Hora de escapar

Unete a la Mafia

Los Pantera evacuan el castillo por orden del Jefe. Ahora los Purasangre persiguen a los enemigos. Se acerca el fin.

viernes, 26 de marzo de 2010

Mafia. Capítulo 11. Bella y el traidor.



  Al ver la dirección que tomaban Nethuns y Yappi, Craig y Guslinger decidieron adentrarse de nuevo en el castillo en busca del Hombre, sin saber que éste se encontraba allí en los jardines. Thorn por otra parte, dio la última orden para extinguir el fuego y al girarse vio que efectivamente los dos intrusos iban hacia él. Ninguno de los dos se había percatado de su presencia, y cuando los mercenarios se dieron cuenta de que estaba allí frenaron para evitar el combate, pero no pensaron que clase de poder tendría su enemigo. Pronto descubrieron unas columnas que se alzaban detrás de él, amenazadoras, y los dos intentaron retroceder, pero sus rastas se habían extendido de manera sobrenatural y habían crecido formando tres tentáculos enormes de pelo que el Purasangre proyectó sin contención, destrozando parte del tejado del castillo. Los esquivaron como pudieron pero su desequilibrio fue tal que cuando Thorn junto los tres en uno solo y barrió el lugar con él, no pudieron apartarse, y fueron lanzados como pelotas en dirección contraria a la puerta de salida, al lago.
Aterrizaron cerca de él, en el césped, sin poder levantarse.
El Purasangre, Thorn el Generoso, utilizó sus rastas para elevarse en el aire y empezar a avanzar con ellas, dando la impresión de que lo que se movía era una especie de araña terrorífica, acercándose cada vez más a sus víctimas, y bajando del tejado del castillo poco a poco, hasta alcanzar el nivel del suelo, donde se postró erguido a la espera de que sus contrincantes se levantaran, no sin esfuerzo.
-No escaparéis-

