fue a gran velocidad en dirección a ella con la intención de utilizar el bate nuevamente y noquearla, pero no contó con el siguiente movimiento de la Purasangre.
Primero, se echó hacia atrás evadiendo el ataque, y luego, enrolló un brazo en el bate y otro en el torso del Hombre, y tiró, arrebatándole el arma.
Lo próximo que vio fue el suelo a muchos metros de altura.
Donna había tirado el metal puente abajo y había estirado su extremidad hacia el cielo con el Purasangre atrapado en ella. Quedó un segundo suspendido en el aire antes de precipitarse contra el puente, y el choque le conmocionó tanto que casi perdió la consciencia. Después de esto Donna lo lanzó sin dejarle un segundo de respiro contra las rejas que bloqueaban la entrada al castillo desde el puente, y utilizó sus dedos para atarle allí, inmovilizándole completamente, crucificado.
El Hombre comenzó a mover la cabeza intentando recobrar la compostura, enfocando la silueta de su amiga en unos ojos casi ciegos por las lágrimas y la sangre.
-Los grilletes son inútiles contra un cuerpo como el mío- dijo, y para demostrárselo, estrechó su brazo y lo devolvió a la normalidad. –Pero tú, estás ahora a mi merced-
De pronto empezaron a salir brazos del torso de Belladonna y golpearon el cuerpo del Hombre en todas sus articulaciones, haciendo que éste gritara.
Nunca la había visto usar su poder de esa forma, pero al fin y al cabo no era muy extraño, teniendo en cuenta el material del que estaba hecho.
-Ahora vas a hablar-
-No- contestó El Hombre. De pronto, en la reja de hierro aparecieron poco a poco multitud de cañones que apuntaron hacia ella.
Los disparos sonaron atronadores y Donna convirtió sus piernas en muelles, lanzándose al aire mientras recogía todos los brazos del torso y las balas de cañón pasaban bajo sus pies a muy poca distancia. Era imposible. Tenía entendido que solo podía moldear el metal con sus manos.
El joven posó su mano en la reja y ésta comenzó a cambiar rápidamente, adquiriendo poco a poco la forma de un nuevo cañón, ésta vez mucho más grande. Aunque estuviera malherido, aún podía luchar contra ella.
Belladonna agrandó su mano en pleno vuelo, y los dos contrincantes dispararon a la vez.
La mano, tan grande como un coche, impactó en la bala de cañón provocando una serie de ondas expansivas que les obligaron a dar un paso hacia atrás a ambos, pero la potencia del disparo hizo que la mujer perdiera en fuerza.
Estaba a punto de ser alcanzada por la bala, cuando se le ocurrió estirar su otro brazo y agarrarse al puente. La sombra del ataque se cernió sobre ella y cerró los ojos. Aquello iba a doler. Pero un rayo de luz le dio esperanza cuando sintió el contacto del puente en los dedos, y entonces tiró de ella misma apartándose de la trayectoria.
La bala cayó en plena muralla, y una lluvia de rocas destrozadas se precipitó en todas direcciones. Todos los miembros que lo vieron creyeron que el ataque al castillo iba a empeorar y entraron en pánico. Ahora sí que se les había ido la situación de las manos.
La derruida muralla permitía ver los bosques y era una entrada para los enemigos.
Belladonna cayó en el puente, también dañado por el combate, y se levantó, echándole la culpa de lo ocurrido al Hombre, que miraba en dirección al desastre con la cara descompuesta. Pero ahí no acabó todo, ya que un segundo agujero se abrió en la muralla, mucho más grande que el anterior, cerca del lago. Ahora casi la mitad de la muralla que tanto habían respetado estaba completamente derruida, y en ese preciso instante, fue cuando el Hombre perdió su entereza.
Aterrizaron cerca de él, en el césped, sin poder levantarse.
El Purasangre, Thorn el Generoso, utilizó sus rastas para elevarse en el aire y empezar a avanzar con ellas, dando la impresión de que lo que se movía era una especie de araña terrorífica, acercándose cada vez más a sus víctimas, y bajando del tejado del castillo poco a poco, hasta alcanzar el nivel del suelo, donde se postró erguido a la espera de que sus contrincantes se levantaran, no sin esfuerzo.
-No escaparéis-
***
El Hombre se levantó del suelo apretándose el estómago, sin poder creer que su compañera le estuviera atacando.
-¡¡Donna!! ¿Qué estás haciendo?- gritó desesperado. Había estado a punto de coger a los fugitivos y de averiguar quién les había ordenado el ataque, pero descubrir las razones de Donna para atacarle le importaba mucho más.
Sin embargo la Purasangre lanzó otra vez su brazo hacia El Hombre, que saltó para esquivarlo. El brazo cambió de rumbo e intentó golpear por la espalda, pero El Hombre se cubrió con los brazos en cruz, amortiguando un poco el ataque, que lo lanzó varios metros en el aire. Cayó cerca de su amiga y pudo ver que sus ojos se habían secado de tanto llorar, y ahora mostraban ira y decepción. No comprendía nada, y empezó a correr huyendo de su compañera, no quería luchar contra ella sin saber porque le estaba atacando, pero conociendo su nivel, sabía que no iba a ser fácil sin hierro, así que utilizó sus últimas reservas para crear dos escudos medianos. Belladonna gritó que no huyera y estiró sus brazos a una velocidad que no había mostrado nunca, éstos empezaron a perseguir al Hombre y no tuvo más remedio que ir evitándolos en su carrera, le rodeaban como serpientes y él saltaba de un lado a otro, utilizándolos algunas veces como plataformas y parando los puños con sus escudos de vez en cuando. Le estaba costando seguir el ritmo de aquellos brazos, que cada vez iban cerrándose a su alrededor más y más. Finalmente consiguió alejarse un poco pero esto solo provocó que Donna estirara los dedos de sus manos, dando la impresión de que un sinfín de cuerdas iban a por él, y no tuvo más remedio que moldear sus escudos y transformarlos en espadas curvas para amenazar a su amiga de que parara si no quería que le cortara las extremidades, pero al ver que la Purasangre no se amedrentaba, el farol quedó al descubierto y empezó a correr de nuevo, intentando pensar. Viendo esto Belladonna empezó a correr tras él sin intención de perderlo, y utilizó sus brazos ya estirados para impulsarse y transformar su cuerpo en una rueda de plastilina que pronto alcanzó al traidor, golpeándole en la espalda, pero allí se había colocado un escudo de hierro sin que ella se percatara, así que llena de rabia deshizo la rueda y le dio una fortísima patada que lo lanzó de lleno contra el puente que llevaba del castillo a la muralla. El choque hizo sus destrozos y al disiparse rápidamente el polvo allí estaba El Hombre con un cilindro de hierro enorme. Ahora podía luchar.
