Queridos lectores.
Os comunico que me han otorgado el segundo premio de un pequeño certamen de la universidad popular de Gandia, de lo cual estoy muy contento.
Por ello he preferido poner algo que escribí cuando realizaba esos cursos, aunque NO sea el relato ganador.
Prometo que el capítulo de la semana que viene será más largo como compensación.
Una batalla inexistente se cernía sobre la mente extraordinaria del jovenzuelo que estaba tumbado boca arriba sobre la cama. Los ojos como platos, deslumbraban el techo oscuro de la habitación en penumbra, y los brazos en pos del cansancio tiritaban de la emoción. Se difuminaban muros y ventanas para observar, como un ave en pleno vuelo, el combate del jinete plateado contra la manada de leones hambrientos. Nada tenían que hacer allí los súbditos del jinete, en retaguardia, ya que éste podía con todos los animales de una vez. Montado sobre su caballo negro, ataviado con mantos amarillos y rojos, que le hacían mucho más temeroso. Los rugidos no dejaban oír los gemidos de la gente que corría a su alrededor, y el salpicar de la sangre, cegadora y caliente a la luz del sol, no molestaba al valiente que blandía la espada para proteger a los aldeanos.
Bajó del caballo. Un único rival quedaba ahora en pie. Los contrincantes empezaron un baile fugaz, mirándose fijamente a los ojos, moviéndose con sutileza y lentitud, arrastrando los pies. Cambio brusco, un paso adelante, un rugido inmenso al otro lado de la pared, un insulto rápido antes de producirse el sonido de la carne contra el filo, y el golpe que por poco hecha la puerta abajo. Silencio. El niño sentado en la cama, y el pomo ladeado abriendo paso al jinete plateado, sonriente y con la espada vencedora. Al fondo, la sombra de un león que ya no asustaría a nadie nunca más.
viernes, 30 de abril de 2010
viernes, 23 de abril de 2010
Mafia. Capítulo 15. Código PEE 19.

Después de ser testigos del asesinato del Doctor Oloront, ni Mark ni Tom pudieron reaccionar hasta pasados unos minutos. Si el traidor era el Jefe, no podían recurrir a él para que les ayudara, así que no tenían más opción que intentar convencer a algún Purasangre, ya que un enfrentamiento directo con Fred seguiría mostrándolos a ellos como los malos. La única forma era mostrarles la agenda que Mark había encontrado en el despacho así que éste se la guardó y decidieron empezar a buscar. De momento solo se habían topado con El Hombre, pero ellos no sabían que la mayoría de sus compañeros le consideraba justamente a él el cabecilla de todo este caos, por lo que no sería tarea fácil. Empezaron otra vez a correr en un frenesí de nervios, agotados de tanta carrera. Cruzaron más pasillos y entraron en salas y más salas, pero no encontraron a nadie. Habían oído perfectamente como el Jefe formaba grupos de búsqueda por el altavoz, pero parecía como si todos hubiesen huido.
Siguieron corriendo por un estrecho pasillo, todavía con las paredes de piedra, y de pronto Mark notó algo en el aire que le hizo alertarse. Guslinger apareció a su lado empuñando un cuchillo dispuesto a rebanarle el cuello. Éste se sorprendió tanto que apenas pudo echar el cuerpo hacia atrás para esquivar la puñalada, por lo que el arma le pasó rozando, pero entonces, el enemigo comenzó a moverse y a atacar a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder de teletransportación. Primero apareció detrás de ellos en medio de un salto e intentó cortarlos en vertical a ambos con un par de cuchillos, Mark se lanzó contra la pared eludiendo el ataque y Tom se metió en una de sus sombras, luego volvió a atentar contra Mark pero al ver que éste iba a hacer algo se desvaneció, previniéndose así de la descarga eléctrica, pero el enemigo no dio un segundo de respiro y apareció a lo lejos del pasillo lanzando varios proyectiles hacia él. A Mark no le dio tiempo de reaccionar y a punto estuvieron de dar en el blanco los cuchillos si no hubiese sido porque Tom salió de las sombras en el último segundo y los cogió todos en el aire de una forma magistral, evitando así que dañaran a su amigo. Giró el cuerpo, y con toda su fuerza, lanzó las armas en la dirección opuesta, estaba seguro de que aquél tipo aparecería justo allí, rodeado de humo, y no se equivocó. El que ese viejo predijera su movimiento confundió a Gus y le hizo replegarse, fastidiándole así el ataque sorpresa, pero no tardó en volver a la carga, esta vez desde arriba. Cayó en picado como un ave rapaz, pero Tom le sorprendió girando sobre su talón y cogiéndole de la muñeca. En ese momento intentó desvanecerse como hacía siempre, lleno de confianza, pero Tom le asió bien fuerte el hombro con la otra mano, y con toda su fuerza dio con él en el suelo, provocando un temblor.