***

  El Hombre se levantó del suelo apretándose el estómago, sin poder creer que su compañera le estuviera atacando.
-¡¡Donna!! ¿Qué estás haciendo?- gritó desesperado. Había estado a punto de coger a los fugitivos y de averiguar quién les había ordenado el ataque, pero descubrir las razones de Donna para atacarle le importaba mucho más.
Sin embargo la Purasangre lanzó otra vez su brazo hacia El Hombre, que saltó para esquivarlo. El brazo cambió de rumbo e intentó golpear por la espalda, pero El Hombre se cubrió con los brazos en cruz, amortiguando un poco el ataque, que lo lanzó varios metros en el aire. Cayó cerca de su amiga y pudo ver que sus ojos se habían secado de tanto llorar, y ahora mostraban ira y decepción. No comprendía nada, y empezó a correr huyendo de su compañera, no quería luchar contra ella sin saber porque le estaba atacando, pero conociendo su nivel, sabía que no iba a ser fácil sin hierro, así que utilizó sus últimas reservas para crear dos escudos medianos. Belladonna gritó que no huyera y estiró sus brazos a una velocidad que no había mostrado nunca, éstos empezaron a perseguir al Hombre y no tuvo más remedio que ir evitándolos en su carrera, le rodeaban como serpientes y él saltaba de un lado a otro, utilizándolos algunas veces como plataformas y parando los puños con sus escudos de vez en cuando. Le estaba costando seguir el ritmo de aquellos brazos, que cada vez iban cerrándose a su alrededor más y más. Finalmente consiguió alejarse un poco pero esto solo provocó que Donna estirara los dedos de sus manos, dando la impresión de que un sinfín de cuerdas iban a por él, y no tuvo más remedio que moldear sus escudos y transformarlos en espadas curvas para amenazar a su amiga de que parara si no quería que le cortara las extremidades, pero al ver que la Purasangre no se amedrentaba, el farol quedó al descubierto y empezó a correr de nuevo, intentando pensar. Viendo esto Belladonna empezó a correr tras él sin intención de perderlo, y utilizó sus brazos ya estirados para impulsarse y transformar su cuerpo en una rueda de plastilina que pronto alcanzó al traidor, golpeándole en la espalda, pero allí se había colocado un escudo de hierro sin que ella se percatara, así que llena de rabia deshizo la rueda y le dio una fortísima patada que lo lanzó de lleno contra el puente que llevaba del castillo a la muralla. El choque hizo sus destrozos y al disiparse rápidamente el polvo allí estaba El Hombre con un cilindro de hierro enorme. Ahora podía luchar.
-¿Qué demonios estás haciendo Belladonna? ¿Por qué me estás atacando a mí?-
-¡Me has estado engañando todo este tiempo! Confié en ti, me convertí en tu mejor amiga, ¿y así es como me lo pagas? ¿Traicionando a tu propia familia?- los gritos sonaban agudos, llenos de tristeza, y el corazón del Hombre se encogió. ¿Él era un traidor?
-¡No sé de qué me estás hablando, Donna!- empezó a desesperarse y a perder la compostura. Sus ojos se tornaron cristalinos con la intención de llorar. Pero Donna gritó:-¡Cállate!- Y lanzó los puños nuevamente. ¿Quién le habría dicho que él era un traidor? ¿Y por qué ella se lo había creído tan rápido? ¿Es que la amistad no se basaba en la confianza? ¿Tan poca tenía en mi? Se cogió del puente e impulsó su cuerpo para golpear al Hombre, precipitándolo al vacio, pero éste transformó el enorme cilindro en una cadena y se balanceó de lado a lado por debajo del puente apareciendo a la espalda de su compañera, y transformando nuevamente el metal, lanzó la cadena hacia ella, ahora con una bola en el extremo. El ataque golpeó el suelo fuertemente, dañando a su amiga y haciéndola retroceder, por lo que a continuación, y aprovechando que ella empezó a toser y a parpadear a causa del polvo, él conectó otro golpe, esta vez en su estómago con el metal ahora en forma de bate, lanzándola hacia la derecha, en dirección al castillo.
Belladonna se levantó limpiándose un hilillo de sangre que le resbalaba por el labio.
Seguía sin comprender absolutamente nada, pero si quería descubrir lo que estaba pasando sin perder la vida, primero tendría que inmovilizar a Donna, y luego preguntarle directamente, así que cuando ella volvió a lanzarle los brazos, ataque que, al parecer, no dejaba de repetir por su pronta necesidad de golpear a un traidor con las manos desnudas, él golpeó primero una mano, y luego la otra con el bate, en dirección al suelo. El plan fue transformar el extremo del bate en un grillete con cada bloqueo, y aprisionar sus manos en el puente. Acto seguido fue a gran velocidad en dirección a ella con la intención de utilizar el bate nuevamente y noquearla, pero no contó con el siguiente movimiento de la Purasangre.
Primero, se echó hacia atrás evadiendo el ataque, y luego, enrolló un brazo en el bate y otro en el torso del Hombre, y tiró, arrebatándole el arma.
Lo próximo que vio fue el suelo a muchos metros de altura.
Donna había tirado el metal puente abajo y había estirado su extremidad hacia el cielo con el Purasangre atrapado en ella. Quedó un segundo suspendido en el aire antes de precipitarse contra el puente, y el choque le conmocionó tanto que casi perdió la consciencia. Después de esto Donna lo lanzó sin dejarle un segundo de respiro contra las rejas que bloqueaban la entrada al castillo desde el puente, y utilizó sus dedos para atarle allí, inmovilizándole completamente, crucificado.
El Hombre comenzó a mover la cabeza intentando recobrar la compostura, enfocando la silueta de su amiga en unos ojos casi ciegos por las lágrimas y la sangre.
-Los grilletes son inútiles contra un cuerpo como el mío- dijo, y para demostrárselo, estrechó su brazo y lo devolvió a la normalidad. –Pero tú, estás ahora a mi merced-
De pronto empezaron a salir brazos del torso de Belladonna y golpearon el cuerpo del Hombre en todas sus articulaciones, haciendo que éste gritara.
Nunca la había visto usar su poder de esa forma, pero al fin y al cabo no era muy extraño, teniendo en cuenta el material del que estaba hecho.
-Ahora vas a hablar-
-No- contestó El Hombre. De pronto, en la reja de hierro aparecieron poco a poco multitud de cañones que apuntaron hacia ella.
Los disparos sonaron atronadores y Donna convirtió sus piernas en muelles, lanzándose al aire mientras recogía todos los brazos del torso y las balas de cañón pasaban bajo sus pies a muy poca distancia. Era imposible. Tenía entendido que solo podía moldear el metal con sus manos.
El joven posó su mano en la reja y ésta comenzó a cambiar rápidamente, adquiriendo poco a poco la forma de un nuevo cañón, ésta vez mucho más grande. Aunque estuviera malherido, aún podía luchar contra ella.
Belladonna agrandó su mano en pleno vuelo, y los dos contrincantes dispararon a la vez.
La mano, tan grande como un coche, impactó en la bala de cañón provocando una serie de ondas expansivas que les obligaron a dar un paso hacia atrás a ambos, pero la potencia del disparo hizo que la mujer perdiera en fuerza.
Estaba a punto de ser alcanzada por la bala, cuando se le ocurrió estirar su otro brazo y agarrarse al puente. La sombra del ataque se cernió sobre ella y cerró los ojos. Aquello iba a doler. Pero un rayo de luz le dio esperanza cuando sintió el contacto del puente en los dedos, y entonces tiró de ella misma apartándose de la trayectoria.
La bala cayó en plena muralla, y una lluvia de rocas destrozadas se precipitó en todas direcciones. Todos los miembros que lo vieron creyeron que el ataque al castillo iba a empeorar y entraron en pánico. Ahora sí que se les había ido la situación de las manos.
La derruida muralla permitía ver los bosques y era una entrada para los enemigos.
Belladonna cayó en el puente, también dañado por el combate, y se levantó, echándole la culpa de lo ocurrido al Hombre, que miraba en dirección al desastre con la cara descompuesta. Pero ahí no acabó todo, ya que un segundo agujero se abrió en la muralla, mucho más grande que el anterior, cerca del lago. Ahora casi la mitad de la muralla que tanto habían respetado estaba completamente derruida, y en ese preciso instante, fue cuando el Hombre perdió su entereza.

viernes, 19 de marzo de 2010

Mafia. Capítulo 10. Verdades.