-¿Qué demonios estás haciendo Belladonna? ¿Por qué me estás atacando a mí?-
-¡Me has estado engañando todo este tiempo! Confié en ti, me convertí en tu mejor amiga, ¿y así es como me lo pagas? ¿Traicionando a tu propia familia?- los gritos sonaban agudos, llenos de tristeza, y el corazón del Hombre se encogió. ¿Él era un traidor?
-¡No sé de qué me estás hablando, Donna!- empezó a desesperarse y a perder la compostura. Sus ojos se tornaron cristalinos con la intención de llorar. Pero Donna gritó:-¡Cállate!- Y lanzó los puños nuevamente. ¿Quién le habría dicho que él era un traidor? ¿Y por qué ella se lo había creído tan rápido? ¿Es que la amistad no se basaba en la confianza? ¿Tan poca tenía en mi? Se cogió del puente e impulsó su cuerpo para golpear al Hombre, precipitándolo al vacio, pero éste transformó el enorme cilindro en una cadena y se balanceó de lado a lado por debajo del puente apareciendo a la espalda de su compañera, y transformando nuevamente el metal, lanzó la cadena hacia ella, ahora con una bola en el extremo. El ataque golpeó el suelo fuertemente, dañando a su amiga y haciéndola retroceder, por lo que a continuación, y aprovechando que ella empezó a toser y a parpadear a causa del polvo, él conectó otro golpe, esta vez en su estómago con el metal ahora en forma de bate, lanzándola hacia la derecha, en dirección al castillo.
Belladonna se levantó limpiándose un hilillo de sangre que le resbalaba por el labio.
Seguía sin comprender absolutamente nada, pero si quería descubrir lo que estaba pasando sin perder la vida, primero tendría que inmovilizar a Donna, y luego preguntarle directamente, así que cuando ella volvió a lanzarle los brazos, ataque que, al parecer, no dejaba de repetir por su pronta necesidad de golpear a un traidor con las manos desnudas, él golpeó primero una mano, y luego la otra con el bate, en dirección al suelo. El plan fue transformar el extremo del bate en un grillete con cada bloqueo, y aprisionar sus manos en el puente. Acto seguido fue a gran velocidad en dirección a ella con la intención de utilizar el bate nuevamente y noquearla, pero no contó con el siguiente movimiento de la Purasangre.
Primero, se echó hacia atrás evadiendo el ataque, y luego, enrolló un brazo en el bate y otro en el torso del Hombre, y tiró, arrebatándole el arma.
Lo próximo que vio fue el suelo a muchos metros de altura.
Donna había tirado el metal puente abajo y había estirado su extremidad hacia el cielo con el Purasangre atrapado en ella. Quedó un segundo suspendido en el aire antes de precipitarse contra el puente, y el choque le conmocionó tanto que casi perdió la consciencia. Después de esto Donna lo lanzó sin dejarle un segundo de respiro contra las rejas que bloqueaban la entrada al castillo desde el puente, y utilizó sus dedos para atarle allí, inmovilizándole completamente, crucificado.
El Hombre comenzó a mover la cabeza intentando recobrar la compostura, enfocando la silueta de su amiga en unos ojos casi ciegos por las lágrimas y la sangre.
-Los grilletes son inútiles contra un cuerpo como el mío- dijo, y para demostrárselo, estrechó su brazo y lo devolvió a la normalidad. –Pero tú, estás ahora a mi merced-
De pronto empezaron a salir brazos del torso de Belladonna y golpearon el cuerpo del Hombre en todas sus articulaciones, haciendo que éste gritara.
Nunca la había visto usar su poder de esa forma, pero al fin y al cabo no era muy extraño, teniendo en cuenta el material del que estaba hecho.
-Ahora vas a hablar-
-No- contestó El Hombre. De pronto, en la reja de hierro aparecieron poco a poco multitud de cañones que apuntaron hacia ella.
Los disparos sonaron atronadores y Donna convirtió sus piernas en muelles, lanzándose al aire mientras recogía todos los brazos del torso y las balas de cañón pasaban bajo sus pies a muy poca distancia. Era imposible. Tenía entendido que solo podía moldear el metal con sus manos.
El joven posó su mano en la reja y ésta comenzó a cambiar rápidamente, adquiriendo poco a poco la forma de un nuevo cañón, ésta vez mucho más grande. Aunque estuviera malherido, aún podía luchar contra ella.
Belladonna agrandó su mano en pleno vuelo, y los dos contrincantes dispararon a la vez.
La mano, tan grande como un coche, impactó en la bala de cañón provocando una serie de ondas expansivas que les obligaron a dar un paso hacia atrás a ambos, pero la potencia del disparo hizo que la mujer perdiera en fuerza.
Estaba a punto de ser alcanzada por la bala, cuando se le ocurrió estirar su otro brazo y agarrarse al puente. La sombra del ataque se cernió sobre ella y cerró los ojos. Aquello iba a doler. Pero un rayo de luz le dio esperanza cuando sintió el contacto del puente en los dedos, y entonces tiró de ella misma apartándose de la trayectoria.
La bala cayó en plena muralla, y una lluvia de rocas destrozadas se precipitó en todas direcciones. Todos los miembros que lo vieron creyeron que el ataque al castillo iba a empeorar y entraron en pánico. Ahora sí que se les había ido la situación de las manos.
La derruida muralla permitía ver los bosques y era una entrada para los enemigos.
Belladonna cayó en el puente, también dañado por el combate, y se levantó, echándole la culpa de lo ocurrido al Hombre, que miraba en dirección al desastre con la cara descompuesta. Pero ahí no acabó todo, ya que un segundo agujero se abrió en la muralla, mucho más grande que el anterior, cerca del lago. Ahora casi la mitad de la muralla que tanto habían respetado estaba completamente derruida, y en ese preciso instante, fue cuando el Hombre perdió su entereza.
viernes, 19 de marzo de 2010
Mafia. Capítulo 10. Verdades.