-Mark, huye ahora, ya sabes lo que tienes que hacer-
-Pero tú… –balbuceó.
– ¡Solo corre!- le contestó el vejete.
Acto seguido intentó estamparlo contra la pared pero Guslinger rodó en el aire e inmovilizó el brazo de Tom, obligándole a arrodillarse. -¿Qué me has hecho?- quiso saber el Purasangre, pero por respuesta solo obtuvo un taconazo en el pie que le distrajo lo suficiente como que el viejo se escapara y se metiera en otra de sus sombras.
Guslinger se irguió y empezó a buscar a Tom con la mirada, empuñando un cuchillo, alerta a cualquier movimiento sospechoso. Sin que se diera cuenta, había aparecido poco a poco un gancho de metal rondando su cuello. El gancho estaba sujeto a una cadena de metal que bailaba al compás de los pasos de su presa, a la izquierda, luego a la derecha, una vuelta por arriba y cuando se dispuso a atraparle éste se desvaneció, apareciendo unos metros más allá. Aquél viejo no era como los dos impacientes que se había encontrado antes, era precavido. Sintió una ráfaga y apenas pudo esquivar la flecha que había salido de una de las paredes de piedra, siempre desapareciendo y volviendo a aparecer un poco más lejos. Luego un intento de disparo en la entrepierna desde abajo, y después una piedra de gran tamaño que lanzó desde el techo. ¿Es que no iba a mostrarse otra vez? Pero ante tal pensamiento notó una pequeña presión en el cuello que le hizo desaparecer de nuevo instintivamente. Tom había asomado medio cuerpo a su espalda y a punto estuvo de cortarle la cabeza con unas tijeras gigantes, pero ahora que se había mostrado Gus reaccionó de la misma manera que lo hizo la primera vez intentando un corte vertical por retaguardia, pero el viejo rodó sobre sí mismo, entró en una sombra, y un segundo después volvió a aparecer enfurecido empuñando en su diestra una sierra de divertidas proporciones. Gus rápidamente sacó un cuchillo e interceptó el golpe.
-No dejaré que mates a ningún Pantera, intruso –dijo decidido. –Todo lo contrario, amigo, nosotros estamos aquí por bien- le contestó Tom.
-¡Maldito cuarteto de mentirosos!- gritó dispuesto a apuñalarlo con la mano que le había quedado libre, pero Tom la desvió con un golpe seco y Gus respondió empujando la sierra hacia un lado y creando una obertura por donde atacar al viejo.
-Tu sí que no te escaparás- Craig había dicho que el Jefe los quería muertos, así que no había discusión posible, aunque Craig fuera un completo capullo.
Tom, ajeno a los pensamientos de su enemigo, rodó hacia atrás y volvió a desaparecer.
Ha intentado matarme, pensó.
No había duda de que Fred estaba moviendo ficha ya que el asesinato no era un protocolo que se tomara a la ligera.
Mark ya debe haberse alejado lo suficiente, así que debo volverme a encontrar con él y seguir buscando a algún Purasangre.
-¿Cómo has anulado antes mi poder? ¡Responde! -parecía enfadado- ¡Responde!- volvió a gritar.
Y en ese preciso momento sonaron de nuevo los altavoces, amplificando una voz carismática y dulce, que anunciaba nuevas órdenes debido a los últimos acontecimientos.
-Queridos miembros de los Pantera -era Fred, aquél vil traidor- después de meditarlo bastante he decidido, como vuestro Jefe y por tanto vuestro protector, que abandonéis el castillo inmediatamente. Código PEE 19. Repito, evacuad el castillo ahora mismo-
Desde que Terry se había marchado su grado de preocupación había ido en aumento. Si alguien viera esa agenda todo se descubriría y nada de lo que había hecho hubiera valido la pena, pero no podía dejar el castillo sin protección, rindiéndose, por eso había convocado el código por el cual todos debían evacuar, excepto los Purasangre. Así, con el castillo vacío, no habría restricciones en las luchas y podrían cazar a los intrusos y a los fugitivos mucho más rápidamente, a la vez que los propios Purasangre discutían entre ellos por ver quién era el verdadero traidor.