  Cuando los cuchillos de Gus se encontraron a menos de un metro de ellos, Yappi reaccionó agachándose, pero al ver que Nethuns no se movía, le propinó una patada en la rodilla que lo hizo caer hacia atrás, evitando una catástrofe. Lanzó una llamarada a la cara del Purasangre para desconcertarlo y corrió hacia el castillo de nuevo, no sin antes coger a su compañero y ayudarlo a levantarse. Gus no se sorprendió y sus pañuelos sirvieron contra el calor directo, así que utilizó su poder y apareció frente a los mercenarios. Se había desvanecido en humo negro y había vuelto a aparecer, cortándoles el paso.
-¿Teletransportación?-
Tres cuchillos más fueron volando hacia ellos. Neth solo tuvo que agacharse pero Yappi se apartó un poco y bloqueó el último con un sai. El de pelo azul se abalanzó con el puño en alto pero Gus apareció tras él y le golpeó con el codo en toda la espalda, lo que hizo que éste tuviera que girar en el suelo para amortiguar el golpe. Acto seguido Yappi fue a clavar sus sais en Gus, que todavía estaba en el aire, pero éste volvió a desaparecer y el pelirrojo sintió la patada en la clavícula, seguida de un golpe contra el suelo. Los dos se levantaron sabiendo que no podrían vencer a alguien que desapareciera cada vez que intentaban atacarle, así que lo único que podían hacer era volver a huir. La vez pasada el Purasangre contra el que lucharon estaba desbordado, pero en esta ocasión su nuevo contrincante parecía realmente preparado, y ellos no daban abasto en territorio enemigo.
-Neth apártate, aquí va a hacer calor-
-Nuestra prioridad no es ganar- dijo Neth, pero el pelirrojo ya lo sabía.
Gus empezó a aparecer a su alrededor tan rápido que daba la impresión de que fueran muchos, pero Yappi paraba todos sus ataques con los sais. En ese momento Nethuns tuvo una idea arriesgada al ver a los Pantera apagar el fuego allá a lo lejos.
-Yappi, necesito tu gran bola de fuego, ahora-
-Imposible, ¿es que no tienes ojos?- contestó - ¡Sólo hazlo!- replicó Neth. Se acercó y lanzó un puñetazo a Gus, que éste esquivó. Intentó seguir el ritmo de sus desapariciones pero él no era tan rápido como su compañero así que empezó a ceder terreno. Yappi se alejó un poco y empezó a crear su bola mientras los otros dos luchaban. Tenía que darse prisa, pero iba a gastar otro mechero entero. Neth utilizaba los puños para desviar los cuchillos y las piernas para frenar a su contrincante antes que para atacar. Estaba perdiendo terreno, necesitaba que se diera prisa. Entonces Gus apareció detrás y le estiró del pelo hacia abajo a la vez que le propinaba una patada en la rodilla, dejando el cuello al descubierto. Apuntó estuvo de clavar su cuchillo cuando Yappi hizo ademán de lanzar la bola, pero se detuvo al oír a Nethuns gritar que se detuviera. Paró el cuchillo con una mano en el último segundo y gritó:
-¡Lánzala sobre nuestras cabezas!- Yappi lo hizo aún sin comprender nada, y el pequeño sol naranja se elevó, haciendo que el sudor resbalara por la frente de los combatientes. Gus solo tuvo que desaparecer pensando en esquivar el ataque, sin saber su naturaleza, y ese era el momento que Nethuns buscaba. A toda velocidad, y de la nada, sin que nadie se hubiera dado cuenta a tiempo, el agua de las mangueras había formado un río en el aire y se dirigía hacia el fuego de Yappi. Cuando estos dos grandes elementos chocaron, su reacción fue inmediata y abrumadora. Crearon una nube de vapor de agua que cubrió varios metros a la redonda, dejando inutilizada la vista. Y esto fue lo que se encontró Gus al aparecer; vapor. Cuando intentó volver a la batalla fuera del rango del ataque, vio que estaba solo, los dos malnacidos ya estaban casi en el castillo, y saltaron con la intención de ir escalando hasta el tejado. Gus les siguió corriendo y desapareciendo a la vez, pero cuando llegó arriba ellos estaban a mitad edificio, y al disponerse a seguir, Craig le agarró del brazo sin previo aviso.
-Te dije que no lo volvieras a hacer- No había notado su presencia.
-Tranquilo Guslinger. No se han escapado.- dijo señalando con la cabeza en dirección a Thorn, que ya había extinguido el fuego prácticamente, y no les había perdido de vista.
-¿Cómo lo hiciste tan rápido?-preguntó Yappi.
-Supongo que mi cuello estaba en juego- contestó Nethuns.