Cuando los cuchillos de Gus se encontraron a menos de un metro de ellos, Yappi reaccionó agachándose, pero al ver que Nethuns no se movía, le propinó una patada en la rodilla que lo hizo caer hacia atrás, evitando una catástrofe. Lanzó una llamarada a la cara del Purasangre para desconcertarlo y corrió hacia el castillo de nuevo, no sin antes coger a su compañero y ayudarlo a levantarse. Gus no se sorprendió y sus pañuelos sirvieron contra el calor directo, así que utilizó su poder y apareció frente a los mercenarios. Se había desvanecido en humo negro y había vuelto a aparecer, cortándoles el paso.
-¿Teletransportación?-
Tres cuchillos más fueron volando hacia ellos. Neth solo tuvo que agacharse pero Yappi se apartó un poco y bloqueó el último con un sai. El de pelo azul se abalanzó con el puño en alto pero Gus apareció tras él y le golpeó con el codo en toda la espalda, lo que hizo que éste tuviera que girar en el suelo para amortiguar el golpe. Acto seguido Yappi fue a clavar sus sais en Gus, que todavía estaba en el aire, pero éste volvió a desaparecer y el pelirrojo sintió la patada en la clavícula, seguida de un golpe contra el suelo. Los dos se levantaron sabiendo que no podrían vencer a alguien que desapareciera cada vez que intentaban atacarle, así que lo único que podían hacer era volver a huir. La vez pasada el Purasangre contra el que lucharon estaba desbordado, pero en esta ocasión su nuevo contrincante parecía realmente preparado, y ellos no daban abasto en territorio enemigo.
-Neth apártate, aquí va a hacer calor-
-Nuestra prioridad no es ganar- dijo Neth, pero el pelirrojo ya lo sabía.
Gus empezó a aparecer a su alrededor tan rápido que daba la impresión de que fueran muchos, pero Yappi paraba todos sus ataques con los sais. En ese momento Nethuns tuvo una idea arriesgada al ver a los Pantera apagar el fuego allá a lo lejos.
-Yappi, necesito tu gran bola de fuego, ahora-
-Imposible, ¿es que no tienes ojos?- contestó - ¡Sólo hazlo!- replicó Neth. Se acercó y lanzó un puñetazo a Gus, que éste esquivó. Intentó seguir el ritmo de sus desapariciones pero él no era tan rápido como su compañero así que empezó a ceder terreno. Yappi se alejó un poco y empezó a crear su bola mientras los otros dos luchaban. Tenía que darse prisa, pero iba a gastar otro mechero entero. Neth utilizaba los puños para desviar los cuchillos y las piernas para frenar a su contrincante antes que para atacar. Estaba perdiendo terreno, necesitaba que se diera prisa. Entonces Gus apareció detrás y le estiró del pelo hacia abajo a la vez que le propinaba una patada en la rodilla, dejando el cuello al descubierto. Apuntó estuvo de clavar su cuchillo cuando Yappi hizo ademán de lanzar la bola, pero se detuvo al oír a Nethuns gritar que se detuviera. Paró el cuchillo con una mano en el último segundo y gritó:
-¡Lánzala sobre nuestras cabezas!- Yappi lo hizo aún sin comprender nada, y el pequeño sol naranja se elevó, haciendo que el sudor resbalara por la frente de los combatientes. Gus solo tuvo que desaparecer pensando en esquivar el ataque, sin saber su naturaleza, y ese era el momento que Nethuns buscaba. A toda velocidad, y de la nada, sin que nadie se hubiera dado cuenta a tiempo, el agua de las mangueras había formado un río en el aire y se dirigía hacia el fuego de Yappi. Cuando estos dos grandes elementos chocaron, su reacción fue inmediata y abrumadora. Crearon una nube de vapor de agua que cubrió varios metros a la redonda, dejando inutilizada la vista. Y esto fue lo que se encontró Gus al aparecer; vapor. Cuando intentó volver a la batalla fuera del rango del ataque, vio que estaba solo, los dos malnacidos ya estaban casi en el castillo, y saltaron con la intención de ir escalando hasta el tejado. Gus les siguió corriendo y desapareciendo a la vez, pero cuando llegó arriba ellos estaban a mitad edificio, y al disponerse a seguir, Craig le agarró del brazo sin previo aviso.
-Te dije que no lo volvieras a hacer- No había notado su presencia.
-Tranquilo Guslinger. No se han escapado.- dijo señalando con la cabeza en dirección a Thorn, que ya había extinguido el fuego prácticamente, y no les había perdido de vista.
-¿Cómo lo hiciste tan rápido?-preguntó Yappi.
-Supongo que mi cuello estaba en juego- contestó Nethuns.
***
Mark y Tom corrían por los pasillos del castillo intentando no encontrarse con nadie, ahora más que nunca necesitaban el objeto. Llegaron a unas escaleras enormes, todas adornadas con alfombras rojas, que se ensanchaban al llegar al piso inferior, y lucían como las escaleras que usaban las princesas para crear expectación a todos los presentes. Cuando estaban bajando por ellas aparecieron varios miembros, y Tom se metió en una sombra, dejando a Mark boquiabierto, con la incertidumbre del abandono, pero el viejo volvió a aparecer nuevamente delante de un Pantera con un martillo enorme de madera y lo usó para golpear fuertemente en la cabeza a su enemigo. Esto disipó las dudas de Mark y una corriente eléctrica empezó a correr por la yema de sus dedos, sonrió complacido, y a continuación dirigió los rayos hacia los trajeados más cercanos, esta vez con un poco más de precisión, controlando su poder sin dejar que este simplemente saliera de él. Los que quedaron en pie desenfundaron sus pistolas y el viejo se volvió a esconder, saliendo esta vez a sus espaldas con una red que les atrapó y les condujo al interior de la sombra. Mark se quedó alucinado al ver este comportamiento en el vejete, así que cuando salió no pudo más que sonreírle como señal de complicidad y pedirle que les llevara a un lugar tranquilo para hablar, así que fueron a la sala donde Tom le confesó que no era un Pantera de verdad, y allí se sentaron con la intención de reconciliarse.