Era un plan perfecto. Así él también podría robar la gema sin que nadie se diera cuenta…
Siguieron corriendo por un estrecho pasillo, todavía con las paredes de piedra, y de pronto Mark notó algo en el aire que le hizo alertarse. Guslinger apareció a su lado empuñando un cuchillo dispuesto a rebanarle el cuello. Éste se sorprendió tanto que apenas pudo echar el cuerpo hacia atrás para esquivar la puñalada, por lo que el arma le pasó rozando, pero entonces, el enemigo comenzó a moverse y a atacar a una velocidad vertiginosa, utilizando su poder de teletransportación. Primero apareció detrás de ellos en medio de un salto e intentó cortarlos en vertical a ambos con un par de cuchillos, Mark se lanzó contra la pared eludiendo el ataque y Tom se metió en una de sus sombras, luego volvió a atentar contra Mark pero al ver que éste iba a hacer algo se desvaneció, previniéndose así de la descarga eléctrica, pero el enemigo no dio un segundo de respiro y apareció a lo lejos del pasillo lanzando varios proyectiles hacia él. A Mark no le dio tiempo de reaccionar y a punto estuvieron de dar en el blanco los cuchillos si no hubiese sido porque Tom salió de las sombras en el último segundo y los cogió todos en el aire de una forma magistral, evitando así que dañaran a su amigo. Giró el cuerpo, y con toda su fuerza, lanzó las armas en la dirección opuesta, estaba seguro de que aquél tipo aparecería justo allí, rodeado de humo, y no se equivocó. El que ese viejo predijera su movimiento confundió a Gus y le hizo replegarse, fastidiándole así el ataque sorpresa, pero no tardó en volver a la carga, esta vez desde arriba. Cayó en picado como un ave rapaz, pero Tom le sorprendió girando sobre su talón y cogiéndole de la muñeca. En ese momento intentó desvanecerse como hacía siempre, lleno de confianza, pero Tom le asió bien fuerte el hombro con la otra mano, y con toda su fuerza dio con él en el suelo, provocando un temblor.
-Mark, huye ahora, ya sabes lo que tienes que hacer-
-Pero tú… –balbuceó.
– ¡Solo corre!- le contestó el vejete.
Acto seguido intentó estamparlo contra la pared pero Guslinger rodó en el aire e inmovilizó el brazo de Tom, obligándole a arrodillarse. -¿Qué me has hecho?- quiso saber el Purasangre, pero por respuesta solo obtuvo un taconazo en el pie que le distrajo lo suficiente como que el viejo se escapara y se metiera en otra de sus sombras.
Guslinger se irguió y empezó a buscar a Tom con la mirada, empuñando un cuchillo, alerta a cualquier movimiento sospechoso. Sin que se diera cuenta, había aparecido poco a poco un gancho de metal rondando su cuello. El gancho estaba sujeto a una cadena de metal que bailaba al compás de los pasos de su presa, a la izquierda, luego a la derecha, una vuelta por arriba y cuando se dispuso a atraparle éste se desvaneció, apareciendo unos metros más allá. Aquél viejo no era como los dos impacientes que se había encontrado antes, era precavido. Sintió una ráfaga y apenas pudo esquivar la flecha que había salido de una de las paredes de piedra, siempre desapareciendo y volviendo a aparecer un poco más lejos. Luego un intento de disparo en la entrepierna desde abajo, y después una piedra de gran tamaño que lanzó desde el techo. ¿Es que no iba a mostrarse otra vez? Pero ante tal pensamiento notó una pequeña presión en el cuello que le hizo desaparecer de nuevo instintivamente. Tom había asomado medio cuerpo a su espalda y a punto estuvo de cortarle la cabeza con unas tijeras gigantes, pero ahora que se había mostrado Gus reaccionó de la misma manera que lo hizo la primera vez intentando un corte vertical por retaguardia, pero el viejo rodó sobre sí mismo, entró en una sombra, y un segundo después volvió a aparecer enfurecido empuñando en su diestra una sierra de divertidas proporciones. Gus rápidamente sacó un cuchillo e interceptó el golpe.
-No dejaré que mates a ningún Pantera, intruso –dijo decidido. –Todo lo contrario, amigo, nosotros estamos aquí por bien- le contestó Tom.
-¡Maldito cuarteto de mentirosos!- gritó dispuesto a apuñalarlo con la mano que le había quedado libre, pero Tom la desvió con un golpe seco y Gus respondió empujando la sierra hacia un lado y creando una obertura por donde atacar al viejo.
-Tu sí que no te escaparás- Craig había dicho que el Jefe los quería muertos, así que no había discusión posible, aunque Craig fuera un completo capullo.
Tom, ajeno a los pensamientos de su enemigo, rodó hacia atrás y volvió a desaparecer.
Ha intentado matarme, pensó.