***

  Mark y Tom corrían por los pasillos del castillo intentando no encontrarse con nadie, ahora más que nunca necesitaban el objeto. Llegaron a unas escaleras enormes, todas adornadas con alfombras rojas, que se ensanchaban al llegar al piso inferior, y lucían como las escaleras que usaban las princesas para crear expectación a todos los presentes. Cuando estaban bajando por ellas aparecieron varios miembros, y Tom se metió en una sombra, dejando a Mark boquiabierto, con la incertidumbre del abandono, pero el viejo volvió a aparecer nuevamente delante de un Pantera con un martillo enorme de madera y lo usó para golpear fuertemente en la cabeza a su enemigo. Esto disipó las dudas de Mark y una corriente eléctrica empezó a correr por la yema de sus dedos, sonrió complacido, y a continuación dirigió los rayos hacia los trajeados más cercanos, esta vez con un poco más de precisión, controlando su poder sin dejar que este simplemente saliera de él. Los que quedaron en pie desenfundaron sus pistolas y el viejo se volvió a esconder, saliendo esta vez a sus espaldas con una red que les atrapó y les condujo al interior de la sombra. Mark se quedó alucinado al ver este comportamiento en el vejete, así que cuando salió no pudo más que sonreírle como señal de complicidad y pedirle que les llevara a un lugar tranquilo para hablar, así que fueron a la sala donde Tom le confesó que no era un Pantera de verdad, y allí se sentaron con la intención de reconciliarse.
-Vejete, ya me has salvado un par de veces, te lo agradezco. Pero sigo pensando que no puedo ayudarte si me ocultas las cosas- dijo mirándole fijamente a los ojos.
-Mmm…- Tom quedó pensativo con la cabeza gacha, hasta que al fin le devolvió la mirada. – Esta bien, veo que puedo confiar en ti, así que te lo contare todo-.
-Gracias- contestó asintiendo.
-Al principio iba a venir yo solo, pero al ver tu entusiasmo y tu fascinación por los Pantera decidí incluirte- dijo – Verás, hace una semana más o menos, iba yo rondando por los bosques que están fuera de las murallas del castillo y escuché unos murmullos. Aquello no era normal debido al lugar y lo profundo de la noche, así que decidí ir escondido en mis sombras y asomar la cabeza solo un poco, únicamente pude ver a un gordo hablando con dos hombres robustos debido a mi posición precavida, pero lo pude escuchar todo perfectamente. Uno de los dos hombres no se movió ni habló en todo el rato, supongo que estaría allí como apoyo, pero el otro no dejo de negociar con el gordo. Le dijo que era un Pantera y que quería sus servicios. En resumen, que quería que atacara y matara a todos los Pantera que estuvieran en el campo de entrenamiento al pasar unos días. Eso me sorprendió muchísimo pero el gordo aceptó, preguntando únicamente porque un Pantera traicionaría a su propia mafia, tan influyente en el país, pero no obtuvo respuesta. Cuando se fue quise quedarme a escuchar más así que me acerque a los hombres pero no pude verles la cara, solo oí decir al que había hablado que los mercenarios no lo conseguirían, y tras decir esto, los dos rieron. ¿Entonces por qué les habrían contratado si sabían de su fracaso? Luego uno de ellos dijo que el plan llegaría a su fin hoy. Por eso es por lo que debo averiguar qué está pasando aquí.-
-¿No recuerdas nada más? ¿Algún detalle que nos ayude a descubrir su identidad?-preguntó Mark.
Tom se quedó unos segundos en blanco hasta que recordó algo, uno de los hombres se había referido al otro como “Doctor”, pero eso no iba a decirles quienes eran tan fácilmente.
– ¿Por qué lo haces?- Las palabras surcaron la estancia y parecía que no querían hacer nada más que retumbar en las paredes de piedra.
 –Tengo un ser querido aquí- dijo Tom por fin. Así que era eso, pensó Mark, esa era la razón del vejete y su verdadera relación con todo esto. Dejaron pasar unos minutos para relajar el ambiente y enseguida hizo otra pregunta para acabar de destensar la situación. –Entonces, ¿Qué es lo que hemos estado buscando?-
-Lo que hemos estado buscando, jovencito, es la gema esmeralda que hizo posible la creación de esta mafia- sonrió Tom.
-Guau, eso es lo que me dijiste que hacía una barrera o algo así, ¿no, vejete?- y de pronto se le encendió una luz, pese a que le pasaba pocas veces, normalmente acertaba.-Si esa barrera…solo deja pasar a los miembros de la mafia… ¿Por qué estamos dentro del castillo?-
A Tom le cambiaron los ojos, pero simplemente contesto que tenía que ver con la bondad de sus corazones. No le creyó del todo así que decidió esperar, y siguió preguntando por la gema.
-Esa gema tiene un extraordinario poder y es objeto de muchos rumores y leyendas, pero el jefe de la mafia consiguió poseerla y desde entonces la utiliza para el beneficio de todos. Con ella se sustenta la barrera como bien has dicho, y proporciona escondite y seguridad en una dimensión paralela parecida a la que yo puedo viajar desde las sombras. Nuestra intención no es robarla ni mucho menos, pero creo que si damos con ella, de alguna forma nos dira quienes están detrás de todo esto. Dicen que en ella vive un alma que lo sabe todo, así que si le preguntamos, ella nos dirá- Con cada palabra su rostro se iluminaba cada vez más, y su puño se alzaba en señal de victoria. Mark pensó que aunque fuera una locura, podrían intentarlo, pero teniendo en cuenta que pasara lo que pasara iba a ser hoy, debían apresurarse y pensar en otras posibles soluciones no tan azarosas. Así que iniciaron nuevamente la búsqueda por todo el castillo, sin saber que antes tendrían que combatir para llevar a cabo su misión.


viernes, 12 de marzo de 2010

Mafia. Capítulo 9. Acusación.