-Vejete, ya me has salvado un par de veces, te lo agradezco. Pero sigo pensando que no puedo ayudarte si me ocultas las cosas- dijo mirándole fijamente a los ojos.
-Mmm…- Tom quedó pensativo con la cabeza gacha, hasta que al fin le devolvió la mirada. – Esta bien, veo que puedo confiar en ti, así que te lo contare todo-.
-Gracias- contestó asintiendo.
-Al principio iba a venir yo solo, pero al ver tu entusiasmo y tu fascinación por los Pantera decidí incluirte- dijo – Verás, hace una semana más o menos, iba yo rondando por los bosques que están fuera de las murallas del castillo y escuché unos murmullos. Aquello no era normal debido al lugar y lo profundo de la noche, así que decidí ir escondido en mis sombras y asomar la cabeza solo un poco, únicamente pude ver a un gordo hablando con dos hombres robustos debido a mi posición precavida, pero lo pude escuchar todo perfectamente. Uno de los dos hombres no se movió ni habló en todo el rato, supongo que estaría allí como apoyo, pero el otro no dejo de negociar con el gordo. Le dijo que era un Pantera y que quería sus servicios. En resumen, que quería que atacara y matara a todos los Pantera que estuvieran en el campo de entrenamiento al pasar unos días. Eso me sorprendió muchísimo pero el gordo aceptó, preguntando únicamente porque un Pantera traicionaría a su propia mafia, tan influyente en el país, pero no obtuvo respuesta. Cuando se fue quise quedarme a escuchar más así que me acerque a los hombres pero no pude verles la cara, solo oí decir al que había hablado que los mercenarios no lo conseguirían, y tras decir esto, los dos rieron. ¿Entonces por qué les habrían contratado si sabían de su fracaso? Luego uno de ellos dijo que el plan llegaría a su fin hoy. Por eso es por lo que debo averiguar qué está pasando aquí.-
-¿No recuerdas nada más? ¿Algún detalle que nos ayude a descubrir su identidad?-preguntó Mark.
Tom se quedó unos segundos en blanco hasta que recordó algo, uno de los hombres se había referido al otro como “Doctor”, pero eso no iba a decirles quienes eran tan fácilmente.
– ¿Por qué lo haces?- Las palabras surcaron la estancia y parecía que no querían hacer nada más que retumbar en las paredes de piedra.
–Tengo un ser querido aquí- dijo Tom por fin. Así que era eso, pensó Mark, esa era la razón del vejete y su verdadera relación con todo esto. Dejaron pasar unos minutos para relajar el ambiente y enseguida hizo otra pregunta para acabar de destensar la situación. –Entonces, ¿Qué es lo que hemos estado buscando?-
-Lo que hemos estado buscando, jovencito, es la gema esmeralda que hizo posible la creación de esta mafia- sonrió Tom.
-Guau, eso es lo que me dijiste que hacía una barrera o algo así, ¿no, vejete?- y de pronto se le encendió una luz, pese a que le pasaba pocas veces, normalmente acertaba.-Si esa barrera…solo deja pasar a los miembros de la mafia… ¿Por qué estamos dentro del castillo?-
A Tom le cambiaron los ojos, pero simplemente contesto que tenía que ver con la bondad de sus corazones. No le creyó del todo así que decidió esperar, y siguió preguntando por la gema.
-Esa gema tiene un extraordinario poder y es objeto de muchos rumores y leyendas, pero el jefe de la mafia consiguió poseerla y desde entonces la utiliza para el beneficio de todos. Con ella se sustenta la barrera como bien has dicho, y proporciona escondite y seguridad en una dimensión paralela parecida a la que yo puedo viajar desde las sombras. Nuestra intención no es robarla ni mucho menos, pero creo que si damos con ella, de alguna forma nos dira quienes están detrás de todo esto. Dicen que en ella vive un alma que lo sabe todo, así que si le preguntamos, ella nos dirá- Con cada palabra su rostro se iluminaba cada vez más, y su puño se alzaba en señal de victoria. Mark pensó que aunque fuera una locura, podrían intentarlo, pero teniendo en cuenta que pasara lo que pasara iba a ser hoy, debían apresurarse y pensar en otras posibles soluciones no tan azarosas. Así que iniciaron nuevamente la búsqueda por todo el castillo, sin saber que antes tendrían que combatir para llevar a cabo su misión.
-¿Teletransportación?-
Tres cuchillos más fueron volando hacia ellos. Neth solo tuvo que agacharse pero Yappi se apartó un poco y bloqueó el último con un sai. El de pelo azul se abalanzó con el puño en alto pero Gus apareció tras él y le golpeó con el codo en toda la espalda, lo que hizo que éste tuviera que girar en el suelo para amortiguar el golpe. Acto seguido Yappi fue a clavar sus sais en Gus, que todavía estaba en el aire, pero éste volvió a desaparecer y el pelirrojo sintió la patada en la clavícula, seguida de un golpe contra el suelo. Los dos se levantaron sabiendo que no podrían vencer a alguien que desapareciera cada vez que intentaban atacarle, así que lo único que podían hacer era volver a huir. La vez pasada el Purasangre contra el que lucharon estaba desbordado, pero en esta ocasión su nuevo contrincante parecía realmente preparado, y ellos no daban abasto en territorio enemigo.
-Neth apártate, aquí va a hacer calor-
-Nuestra prioridad no es ganar- dijo Neth, pero el pelirrojo ya lo sabía.
Gus empezó a aparecer a su alrededor tan rápido que daba la impresión de que fueran muchos, pero Yappi paraba todos sus ataques con los sais. En ese momento Nethuns tuvo una idea arriesgada al ver a los Pantera apagar el fuego allá a lo lejos.