No había duda de que Fred estaba moviendo ficha ya que el asesinato no era un protocolo que se tomara a la ligera.
Mark ya debe haberse alejado lo suficiente, así que debo volverme a encontrar con él y seguir buscando a algún Purasangre.
-¿Cómo has anulado antes mi poder? ¡Responde! -parecía enfadado- ¡Responde!- volvió a gritar.
Y en ese preciso momento sonaron de nuevo los altavoces, amplificando una voz carismática y dulce, que anunciaba nuevas órdenes debido a los últimos acontecimientos.
-Queridos miembros de los Pantera -era Fred, aquél vil traidor- después de meditarlo bastante he decidido, como vuestro Jefe y por tanto vuestro protector, que abandonéis el castillo inmediatamente. Código PEE 19. Repito, evacuad el castillo ahora mismo-
Desde que Terry se había marchado su grado de preocupación había ido en aumento. Si alguien viera esa agenda todo se descubriría y nada de lo que había hecho hubiera valido la pena, pero no podía dejar el castillo sin protección, rindiéndose, por eso había convocado el código por el cual todos debían evacuar, excepto los Purasangre. Así, con el castillo vacío, no habría restricciones en las luchas y podrían cazar a los intrusos y a los fugitivos mucho más rápidamente, a la vez que los propios Purasangre discutían entre ellos por ver quién era el verdadero traidor.
Era un plan perfecto. Así él también podría robar la gema sin que nadie se diera cuenta…
El código PEE 19 implicaba una evacuación completa exceptuando a los Purasangres, y eso lo sabía muy bien Tom. Pero lo que realmente le sorprendió fue que aquél Pantera no se moviera de su sitio.
-¡Viejo sal ahora mismo! ¡Tienes algo que explicarme!-
El vejete abrió los ojos, aquello solo podía significar que tenía delante de él a alguien que les podría ayudar, si sabía cómo convencerle.
-¡Viejo sal ahora mismo! ¡Tienes algo que explicarme!-
El vejete abrió los ojos, aquello solo podía significar que tenía delante de él a alguien que les podría ayudar, si sabía cómo convencerle.
***
-¿Por qué nos has traicionado a todos Hombre?- dijo Belladonna llorando. Sus lágrimas caían arañando la ternura como rocío deshilachado, pero una expresión de pavor se había asentado en el rostro de su compañero, que se acariciaba el pelo nervioso.
-¡Tú has empezado y ni siquiera sé el porqué!- gritó señalándola.
-¿Qué no sabes el porqué? ¿Tú que contrataste a los asesinos de tu propio aprendiz el otro día?- los llantos escapaban y dolía la garganta.
El Hombre se quedó petrificado ante tales palabras.
-Que…como…no…- balbuceaba sin sentido.
-Todos lo sabemos Hombre. Tú eres el traidor. Quisiste la fama de la victoria pero Gin te la arrebató. Por eso ahora tus amigos están causando tantos problemas. ¡Por qué quieres matar al Jefe y quedarte con su puesto!-
Cada palabra de Donna se clavaba lentamente en el corazón del Purasangre como diminutos puñales envenenados. Los sentidos nublados le estaban engañando.
En ese momento se sintió completamente impotente, si todo el mundo creía lo mismo, ¿cómo iba él a demostrar lo contrario?
Se miraron fijamente un largo tiempo. Llevaban un rato discutiendo, pero no habría podido imaginarse que esa fuera la verdadera razón de que le atacara.
-Te mataré- dijo Donna agarrándose el brazo en señal de tristeza, llorando sin parar.
-¡¡TE MATARÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉÉÉÉ!!-
-¡Tú has empezado y ni siquiera sé el porqué!- gritó señalándola.
-¿Qué no sabes el porqué? ¿Tú que contrataste a los asesinos de tu propio aprendiz el otro día?- los llantos escapaban y dolía la garganta.
El Hombre se quedó petrificado ante tales palabras.
-Que…como…no…- balbuceaba sin sentido.
-Todos lo sabemos Hombre. Tú eres el traidor. Quisiste la fama de la victoria pero Gin te la arrebató. Por eso ahora tus amigos están causando tantos problemas. ¡Por qué quieres matar al Jefe y quedarte con su puesto!-
Cada palabra de Donna se clavaba lentamente en el corazón del Purasangre como diminutos puñales envenenados. Los sentidos nublados le estaban engañando.
En ese momento se sintió completamente impotente, si todo el mundo creía lo mismo, ¿cómo iba él a demostrar lo contrario?
Se miraron fijamente un largo tiempo. Llevaban un rato discutiendo, pero no habría podido imaginarse que esa fuera la verdadera razón de que le atacara.