  Saltaron por encima de todos los que les estaban acorralando, dejando que las balas rozaran su cabello con una mueca de preocupación. El tiempo pareció ralentizarse mientras todos los miembros de la mafia levantaban el cuello para seguir su vuelo. El Hombre apuntó con la pistola a la cabeza de Neth, pero en el último segundo se arrepintió y bajo el arma, entonces cogió una viga y de ella creó unas larguísimas pinzas de metal que dirigió hacia los fugitivos, pero estos las esquivaron, y El Hombre se deslizó por ellas para bajar al jardín, un trozo de techo se derrumbó por falta de soporte, pero él estaba dispuesto a no perderlos como a los otros dos, y la persecución continuó. Ahora tenían a un Purasangre detrás. El mismo que les había vencido en el campo de entrenamiento. No podían simplemente correr hasta que les alcanzaran, así que Neth tuvo la idea de pedirle a su compañero la botella de agua, que se la lanzó sin dudar. Entonces el de pelo azul plantó cara a todos sus perseguidores, harto de que todo le saliera mal, y desenroscó los tapones de las botellas con los pulgares al mismo tiempo que abría los brazos velozmente, vaciándolas en el aire. -¡Lluvia metralla!- gritó, y el líquido suspendido en el aire por el movimiento de Neth se dividió en minúsculas gotas que se proyectaron hacia los Pantera a una velocidad de vértigo, como diminutas balas. El ataque dio en el blanco provocando que todos sus enemigos cayeran inconscientes en el suelo, todos menos el Purasangre, que había saltado en el último segundo al conocer la naturaleza del ataque, y siguió corriendo hacia ellos. Neth estaba dispuesto a enfrentarlo de nuevo, y se puso en guardia, pero Yappi le apretó el hombro y le dijo que no iba a dejar que se arriesgara inútilmente a volver a perder, así que huyeron con El Hombre pisándoles los talones. No sabían que desde lo alto del castillo, arriba en el tejado, había una sombra que les observaba, llorando al ver que lo que le habían dicho era cierto. No podía creer que fuera El Hombre, pero allí estaba, huyendo junto a los fugitivos. Todo tenía sentido. Y lo lanzó. Los tres hombres seguían corriendo cuando de pronto vieron acercarse un ataque a toda velocidad, los mercenarios tropezaron y cayeron debido al temblor que provocó y El Hombre apenas tuvo tiempo de saltar hacia atrás para evitar que le diera de lleno.
-¿Qué demonios?-
El polvo se disipó y se oyeron los gritos desde el tejado:
-¡ALTO TRAIDOR!- la cara de Belladonna mostraba una mujer que llevaba varias horas conmocionada.
Su brazo estirado, que era lo que había lanzado, aún estaba en el suelo. El Hombre se sorprendió al ver a su amiga atacándole y llamándole traidor. -¡ACABARÉ CONTIGO!- Donna se agarró del tejado con el otro brazo y se descolgó hasta el jardín estirándolo, al mismo tiempo que lanzó su pierna izquierda como un segundo proyectil. Su cuerpo era de plastilina. El Hombre no tuvo tiempo de reaccionar ante la sorpresa y solo pensó en retroceder, pero el primer brazo se le había enrollado en una pierna sin que él se diera cuenta debido a la confusión. El pie impactó de lleno en el estómago y lanzó al Purasangre decenas de metros hacia atrás, en dirección a la muralla. Los mercenarios no comprendieron nada pero vieron una oportunidad perfecta para escapar, así que se levantaron deprisa con la intención de seguir su camino, pero Donna aterrizó justo a su lado y lanzó el brazo con el que se había descolgado. Yappi reaccionó magistralmente sacando sus tres mecheros y accionándolos, creando un enorme muro de fuego que les separó completamente de los dos Purasangres. Neth quedó anonadado ante el repentino calor y se cubrió la cara, al igual que Donna en el otro lado, que había detenido el brazo justo a tiempo. El muro se erguía como unos cinco metros por encima de sus cabezas y llegaba desde la pared del castillo hasta más allá de donde había caído El Hombre. Todos los miembros que lo vieron empezaron a gritar aterrados y la confusión surgió en el castillo.
-No sabía que pudie…-
-¡Corre!- sentenció Yappi.