-Yappi, necesito tu gran bola de fuego, ahora-
-Imposible, ¿es que no tienes ojos?- contestó - ¡Sólo hazlo!- replicó Neth. Se acercó y lanzó un puñetazo a Gus, que éste esquivó. Intentó seguir el ritmo de sus desapariciones pero él no era tan rápido como su compañero así que empezó a ceder terreno. Yappi se alejó un poco y empezó a crear su bola mientras los otros dos luchaban. Tenía que darse prisa, pero iba a gastar otro mechero entero. Neth utilizaba los puños para desviar los cuchillos y las piernas para frenar a su contrincante antes que para atacar. Estaba perdiendo terreno, necesitaba que se diera prisa. Entonces Gus apareció detrás y le estiró del pelo hacia abajo a la vez que le propinaba una patada en la rodilla, dejando el cuello al descubierto. Apuntó estuvo de clavar su cuchillo cuando Yappi hizo ademán de lanzar la bola, pero se detuvo al oír a Nethuns gritar que se detuviera. Paró el cuchillo con una mano en el último segundo y gritó:
-¡Lánzala sobre nuestras cabezas!- Yappi lo hizo aún sin comprender nada, y el pequeño sol naranja se elevó, haciendo que el sudor resbalara por la frente de los combatientes. Gus solo tuvo que desaparecer pensando en esquivar el ataque, sin saber su naturaleza, y ese era el momento que Nethuns buscaba. A toda velocidad, y de la nada, sin que nadie se hubiera dado cuenta a tiempo, el agua de las mangueras había formado un río en el aire y se dirigía hacia el fuego de Yappi. Cuando estos dos grandes elementos chocaron, su reacción fue inmediata y abrumadora. Crearon una nube de vapor de agua que cubrió varios metros a la redonda, dejando inutilizada la vista. Y esto fue lo que se encontró Gus al aparecer; vapor. Cuando intentó volver a la batalla fuera del rango del ataque, vio que estaba solo, los dos malnacidos ya estaban casi en el castillo, y saltaron con la intención de ir escalando hasta el tejado. Gus les siguió corriendo y desapareciendo a la vez, pero cuando llegó arriba ellos estaban a mitad edificio, y al disponerse a seguir, Craig le agarró del brazo sin previo aviso.
-Te dije que no lo volvieras a hacer- No había notado su presencia.
-Tranquilo Guslinger. No se han escapado.- dijo señalando con la cabeza en dirección a Thorn, que ya había extinguido el fuego prácticamente, y no les había perdido de vista.
-¿Cómo lo hiciste tan rápido?-preguntó Yappi.
-Supongo que mi cuello estaba en juego- contestó Nethuns.
***
Mark y Tom corrían por los pasillos del castillo intentando no encontrarse con nadie, ahora más que nunca necesitaban el objeto. Llegaron a unas escaleras enormes, todas adornadas con alfombras rojas, que se ensanchaban al llegar al piso inferior, y lucían como las escaleras que usaban las princesas para crear expectación a todos los presentes. Cuando estaban bajando por ellas aparecieron varios miembros, y Tom se metió en una sombra, dejando a Mark boquiabierto, con la incertidumbre del abandono, pero el viejo volvió a aparecer nuevamente delante de un Pantera con un martillo enorme de madera y lo usó para golpear fuertemente en la cabeza a su enemigo. Esto disipó las dudas de Mark y una corriente eléctrica empezó a correr por la yema de sus dedos, sonrió complacido, y a continuación dirigió los rayos hacia los trajeados más cercanos, esta vez con un poco más de precisión, controlando su poder sin dejar que este simplemente saliera de él. Los que quedaron en pie desenfundaron sus pistolas y el viejo se volvió a esconder, saliendo esta vez a sus espaldas con una red que les atrapó y les condujo al interior de la sombra. Mark se quedó alucinado al ver este comportamiento en el vejete, así que cuando salió no pudo más que sonreírle como señal de complicidad y pedirle que les llevara a un lugar tranquilo para hablar, así que fueron a la sala donde Tom le confesó que no era un Pantera de verdad, y allí se sentaron con la intención de reconciliarse.
-Vejete, ya me has salvado un par de veces, te lo agradezco. Pero sigo pensando que no puedo ayudarte si me ocultas las cosas- dijo mirándole fijamente a los ojos.
-Mmm…- Tom quedó pensativo con la cabeza gacha, hasta que al fin le devolvió la mirada. – Esta bien, veo que puedo confiar en ti, así que te lo contare todo-.
-Gracias- contestó asintiendo.
-Al principio iba a venir yo solo, pero al ver tu entusiasmo y tu fascinación por los Pantera decidí incluirte- dijo – Verás, hace una semana más o menos, iba yo rondando por los bosques que están fuera de las murallas del castillo y escuché unos murmullos. Aquello no era normal debido al lugar y lo profundo de la noche, así que decidí ir escondido en mis sombras y asomar la cabeza solo un poco, únicamente pude ver a un gordo hablando con dos hombres robustos debido a mi posición precavida, pero lo pude escuchar todo perfectamente. Uno de los dos hombres no se movió ni habló en todo el rato, supongo que estaría allí como apoyo, pero el otro no dejo de negociar con el gordo. Le dijo que era un Pantera y que quería sus servicios. En resumen, que quería que atacara y matara a todos los Pantera que estuvieran en el campo de entrenamiento al pasar unos días. Eso me sorprendió muchísimo pero el gordo aceptó, preguntando únicamente porque un Pantera traicionaría a su propia mafia, tan influyente en el país, pero no obtuvo respuesta. Cuando se fue quise quedarme a escuchar más así que me acerque a los hombres pero no pude verles la cara, solo oí decir al que había hablado que los mercenarios no lo conseguirían, y tras decir esto, los dos rieron. ¿Entonces por qué les habrían contratado si sabían de su fracaso? Luego uno de ellos dijo que el plan llegaría a su fin hoy. Por eso es por lo que debo averiguar qué está pasando aquí.-
-¿No recuerdas nada más? ¿Algún detalle que nos ayude a descubrir su identidad?-preguntó Mark.
Tom se quedó unos segundos en blanco hasta que recordó algo, uno de los hombres se había referido al otro como “Doctor”, pero eso no iba a decirles quienes eran tan fácilmente.
– ¿Por qué lo haces?- Las palabras surcaron la estancia y parecía que no querían hacer nada más que retumbar en las paredes de piedra.
–Tengo un ser querido aquí- dijo Tom por fin. Así que era eso, pensó Mark, esa era la razón del vejete y su verdadera relación con todo esto. Dejaron pasar unos minutos para relajar el ambiente y enseguida hizo otra pregunta para acabar de destensar la situación. –Entonces, ¿Qué es lo que hemos estado buscando?-
-Lo que hemos estado buscando, jovencito, es la gema esmeralda que hizo posible la creación de esta mafia- sonrió Tom.