-Te mataré- dijo Donna agarrándose el brazo en señal de tristeza, llorando sin parar.
-¡¡TE MATARÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉÉEÉÉÉÉ!!-
viernes, 16 de abril de 2010
viernes, 9 de abril de 2010
Mafia. Capítulo 13. La maraña del diablo.

Por lo visto lo último que podrían haber deseado era lo único que se mostraba real frente a ellos, una muralla de músculos negros cerraba el paso a la oportunidad de escapar impunes del castillo. Thorn miraba a la pareja enojado por todos los destrozos que habían ocasionado, y su deber como Purasangre era capturarlos junto con los demás intrusos.
-Déjanos ir amigo, solo queremos salir de aquí. No hemos hecho nada- dijo Neth. Pero la respuesta vino en forma de ataque. Thorn jamás iba a dejarles ir. Una rasta se abalanzó contra ellos y los dos la evadieron.
-La situación es simple. Ustedes son intrusos y yo un miembro cualificado para detenerlos, por lo tanto la razón le será dada a aquel que salga victorioso de la batalla, nada más- la voz del enemigo sonaba grave y profunda.
-Si es lo que quieres, adelante- El pelirrojo blandió sus sais frente a la mirada atónita de Neth, por lo visto tendrían que vencerle de verdad si querían escapar.
El lago estaba calmado detrás suyo, se encontraban justo en el único lateral del castillo, por donde habían entrado antes a buscar las armas, y más allá el mar, el vacío y el rompiente de las olas, que dejaban entrever lo salvaje del azul. El Purasangre se quitó la camiseta poco a poco, dando tiempo a los mercenarios de contar uno por uno los músculos de éste, y empezó a estirar luego de dejarla caer a un lado. Nethuns y Yappi habían podido apreciar que las rastas del oponente podían estirarse y contraerse a voluntad, lo que les dejaba en la incógnita del verdadero alcance de las mismas, y que si su estilo de combate era el de larga distancia como bien parecía, no tendría la necesidad de cultivar una masa muscular tan pronunciada. Esperaban un ataque directo como el de antes que poder esquivar, y eso fue lo que recibieron, pero esta vez de una magnitud muy superior, ya que no fue una rasta, sino dos serpientes hechas con su pelo, de unos tres metros de diámetro, las que se dirigieron veloces en dirección a los mercenarios. Debido al peso que tenían que soportar debajo del anda, los portadores necesitaban unas extremidades fuertes y una velocidad única que, al descargar el peso, se multiplicaba de manera exponencial, así que saltaron los dos hacia el cielo antes de que ninguna de las dos serpientes les tocara, pero esto no hizo que se detuvieran, ya que se enroscaron y siguieron creciendo hacia arriba rápidamente. Los dos mercenarios, que estaban suspendidos en el aire a muchos metros, juntaron sus pies para impulsarse cada uno en una dirección y así esquivar de nuevo el ataque que sin descanso les perseguía. Las serpientes pasaron de largo ante tal artimaña, pero enseguida giraron y siguieron tras Nethuns y Yappi. Éste último llegó con el salto a posarse sobre la fachada del castillo, y volvió a coger impulso para apartarse del camino del cabello de Thorn, que chocó contra el muro haciendo un pequeño agujero, y luego se dividió en multitud de tentáculos que empezaron a dar caza al pelirrojo en su vuelo.
Nethuns por otro lado aterrizó de pie en la hierba a la espera del enemigo. Preparó el puño y su arma brilló desafiando los rayos del sol, pero cuando conectó el golpe de frente solo provocó que la serpiente frenara un poco, y como consecuencia del contacto físico, el pelo comenzó a enredársele por todo el brazo, amenazándole. No había sido buena idea. Yappi lo vio y rápidamente se dirigió allí corriendo por el suelo, pero casi fue tragado por una serpiente que Thorn había lanzado al combate, y al abalanzarse sobre Neth cortó con sus sais el cabello que le estaba oprimiendo. Lo cogió y evadió todo el cabello que les perseguía retrocediendo en dirección al lago. Allí se recompusieron en un segundo y volvieron a subir la guardia frente a los ataques de Thorn.
Nethuns se quitó los cabellos del brazo.
-Parece que cuando le cortamos el pelo, ese tío pierde el control sobre el mismo-
-Si pero no creo que debamos basar nuestro ataque en eso, recuerda que puede alargarlo todo lo que quiera-
Un nuevo ataque hizo que se separaran otra vez, pero ahora corrieron hacia Thorn en ofensiva, que se mantenía cruzado de brazos desde el inicio de la batalla. Neth esquivaba la melena de éste como podía pero no podía avanzar mucho sin ser rodeado por ella, y Yappi aún con sus sais tampoco pudo acercarse demasiado.