***

-Vuélvelo a hacer capullo, y te rajo- gritó Gus lleno de ira.
Craig le había seguido durante unos diez minutos sin que se diera cuenta, o eso era lo que él creía. Al doblar una esquina Gus le estaba esperando con un cuchillo en la mano y se lo puso en la garganta. Al intentar sacar su perfume le cogió la mano y le estampó contra la pared. Le había inmovilizado. Se encontraban en un cuarto medio iluminado.
-Tranquilízate, Guslinger. Solo estaba comprobando una cosa-
-¿Mi paciencia?- respondió con otro grito.
-No, tu conocimiento sobre el traidor- Craig solo quería saber si el Purasangre estaba alerta en todo momento, y así era. Guslinger bajo el arma y se la clavó en el abrigo. Cada una de las correas era el mango de un cuchillo. -¿También te lo dijo el Jefe?- preguntó. –Efectivamente, nos lo ha dicho a todos menos a él- Craig sonrió. Odiaba la soberbia de ese hombre desde que lo conoció, así que estaba contento. –Cuando me lo dijo no me lo pude creer, pero tiene todo el sentido del mundo. Él estaba allí. Los contrató para que todo el mundo creyera que otra mafia nos declaraba la guerra y así él obtener la fama de la victoria, pero el Jefe se lo ocultó a los demás y entonces él los ha liberado ahora para hacerse con el poder. Un plan perfecto, ¿no crees?-
-No todo es tan sencillo- contestó Gus.
-¿Entonces qué pretendes hacer?-
-Propongo ir a hablar con él-
-Yo propongo cazarlo. Debemos detener al Hombre- replicó Craig.
Así que los dos se dirigieron a la sala de descanso donde estaban sus taquillas, y Gus cogió un pañuelo blanco que se anudó al cuello, tapándose la boca, a la vez que Craig se adentró en la elección de sus frascos de perfume, pero al final los cogió todos sin miramientos, ya que con quien iban a luchar era contra El Hombre. Miró a su compañero y vio que éste estaba distraído, así que aprovechó para dejar el sobre que había cogido por la mañana en la taquilla, ya que las órdenes que en él se leían ya las había cumplido. Se había ensuciado un poco de polvo realizando esa misión, así que se lo limpió, se arregló el pelo y se fueron hacia el puente que se encontraba cerca del patio por el que había saltado antes. Desde allí tendrían más posibilidades de encontrarlo. De pronto sonaron todos los altavoces del castillo, y la voz del jefe se oyó alta y clara por todo el perímetro: -Atención miembros de los Pantera, os habla vuestro jefe. Hemos confirmado la presencia de cuatro intrusos en nuestro castillo. Esto es un acto sin precedentes, pero no temáis, si seguís mis órdenes los capturaremos inmediatamente, ¿está claro?- de todos los rincones se oyó una afirmación ensordecedora- Dado que el número de Panteras en el castillo es de setecientos, escuchad bien la distribución. Quiero que cuatrocientos patrullen el castillo en grupos de diez y si encuentran a un intruso avisen a otros grupos antes de atacar. Los quiero vivos en mi despacho. Los demás id al jardín y los heridos diríjanse a la enfermería. Ah, por cierto, quiero que el Doctor Oloront venga aquí inmediatamente. Los demás Purasangre ya saben qué hacer. ¡Vamos!- La afirmación ésta vez fue más grande y todo el castillo se empezó a movilizar. El jefe dejó el micrófono en la mesa y se dirigió a su ayudante Terry: -Prepáralo todo- dijo. -Cómo usted diga, señor-

***

Por un amplio pasillo el Purasangre de piel morena iba dando órdenes sin parar a todo miembro que se cruzara en su camino, dando prioridad a la extinción del muro de fuego que había aparecido en el jardín. No parecía que fuera a dañar ninguna estructura pero no podían dejarlo así, de modo que mandó que cogieran varias mangueras y las conectaran a las cañerías del castillo, y se dirigió al tejado para organizar la operación. Por el fondo apareció Craig y detuvo a Thorn. –Thorn, vengo de ver al jefe.- Thorn se paró a escuchar, respiraba fuerte porque la resistencia no era su fuerte, y tenía que llegar corriendo arriba. –Te escucho- Craig lo miró a los ojos y le dijo sin preocupación que matara a los intrusos. Él asintió después de un momento de duda y los dos se separaron a la carrera, cada uno para un fin completamente diferente. Subido a la cornisa el muro de fuego quedaba a su derecha, así que difícilmente podría haber visto a Belladonna y al Hombre, desde allí empezó a gritar y a señalar para que todos los Pantera pudieran saber donde apuntar con las mangueras, y entonces los vio. Eran dos intrusos corriendo hacia la puerta principal, intentando escapar del lugar, seguramente ellos habían provocado el fuego. Pero Guslinger parecía que también los había visto y se estaba dirigiendo hacia ellos, y no tardó en alcanzarlos. Neth y Yappi maldijeron su suerte porque tenían la puerta principal a poca distancia, ese maldito del pañuelo había aparecido de la nada por su espalda y ahora les impedía el paso.
-Vosotros no sois los mismos de hace un rato, pero supongo que todos estáis metidos en esto-
Neth pensó que se refería al rubio y al viejo de antes, pero no tuvo mucho tiempo para pensar porque enseguida llovieron cuchillos a toda velocidad. A Yappi se le había agotado el gas de uno de sus mecheros, y él había usado las dos botellas en la lluvia metralla. Mientras pensaba, los cuchillos se aproximaban veloces, surcando el aire, acercándose cada vez más, peligrosos. Y al fin, Yappi le dio una patada.

viernes, 5 de marzo de 2010

Mafia. Capítulo 8. ¡Huye!

 