-Guau, eso es lo que me dijiste que hacía una barrera o algo así, ¿no, vejete?- y de pronto se le encendió una luz, pese a que le pasaba pocas veces, normalmente acertaba.-Si esa barrera…solo deja pasar a los miembros de la mafia… ¿Por qué estamos dentro del castillo?-
A Tom le cambiaron los ojos, pero simplemente contesto que tenía que ver con la bondad de sus corazones. No le creyó del todo así que decidió esperar, y siguió preguntando por la gema.
-Esa gema tiene un extraordinario poder y es objeto de muchos rumores y leyendas, pero el jefe de la mafia consiguió poseerla y desde entonces la utiliza para el beneficio de todos. Con ella se sustenta la barrera como bien has dicho, y proporciona escondite y seguridad en una dimensión paralela parecida a la que yo puedo viajar desde las sombras. Nuestra intención no es robarla ni mucho menos, pero creo que si damos con ella, de alguna forma nos dira quienes están detrás de todo esto. Dicen que en ella vive un alma que lo sabe todo, así que si le preguntamos, ella nos dirá- Con cada palabra su rostro se iluminaba cada vez más, y su puño se alzaba en señal de victoria. Mark pensó que aunque fuera una locura, podrían intentarlo, pero teniendo en cuenta que pasara lo que pasara iba a ser hoy, debían apresurarse y pensar en otras posibles soluciones no tan azarosas. Así que iniciaron nuevamente la búsqueda por todo el castillo, sin saber que antes tendrían que combatir para llevar a cabo su misión.
viernes, 12 de marzo de 2010
Mafia. Capítulo 9. Acusación.
Saltaron por encima de todos los que les estaban acorralando, dejando que las balas rozaran su cabello con una mueca de preocupación. El tiempo pareció ralentizarse mientras todos los miembros de la mafia levantaban el cuello para seguir su vuelo. El Hombre apuntó con la pistola a la cabeza de Neth, pero en el último segundo se arrepintió y bajo el arma, entonces cogió una viga y de ella creó unas larguísimas pinzas de metal que dirigió hacia los fugitivos, pero estos las esquivaron, y El Hombre se deslizó por ellas para bajar al jardín, un trozo de techo se derrumbó por falta de soporte, pero él estaba dispuesto a no perderlos como a los otros dos, y la persecución continuó. Ahora tenían a un Purasangre detrás. El mismo que les había vencido en el campo de entrenamiento. No podían simplemente correr hasta que les alcanzaran, así que Neth tuvo la idea de pedirle a su compañero la botella de agua, que se la lanzó sin dudar. Entonces el de pelo azul plantó cara a todos sus perseguidores, harto de que todo le saliera mal, y desenroscó los tapones de las botellas con los pulgares al mismo tiempo que abría los brazos velozmente, vaciándolas en el aire. -¡Lluvia metralla!- gritó, y el líquido suspendido en el aire por el movimiento de Neth se dividió en minúsculas gotas que se proyectaron hacia los Pantera a una velocidad de vértigo, como diminutas balas. El ataque dio en el blanco provocando que todos sus enemigos cayeran inconscientes en el suelo, todos menos el Purasangre, que había saltado en el último segundo al conocer la naturaleza del ataque, y siguió corriendo hacia ellos. Neth estaba dispuesto a enfrentarlo de nuevo, y se puso en guardia, pero Yappi le apretó el hombro y le dijo que no iba a dejar que se arriesgara inútilmente a volver a perder, así que huyeron con El Hombre pisándoles los talones. No sabían que desde lo alto del castillo, arriba en el tejado, había una sombra que les observaba, llorando al ver que lo que le habían dicho era cierto. No podía creer que fuera El Hombre, pero allí estaba, huyendo junto a los fugitivos. Todo tenía sentido. Y lo lanzó. Los tres hombres seguían corriendo cuando de pronto vieron acercarse un ataque a toda velocidad, los mercenarios tropezaron y cayeron debido al temblor que provocó y El Hombre apenas tuvo tiempo de saltar hacia atrás para evitar que le diera de lleno.
-¿Qué demonios?-
El polvo se disipó y se oyeron los gritos desde el tejado:
-¡ALTO TRAIDOR!- la cara de Belladonna mostraba una mujer que llevaba varias horas conmocionada.
Su brazo estirado, que era lo que había lanzado, aún estaba en el suelo. El Hombre se sorprendió al ver a su amiga atacándole y llamándole traidor. -¡ACABARÉ CONTIGO!- Donna se agarró del tejado con el otro brazo y se descolgó hasta el jardín estirándolo, al mismo tiempo que lanzó su pierna izquierda como un segundo proyectil. Su cuerpo era de plastilina. El Hombre no tuvo tiempo de reaccionar ante la sorpresa y solo pensó en retroceder, pero el primer brazo se le había enrollado en una pierna sin que él se diera cuenta debido a la confusión. El pie impactó de lleno en el estómago y lanzó al Purasangre decenas de metros hacia atrás, en dirección a la muralla. Los mercenarios no comprendieron nada pero vieron una oportunidad perfecta para escapar, así que se levantaron deprisa con la intención de seguir su camino, pero Donna aterrizó justo a su lado y lanzó el brazo con el que se había descolgado. Yappi reaccionó magistralmente sacando sus tres mecheros y accionándolos, creando un enorme muro de fuego que les separó completamente de los dos Purasangres. Neth quedó anonadado ante el repentino calor y se cubrió la cara, al igual que Donna en el otro lado, que había detenido el brazo justo a tiempo. El muro se erguía como unos cinco metros por encima de sus cabezas y llegaba desde la pared del castillo hasta más allá de donde había caído El Hombre. Todos los miembros que lo vieron empezaron a gritar aterrados y la confusión surgió en el castillo.
-No sabía que pudie…-
-¡Corre!- sentenció Yappi.
***
-Vuélvelo a hacer capullo, y te rajo- gritó Gus lleno de ira.
Craig le había seguido durante unos diez minutos sin que se diera cuenta, o eso era lo que él creía. Al doblar una esquina Gus le estaba esperando con un cuchillo en la mano y se lo puso en la garganta. Al intentar sacar su perfume le cogió la mano y le estampó contra la pared. Le había inmovilizado. Se encontraban en un cuarto medio iluminado.