-¡No puedo acercarme más!-gritó.
Entonces una ola de pelambre les inundó y los agarró fuertemente, una ola que se extendió por casi todo el lugar y llegó hasta casi el primer piso del castillo, como una tormenta desatada llena de columnas que se alzaban y se derrumbaban intermitentemente. La pareja quedó atrapada y empezó a moverse sin control por dentro de la maraña de pelo, sintiendo la presión por todo el cuerpo y perdiendo la noción del espacio, pero el joven mercenario pudo reaccionar a tiempo y accionó el último de sus mecheros, creando un hilo que viajó raudo por la tormenta, incinerando todos los pelos que les oprimían y así pudieron liberarse, con el fuego como protector. Thorn al ver el ataque de su oponente retiró el cabello, que quedó flotando en el aire a una distancia prudencial de sus enemigos. Nethuns y Yappi consiguieron respirar de nuevo, asqueados y mareados de tanto pelo, y el pelirrojo llamó al fuego para que permaneciera a su lado, ya que no debía malgastar ni una pizca de gas.
-Veo que tu poder podría causarme unos cuantos problemas, así que por esta vez os probaré también de otra manera- dijo Thorn, y acto seguido empezó a correr lentamente hacia ellos. Los mercenarios se sorprendieron un poco pero vieron que el Purasangre incrementaba la velocidad poco a poco. Si dejaban que les diera semejante golpe, sin duda morirían.
Los dos pudieron esquivarlo fácilmente pero él siguió corriendo hacia delante sin parar hasta que finalmente frenó.
-Parece que es bastante lento y pesado, y que por eso su poder se basa en su melena-
-¿Entonces su musculatura no es su poder, sino su desventaja?-
-Ahora veréis- dijo él, y golpeando con sus rastas al suelo se impulsó hacia Nethuns con el puño en alto, provocando que éste también quisiera contraatacar de la misma manera, pero en el último segundo se dio cuenta de que era una locura comparar su fuerza y esquivó el puñetazo hacia atrás de milagro. Sin embargo, sin darle tiempo a reaccionar, Thorn enroscó un pie de Neth con una de sus rastas y lo lanzó contra Yappi intentando desconcentrarlo para poder conectar un golpe demoledor después de volver a impulsarse, pero Yappi no hizo caso y esquivó a Neth con una voltereta de lado empuñando su sai y parando el puño de Thorn con un corte del mismo, a la vez que rodaba en el suelo y aparecía en su espalda junto con una bola de fuego que lanzó contra él. Thorn se giró para protegerse el pelo pero al hacerlo le dio a Nethuns la oportunidad perfecta de acercársele por la espalda y utilizar su gran fuerza en arrancar dos grandes mechones de la cabeza de su enemigo, ya que aunque pudiera alargarlo a voluntad, no había mostrado el poder de hacerlo crecer de nuevo. Inmediatamente después y olvidándose de las quemaduras de su pecho, el Purasangre volvió a girarse, esta vez gritando de rabia a causa del tirón de pelo y lanzó a Nethuns por el aire con un manotazo espectacular, dejando a Yappi boquiabierto y preocupado hasta que Thorn intentó hacer lo mismo con él y tuvo que saltar hacia atrás para esquivarlo.
-¡No saldréis nunca de aquí!- gritó con todas sus fuerzas a la vez que lanzaba todo su potencial contra el pelirrojo. Yappi no tuvo más remedio que gastar la mitad de su último mechero en crear llamaradas capaces de enfrentarse a su enemigo. Cada cabello que intentaba acercarse era convertido en ceniza y sustituido por otro cabello todavía más rápido. El fuego bailaba entre la oscuridad de la maraña y cortaba los hilos que alcanzaban a su amo a la vez que éste los cortaba con sus sais, hasta que en un momento determinado se vio tan acorralado que creó un escudo con las flamas naranjas que hizo retroceder un poco a Thorn, pero la inmensidad de la melena hizo que tuviera que gastar todo el gas que le quedaba en crear un remolino de fuego que le rodeara impidiendo la entrada de cualquier hebra. Pero el orgullo de Thorn no iba a ser detenido ahora por nada del mundo, así que después de un instante de reflexión y de una mirada de desafío, ordenó a su cabello que cruzara el remolino y atrapara a Yappi aunque le costara caro. Entonces, una gran muralla de pelo cubrió el sol y embistió el remolino con toda su furia, pero al ver que esto no funcionaba, cambió de táctica, y creó su propio remolino alrededor del de Yappi, succionando todo el oxígeno que necesitaba para mantener viva la llama que le guardaba, y así, rodeado de muerte y de tentáculos que no paraban de girar, Yappi vio en un pequeño punto del cielo una nube que le sonreía. Un azul inquietante distorsionando la luz y reflejando la claridad del día.