  Mark Shock pateó una hoja de papel arrugada que había en el suelo. Por culpa de ese viejo, había perdido tres días preciosos en los que podía haber ingresado en la mafia. Bueno, por lo menos le había traído al castillo. Pero que castillo. Era enorme. Ya había dado más de cuatro vueltas al mismo piso sin encontrar unas malditas escaleras. Cualquiera hubiera dicho que no podía ir solo sin perderse, pero él no encontraba razón alguna para pensarlo. Lo que pasaba era que la gente no sabía poner las escaleras donde debían. Desde que salió de casa, no había podido encontrar ni una miserable dirección que estuviera en su sitio. De todas formas ya lo había conseguido, solo tenía que hablar con un Pantera y explicarle la situación. Aunque no dejaba de preocuparle Tom. Lo único que le había dicho era que la mafia corría peligro y que buscaba un objeto, nada más. Ni siquiera le dijo qué peligro era ni para qué necesitaban nada. Caminando sin prisa, Mark llegó sin darse cuenta a los ascensores del primer piso que habían estado buscando, desde allí sin duda podría encontrar algún Pantera. Vio que el indicador de uno de los ascensores marcaba que éste estaba bajando y se puso muy contento. El ascensor estaba a punto de alcanzar la primera planta. Dentro, un Pantera maldecía rojo de rabia al idiota que había apretado todos los botones antes de salir y le había obligado a pararse en todas las plantas. Cuando llegó al primer piso y se abrió la puerta vio al otro lado de la habitación a uno de los intrusos que habían descrito. Rápidamente intentó salir antes de que las puertas del ascensor se cerraran pero llegó tarde y el golpe que se dio en la cara fue enorme. Bajó a la planta baja todavía más lleno de ira y gritando a viva voz que había localizado a uno de los intrusos. Mark oyó sonar el metal fuertemente e hizo una mueca de dolor al mismo tiempo que suspiró. Bajaría y hablaría con él, eso es lo que haría. Se dirigió a uno de los ascensores y bajó con él mientras todos los Pantera de la planta baja subieron por las escaleras a darle caza, pero éstos se encontraron que Mark ya no estaba allí. Al abrirse las puertas del ascensor Mark se rascó la cabeza. ¿Dónde se habría metido aquél tipo? De todas formas seguro que en esa planta había un mostrador de recepción o algo parecido. Al rato de caminar pasó por delante de lo que parecía un santuario y llegó a una gran mesa semicircular. Como allí tampoco había nadie se dedicó a llamar al timbre ruidosamente y a gritar.
-¡Salid de una vez quiero unirme a vosotros! ¿Por qué la gente será tan corta?-se extrañó.
-Ahí está. Es él, rápido- Mark se giró y vio un grupo de trajeados capitaneados por un hombre con la cara hinchada y roja.
-Que bien, oíd el servicio de recepción es pésimo no os pare…-Mark fue bajando la voz poco a poco, y esto fue debido a que el grupo de Pantera había crecido y no parecía muy contento. Todos empezaron a correr hacia él gritando y Mark salió huyendo como una exhalación en dirección contraria gritando que se habían equivocado.
-Que soy de los buenos, idiotas. Solo quiero unirme. Unirme. ¿Por qué es tan difícil de entender? Oh, espera- frenó en seco y las suelas de sus sandalias echaron humo. Giró la cadera y extendió la mano al grito:
-¡¡¡COSQUILLAAAAAAAAAAAAS!!!- de la yema de sus dedos salieron rayos azules dirigidos a los Pantera que cayeron electrocutados después de sufrir una gran descarga que les hizo enseñar hasta los huesos. Solo el de la cara hinchada quedó en pie con el rostro furioso. –Llévame ante tu jefe- sentenció Mark. Aquel hombre después de un segundo desafiante echó a correr como nunca con los brazos en alto gritando que los intrusos querían matar al jefe. –Mierda- pensó Mark.

***

  Los escalones de madera crujieron al albergar el peso del Hombre, que se dirigía hacía el calabozo oculto, escondido detrás de un muro al fondo de los calabozos comunes. Pretendía mantener una pequeña conversación con los asesinos de sus compañeros sin que nadie se enterara por precaución, pero lo que se encontró hizo que sus pupilas se contrajeran al máximo y su rostro mostrara un asombro desmesurado, ya que el agujero del techo no era lo único visible. Sino que el cadáver del gordo yacía en el suelo de la celda. El Hombre se acercó a examinarlo. El color de su cuello daba a entender que había muerto estrangulado. ¿Sus portadores le habían matado? Y si ese era el caso, ¿Por qué lo habían hecho? El Hombre empezó a sentir como las olas le bañaban en un inmenso mar de dudas.