-Tranquilízate, Guslinger. Solo estaba comprobando una cosa-
-¿Mi paciencia?- respondió con otro grito.
-No, tu conocimiento sobre el traidor- Craig solo quería saber si el Purasangre estaba alerta en todo momento, y así era. Guslinger bajo el arma y se la clavó en el abrigo. Cada una de las correas era el mango de un cuchillo. -¿También te lo dijo el Jefe?- preguntó. –Efectivamente, nos lo ha dicho a todos menos a él- Craig sonrió. Odiaba la soberbia de ese hombre desde que lo conoció, así que estaba contento. –Cuando me lo dijo no me lo pude creer, pero tiene todo el sentido del mundo. Él estaba allí. Los contrató para que todo el mundo creyera que otra mafia nos declaraba la guerra y así él obtener la fama de la victoria, pero el Jefe se lo ocultó a los demás y entonces él los ha liberado ahora para hacerse con el poder. Un plan perfecto, ¿no crees?-
-No todo es tan sencillo- contestó Gus.
-¿Entonces qué pretendes hacer?-
-Propongo ir a hablar con él-
-Yo propongo cazarlo. Debemos detener al Hombre- replicó Craig.
Así que los dos se dirigieron a la sala de descanso donde estaban sus taquillas, y Gus cogió un pañuelo blanco que se anudó al cuello, tapándose la boca, a la vez que Craig se adentró en la elección de sus frascos de perfume, pero al final los cogió todos sin miramientos, ya que con quien iban a luchar era contra El Hombre. Miró a su compañero y vio que éste estaba distraído, así que aprovechó para dejar el sobre que había cogido por la mañana en la taquilla, ya que las órdenes que en él se leían ya las había cumplido. Se había ensuciado un poco de polvo realizando esa misión, así que se lo limpió, se arregló el pelo y se fueron hacia el puente que se encontraba cerca del patio por el que había saltado antes. Desde allí tendrían más posibilidades de encontrarlo. De pronto sonaron todos los altavoces del castillo, y la voz del jefe se oyó alta y clara por todo el perímetro: -Atención miembros de los Pantera, os habla vuestro jefe. Hemos confirmado la presencia de cuatro intrusos en nuestro castillo. Esto es un acto sin precedentes, pero no temáis, si seguís mis órdenes los capturaremos inmediatamente, ¿está claro?- de todos los rincones se oyó una afirmación ensordecedora- Dado que el número de Panteras en el castillo es de setecientos, escuchad bien la distribución. Quiero que cuatrocientos patrullen el castillo en grupos de diez y si encuentran a un intruso avisen a otros grupos antes de atacar. Los quiero vivos en mi despacho. Los demás id al jardín y los heridos diríjanse a la enfermería. Ah, por cierto, quiero que el Doctor Oloront venga aquí inmediatamente. Los demás Purasangre ya saben qué hacer. ¡Vamos!- La afirmación ésta vez fue más grande y todo el castillo se empezó a movilizar. El jefe dejó el micrófono en la mesa y se dirigió a su ayudante Terry: -Prepáralo todo- dijo. -Cómo usted diga, señor-
***
Por un amplio pasillo el Purasangre de piel morena iba dando órdenes sin parar a todo miembro que se cruzara en su camino, dando prioridad a la extinción del muro de fuego que había aparecido en el jardín. No parecía que fuera a dañar ninguna estructura pero no podían dejarlo así, de modo que mandó que cogieran varias mangueras y las conectaran a las cañerías del castillo, y se dirigió al tejado para organizar la operación. Por el fondo apareció Craig y detuvo a Thorn. –Thorn, vengo de ver al jefe.- Thorn se paró a escuchar, respiraba fuerte porque la resistencia no era su fuerte, y tenía que llegar corriendo arriba. –Te escucho- Craig lo miró a los ojos y le dijo sin preocupación que matara a los intrusos. Él asintió después de un momento de duda y los dos se separaron a la carrera, cada uno para un fin completamente diferente. Subido a la cornisa el muro de fuego quedaba a su derecha, así que difícilmente podría haber visto a Belladonna y al Hombre, desde allí empezó a gritar y a señalar para que todos los Pantera pudieran saber donde apuntar con las mangueras, y entonces los vio. Eran dos intrusos corriendo hacia la puerta principal, intentando escapar del lugar, seguramente ellos habían provocado el fuego. Pero Guslinger parecía que también los había visto y se estaba dirigiendo hacia ellos, y no tardó en alcanzarlos. Neth y Yappi maldijeron su suerte porque tenían la puerta principal a poca distancia, ese maldito del pañuelo había aparecido de la nada por su espalda y ahora les impedía el paso.
-Vosotros no sois los mismos de hace un rato, pero supongo que todos estáis metidos en esto-
Neth pensó que se refería al rubio y al viejo de antes, pero no tuvo mucho tiempo para pensar porque enseguida llovieron cuchillos a toda velocidad. A Yappi se le había agotado el gas de uno de sus mecheros, y él había usado las dos botellas en la lluvia metralla. Mientras pensaba, los cuchillos se aproximaban veloces, surcando el aire, acercándose cada vez más, peligrosos. Y al fin, Yappi le dio una patada.
-¿Qué demonios?-
El polvo se disipó y se oyeron los gritos desde el tejado:
-¡ALTO TRAIDOR!- la cara de Belladonna mostraba una mujer que llevaba varias horas conmocionada.
Su brazo estirado, que era lo que había lanzado, aún estaba en el suelo. El Hombre se sorprendió al ver a su amiga atacándole y llamándole traidor. -¡ACABARÉ CONTIGO!- Donna se agarró del tejado con el otro brazo y se descolgó hasta el jardín estirándolo, al mismo tiempo que lanzó su pierna izquierda como un segundo proyectil. Su cuerpo era de plastilina. El Hombre no tuvo tiempo de reaccionar ante la sorpresa y solo pensó en retroceder, pero el primer brazo se le había enrollado en una pierna sin que él se diera cuenta debido a la confusión. El pie impactó de lleno en el estómago y lanzó al Purasangre decenas de metros hacia atrás, en dirección a la muralla. Los mercenarios no comprendieron nada pero vieron una oportunidad perfecta para escapar, así que se levantaron deprisa con la intención de seguir su camino, pero Donna aterrizó justo a su lado y lanzó el brazo con el que se había descolgado. Yappi reaccionó magistralmente sacando sus tres mecheros y accionándolos, creando un enorme muro de fuego que les separó completamente de los dos Purasangres. Neth quedó anonadado ante el repentino calor y se cubrió la cara, al igual que Donna en el otro lado, que había detenido el brazo justo a tiempo. El muro se erguía como unos cinco metros por encima de sus cabezas y llegaba desde la pared del castillo hasta más allá de donde había caído El Hombre. Todos los miembros que lo vieron empezaron a gritar aterrados y la confusión surgió en el castillo.