Desde dentro no lo pudo distinguir, pero desde fuera Thorn tembló ante tal espejismo.
Una ballena, más grande que cualquier torre, se cernía sobre su cabeza con la intención de dejarse caer sobre él.
Una gigantesca ballena.
Una ballena de agua.
viernes, 2 de abril de 2010
Mafia. Capítulo 12. La garra reveladora.
Los dos habían escuchado un par de explosiones que habían hecho temblar todo el castillo, y al asomarse a una ventana, vieron la muralla medio derruida.
-Tom, ¿qué ha pasado?- preguntó asombrado- No tengo ni idea, pero esto demuestra que cada vez tenemos menos tiempo para encontrar la gema, así que aprisa- le contestó el vejete.
Siguieron corriendo por el castillo, encontrándose de vez en cuando con algún Pantera perdido, al que derrotaban fácilmente y sin inmutarse.
-Vejete, metámonos en una sombra y vayamos directos al almacén- dijo Mark.
-No amigo, de ninguna manera puede estar algo tan importante en un sitio como ese, y el encontrar una salida precisa desde las sombras no es tan fácil, requiere tiempo, y como he dicho, no lo tenemos- explicó Tom- ¿Pero porqué no puede estar ahí? Quiero decir, nadie esperaría encontrarla ahí, por eso es un buen escondite, ¿no?, aunque…solo por eso yo no la escondería ahí…puede que quien la hubiera escondido pensara eso y…- Por fin Tom le dio un golpe en la cabeza para que se callara, y dijo que para salir de dudas, irían al lugar más evidente; el despacho del Jefe.
Según lo que había averiguado Nikolieboom antes de conocer a Mark, el despacho se encontraba en la parte más alejada del castillo, en el quinto piso. Pero allí solo había una torre, que ya había visitado, por lo que aún no había dado exactamente con el lugar.
Siguieron corriendo sin parar en esa dirección, pero antes de llegar a la torre un grupo más numeroso de Pantera les cortó el paso. El castillo mostraba su verdadero aspecto cuando más se adentraba uno en él, y las piedras ahora cubrían las paredes del pasillo donde habían quedado acorralados. Al girar la cabeza vieron que también habían quedado atrapados por retaguardia, y sus posibilidades de avanzar menguaron. Entonces Tom levantó su capa con la intención de huir de nuevo, pero esta vez Mark le cogió del brazo impidiéndoselo y le dijo que no se preocupara.
-Si nos metemos en las sombras puede que nos alejemos un poco del despacho, ¿no es así?- Tom asintió- Pues déjamelo a mí-
Los Pantera desenfundaron sus armas y las levantaron raudas contra la pareja de intrusos, conscientes de sus poderes, pero seguros de su posición.
Fue solo un segundo.
A la orden de disparar le siguió el ruido del metal y de la pólvora estallando en un concierto de humo y muecas que no cesó hasta que todos los presentes vaciaron el cargador. Los casquillos resonaban en el suelo como un tintineo de placer harmonioso y la rabia les cegó. Algunos nunca habían tenido que utilizar sus armas hasta ese momento, y les empezó a temblar el brazo. Hubo uno que ante tal visión, comenzó a recargar su arma para seguir disparando, pero el compañero de su lado le cogió la mano y negó con la cabeza. Entonces soltó la pistola, que cayó al suelo junto con las demás. El joven había detenido todas las balas en el aire. Sus brazos se alzaban en ambas direcciones y un halo de electricidad le recorría todo el cuerpo, sus ojos se habían tornado azules y miraban a Tom.
Cuando Mark cesó de producir electricidad todas las balas empezaron a caer en una lluvia de acero, y los dos la atravesaron con la intención de seguir su camino, cruzando entre los Pantera que empezaban a arrodillarse uno a uno. No estaban alabando al enemigo para nada, sino dándole las gracias. Se habían dado cuenta de que si Mark no hubiera parado las balas, todos ellos habrían muerto por culpa del fuego cruzado.