***
Las respiraciones entrecortadas que se oían entre los arbustos daban a entender que alguien se estaba escondiendo, las hojas de un verde abrumador brillaban cómplices mudas, y las raíces de unos árboles grandes servían de asiento a Nethuns y Yappi, dentro del bosque que había en el jardín. No habían parado de correr desde que escaparon de la celda, y el sol ya empezaba a alzarse abrasador en el linde del mediodía.
-Repasemos el plan- apuntó Neth- Volvemos, cogemos nuestras armas, escapamos, y por lo menos yo, cambio de profesión, esto de ser mercenario no me sale rentable. La mayoría de veces el pagar no entra dentro del trato, los clientes creen que pueden cambiar esa parte y matarte para que no abras la boca en cualquier momento.-
-¿Entonces porque elegiste este trabajo?- Neth le miró frío- Yo llevaba sirviendo a ese hombre junto con los hermanos Pindell desde la división, y ahora están muertos, todos.
-Llegué hasta vosotros hace poco, pero eso no importa ahora- dicho esto, bebió un trago de agua y se levantó. –Si quieres podemos patearle el culo a alguien para consolarte- Yappi agradeció la idea y los dos salieron del bosque a toda prisa, en dirección a la ventana más cercana del primer piso. Los dos habían despertado en la celda después de que les tumbara ese desgraciado Purasangre, les dijeron que disimularan y que pronto les sacarían de allí. Mentira tras mentira. Agazapados en el alféizar más alejado, medio escondido a simple vista, los dos compañeros revisaron la estancia con los ojos, Neth había abierto la ventana y Yappi entró primero. Para darles confianza el mensajero de su cliente les había dicho que sus armas estarían a buen recaudo en el almacén, y aunque no sabían dónde se encontraba ya que nunca habían entrado en el castillo de los Pantera, allí era donde se dirigían, avanzando lentamente de esquina en esquina, arrastrándose por la pared y evitando a todo el mundo. De repente apareció gritando un individuo con la cara roja y malherida diciendo que alguien quería matar a su jefe. Al pasar por su lado Neth levantó el brazo golpeando su cuello provocando que éste diera una vuelta en el aire y cayera al suelo, luego se agachó a su lado. –Ey amigo, ¿donde tenéis el almacén?- preguntó.-¿Quiénes sois?¿Amigos del rubio? Soltadme, por favor no me hagáis daño, no diré nada-
Le dejaron en el suelo con el pelo chamuscado. Yappi estaba guardando el mechero.
-¿Donde ha dicho?- dijo. –Izquierda y recto hasta los ascensores- contestó Neth.
  Poco a poco todo el castillo fue enterándose de que El Hombre y Guslinger habían visto a unos intrusos y que luego alguien había electrocutado a un grupo de Panteras y abierto un agujero en el suelo, así que poco a poco se fueron organizando grupos armados y todos empezaron a buscar. Un numeroso grupo se dirigía veloz al punto donde se había visto por última vez a un intruso, los ascensores del primer piso. Nethuns y Yappi no sospechaban nada pero andaban muy cautelosamente, hasta que encontraron el almacén y entraron en él sin demora. Allí estaban sus armas a la vista. Pese a ser un lugar enorme lleno de desperdicios y objetos por todas partes, habían varias estanterías de hierro, y allí, en la primera de todas ellas estaban los sais de Yappi y los puños americanos de Nethuns. El lugar olía fatal y los cartones se apilaban por todos lados. Yappi metió su mano en el bolsillo y la mantuvo ahí un segundo, meditando. Poco a poco fue sacando un par de mecheros. Su mirada no decía nada, pero su mente pensaba que era una buena manera de hacer pagar a su cliente. Pero el brazo de Nethuns le detuvo, y el pelirrojo entró en razón al decirle que no todos tenían culpa, solo el que les había contratado. Se armaron y salieron de allí listos para no volver, pero fuera les esperaba el grupo de búsqueda que había ido allí primero. Las dos partes se sorprendieron. La danza comenzó, Yappi empuñó sus sais y se abalanzó sin perder un segundo contra los Pantera moviendo sus brazos, lanzando por el aire uno tras otro, sin derramar una sola gota de sangre al cauterizar las heridas instantáneamente, no quiso matarlos. Había exactamente catorce miembros y solo cinco se encontraban entre ellos y la pared más cercana. Neth propinó una tremenda patada en la cara al primero lanzándole contra otro Pantera, luego se agachó ante el puño de un tercero y le conectó un gancho desde abajo en toda la mandíbula. Con los puños americanos se sentía mejor. Los besó y vio que los otros dos iban a por él pistola en mano. Levantó el puño. Yappi enfundó sus sais al mismo tiempo que los restantes Pantera caían al suelo. Los había vencido con un giro. –¡¡Neth!!- gritó. Éste solo respondió: -¡Voy!- Y la pared explotó hacia fuera. Saltaron entre el polvo y empezaron a correr.

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  Era inevitable. Irremediablemente necesario que pasara. Nada más puso un pie fuera de las sombras, un grupo enorme de Panteras que se encontraba en el jardín inspeccionando vio a Tom Nikolieboom, y empezó a perseguirle. Tom empezó a correr apresuradamente olvidándose de que, efectivamente, podía huir de ellos con su poder. Su mente y sus reflejos ya no eran los de antes. Su alocada carrera seguida de los gritos salvajes de los Pantera llegó casi hasta la puerta principal. Desde allí se acercaban apresuradamente Neth y Yappi después de haber escapado por la pared, y se pararon al ver a Tom y sus perseguidores correr hacia ellos, dieron la vuelta para empezar a correr junto con el viejo en dirección contraria al ver que por ahí no podían seguir huyendo, y le maldijeron en voz alta sin que Tom supiera quienes eran. De repente, al intentar doblar una esquina vieron que salía Mark hacia ellos y Tom se alegró, pero su cara cambió completamente al ver que él también estaba siendo perseguido por un grupo enorme de Panteras armados. Los cuatro se habían reunido sin querer en una espiral del destino, acorralados por un gran número de mafiosos. Sus miradas se cruzaron perdidas llenas de incertidumbre y duda ante la situación. Todo estaba perdido, les habían cazado. Pero una voz sonó a lo lejos. En unos arcos situados arriba de una especie de porche se divisaba la silueta del Hombre. Por fin había encontrado a esos cabrones, transformó un tubo en una pistola y apuntó al grupo. Tom al ver al Purasangre quedó paralizado como la última vez pero despertó enseguida y cogió a Mark por el cuello, metiéndolo en la sombra de la capa que había proyectado el sol de mediodía. Pareció que unas lágrimas bañaran el suelo justo al desaparecer. Los Pantera se sorprendieron y los dos mercenarios juntaron las espaldas. El Hombre gritó: -¡¡Capturadles!! ¡¡Son prisioneros fugados!!- Muchas cosas dependían de su captura, y el Purasangre era muy consciente de ello. Finalmente Neth gritó desde lo más hondo de su garganta: -¡¡¡HUYEEE!!!- Y saltaron sin pensarlo.