-No sabía que pudie…-
-¡Corre!- sentenció Yappi.
***
-Vuélvelo a hacer capullo, y te rajo- gritó Gus lleno de ira.
Craig le había seguido durante unos diez minutos sin que se diera cuenta, o eso era lo que él creía. Al doblar una esquina Gus le estaba esperando con un cuchillo en la mano y se lo puso en la garganta. Al intentar sacar su perfume le cogió la mano y le estampó contra la pared. Le había inmovilizado. Se encontraban en un cuarto medio iluminado.
-Tranquilízate, Guslinger. Solo estaba comprobando una cosa-
-¿Mi paciencia?- respondió con otro grito.
-No, tu conocimiento sobre el traidor- Craig solo quería saber si el Purasangre estaba alerta en todo momento, y así era. Guslinger bajo el arma y se la clavó en el abrigo. Cada una de las correas era el mango de un cuchillo. -¿También te lo dijo el Jefe?- preguntó. –Efectivamente, nos lo ha dicho a todos menos a él- Craig sonrió. Odiaba la soberbia de ese hombre desde que lo conoció, así que estaba contento. –Cuando me lo dijo no me lo pude creer, pero tiene todo el sentido del mundo. Él estaba allí. Los contrató para que todo el mundo creyera que otra mafia nos declaraba la guerra y así él obtener la fama de la victoria, pero el Jefe se lo ocultó a los demás y entonces él los ha liberado ahora para hacerse con el poder. Un plan perfecto, ¿no crees?-
-No todo es tan sencillo- contestó Gus.
-¿Entonces qué pretendes hacer?-
-Propongo ir a hablar con él-
-Yo propongo cazarlo. Debemos detener al Hombre- replicó Craig.
Así que los dos se dirigieron a la sala de descanso donde estaban sus taquillas, y Gus cogió un pañuelo blanco que se anudó al cuello, tapándose la boca, a la vez que Craig se adentró en la elección de sus frascos de perfume, pero al final los cogió todos sin miramientos, ya que con quien iban a luchar era contra El Hombre. Miró a su compañero y vio que éste estaba distraído, así que aprovechó para dejar el sobre que había cogido por la mañana en la taquilla, ya que las órdenes que en él se leían ya las había cumplido. Se había ensuciado un poco de polvo realizando esa misión, así que se lo limpió, se arregló el pelo y se fueron hacia el puente que se encontraba cerca del patio por el que había saltado antes. Desde allí tendrían más posibilidades de encontrarlo. De pronto sonaron todos los altavoces del castillo, y la voz del jefe se oyó alta y clara por todo el perímetro: -Atención miembros de los Pantera, os habla vuestro jefe. Hemos confirmado la presencia de cuatro intrusos en nuestro castillo. Esto es un acto sin precedentes, pero no temáis, si seguís mis órdenes los capturaremos inmediatamente, ¿está claro?- de todos los rincones se oyó una afirmación ensordecedora- Dado que el número de Panteras en el castillo es de setecientos, escuchad bien la distribución. Quiero que cuatrocientos patrullen el castillo en grupos de diez y si encuentran a un intruso avisen a otros grupos antes de atacar. Los quiero vivos en mi despacho. Los demás id al jardín y los heridos diríjanse a la enfermería. Ah, por cierto, quiero que el Doctor Oloront venga aquí inmediatamente. Los demás Purasangre ya saben qué hacer. ¡Vamos!- La afirmación ésta vez fue más grande y todo el castillo se empezó a movilizar. El jefe dejó el micrófono en la mesa y se dirigió a su ayudante Terry: -Prepáralo todo- dijo. -Cómo usted diga, señor-
***
Por un amplio pasillo el Purasangre de piel morena iba dando órdenes sin parar a todo miembro que se cruzara en su camino, dando prioridad a la extinción del muro de fuego que había aparecido en el jardín. No parecía que fuera a dañar ninguna estructura pero no podían dejarlo así, de modo que mandó que cogieran varias mangueras y las conectaran a las cañerías del castillo, y se dirigió al tejado para organizar la operación. Por el fondo apareció Craig y detuvo a Thorn. –Thorn, vengo de ver al jefe.- Thorn se paró a escuchar, respiraba fuerte porque la resistencia no era su fuerte, y tenía que llegar corriendo arriba. –Te escucho- Craig lo miró a los ojos y le dijo sin preocupación que matara a los intrusos. Él asintió después de un momento de duda y los dos se separaron a la carrera, cada uno para un fin completamente diferente. Subido a la cornisa el muro de fuego quedaba a su derecha, así que difícilmente podría haber visto a Belladonna y al Hombre, desde allí empezó a gritar y a señalar para que todos los Pantera pudieran saber donde apuntar con las mangueras, y entonces los vio. Eran dos intrusos corriendo hacia la puerta principal, intentando escapar del lugar, seguramente ellos habían provocado el fuego. Pero Guslinger parecía que también los había visto y se estaba dirigiendo hacia ellos, y no tardó en alcanzarlos. Neth y Yappi maldijeron su suerte porque tenían la puerta principal a poca distancia, ese maldito del pañuelo había aparecido de la nada por su espalda y ahora les impedía el paso.
-Vosotros no sois los mismos de hace un rato, pero supongo que todos estáis metidos en esto-
Neth pensó que se refería al rubio y al viejo de antes, pero no tuvo mucho tiempo para pensar porque enseguida llovieron cuchillos a toda velocidad. A Yappi se le había agotado el gas de uno de sus mecheros, y él había usado las dos botellas en la lluvia metralla. Mientras pensaba, los cuchillos se aproximaban veloces, surcando el aire, acercándose cada vez más, peligrosos. Y al fin, Yappi le dio una patada.