Minutos después llegaron a la torre y se dieron cuenta de que efectivamente, allí no estaba el despacho. Entonces Mark se giró hacia Tom y le dijo que si de verdad estaba convencido de que allí era donde tenían que ir, sus sombras les llevarían. Al principio éste rehusó por miedo a retrasarlos, pero ante la insistencia del chico, no tuvo más remedio que intentarlo. La nada era espesa y los movimientos se ralentizaban allí dentro cuando no estabas acostumbrado. Tom creó una salida, pero resultó no ser la que necesitaban, así que volvieron al mundo de sombras.
-Piensa en porque estás aquí Tom, en por qué quieres ayudar. Recuerda lo que me dijiste-
Entonces fue cuando el viejo levantó la mano y empezaron a flotar hacia arriba a gran velocidad.
El sol se estaba empezando a inclinar, y esto provocaba que la estancia estuviera repleta de una luz intensa, que entraba desde el ventanal y lo cubría todo. Los intrusos salieron de su escondite perplejos y contentos, allí no había nadie.
-Sin duda éste es el despacho, Mark. Rápido, empieza a buscar la gema-
-Voy- contestó el joven con una sonrisa.
Empezaron a rebuscar por el despacho sin descanso, pero a medida que pasaba el tiempo, sus esperanzas de encontrar la gema fueron decayendo.
-¡Ey, vejete! Encontré esto- Mark mostró a Tom, que estaba rebuscando en una estantería, una agenda que había encontrado en la mesa del despacho. –Eso es perfecto- respondió el abuelo. De pronto, una fina línea de color verde empezó a serpentear por la pared, dibujando poco a poco la silueta de una puerta, y al mismo tiempo que un grupo de gente empezó a salir por ella, los intrusos entraron a su vez en la sombra que quedaba detrás de la estantería. Por poco no los descubrieron allí dentro removiendo entre sus pertenencias.
Cuando decidieron asomar la cabeza cautelosamente, pudieron ver que habían sido tres hombres los que habían aparecido en la habitación.
-¿Lo has visto Mark? Sin duda esa puerta proviene de la gema. Estamos cerca- En el despacho se encontraban ahora el Jefe de la mafia y su ayudante, acompañados de otro Pantera que parecía tener la misma edad que su superior.
-Usted ha sido el último Purasangre que ha venido a reunirse conmigo, doctor-
¿Doctor? Pensó Tom.
-Tú me llamaste, Fred- respondió. El Purasangre vestía una bata de médico y lucía un abultado bigote oscuro que le tapaba la boca. Su cabello era una confusión de mechones y unos anteojos resbalaban continuamente por su diminuta nariz. Su cuerpo tenía un gracioso parecido con un lápiz, recordó Mark.
-Claro, es lo que he estado haciendo hasta ahora con todos nuestros miembros selectos, y tenía miedo de que no respondiera a mi llamada, ya que últimamente no se le ha visto mucho el pelo-
-Tenía cosas que hacer amigo mío-
A Tom se le iban aclarando cada vez más las ideas. Él era el doctor que había estado en el bosque, él era el verdadero traidor. Y con el Jefe y su ayudante aquí, no podían esperar una oportunidad mejor para atraparle.
-Esas cosas de las que hablas son las que verdaderamente me preocupan, doctor- los dos estaban uno en frente del otro.
-¿Desconfianza, viejo amigo?- preguntó.
-Más bien excusa, querido ex compañero, no quiero que te lleves tu el mérito de la traición-
La sangre salpicó al Jefe de los Pantera, y una sonrisa inundó su rostro.
La mano de su ayudante se había transformado en una garra de roca y había atravesado el estómago del viejo, que miró con sorpresa a su amigo hasta el último aliento. Terry Grimm retiró el brazo y devolvió la mano a su forma natural, con una mueca de placer. Una gota de sangre resbalaba por su mejilla, y él no dudó en lamérsela sabrosamente.
Mark y Tom no daban crédito a lo que habían visto.
El Jefe rodeó la mesa y se sentó tranquilamente en su butaca. Abrió el cajón, y descubrió la desaparición de su agenda.
-Terry, ¿Dónde diablos está la agenda?-
Con la sorpresa y las prisas, Mark no se acordaba de que se la había llevado.
-No, no lo sé señor- su voz sonó melancólica. Nadie la había oído porque solo hablaba con el Jefe.
-Allí está todo el plan- gritó Fred.
-Solo los cuatro que formamos parte de él sabemos la importancia de esa agenda, mi señor-
-Encuentra a nuestro subordinado ahora mismo, Terry. Tráelo con vida-
Los dos intrusos, Mark Shock y Tom Nikolieboom, no podían creer nada de lo que habían visto ni nada de lo que habían oído. Si el verdadero traidor no era el doctor, sino el Jefe, las cosas se complicaban exponencialmente.
¿Cómo demonios se supone que debían actuar ahora?